La frase "el que la hace la paga" es una vieja sentencia de esas que nos regala la
sabiduría popular, usurpada por Rajoy y los suyos en los últimos tiempos, está
resultando, a su pesar, li único fiable de lo que está saliendo de sus labios
últimamente. Que conste que soy consciente que, si lo repite como una letanía,
es porque cree que, con ella, construye un parapeto, un refugio, en el que
ponerse a salvo de la debacle judicial que está abriendo el suelo a sus pies
desde hace meses.
Supongo que Mariano Rajoy será consciente, aunque sea en
cabeza ajena, de que juguetear con los tiempos y las leyes, como pretende y
como ha venido haciendo la intrépida Theresa May, ventajista donde los haya, no
siempre acaba bien. Mejor dicho, por lo general acaba mal. No hay más que ver
el resultado de las elecciones celebradas ayer en el Reino Unido, en las que
los británicos han corregido viejos errores, mostrando a la primera ministra la
puerta de salida, haciendo evidente lo que todos dábamos por hecho, que no
están dispuestos, al menos la mayoría, a dejarse en la gatera de una más que
incierta seguridad los pelos de sus derechos y las garantías de que se respetarán.
Theresa May apostó la libertad de los británicos a una reacción visceral de los
ciudadanos al terror loco y acaba de perder la mayoría absoluta que heredó del
nefasto Cameron. La hizo y la va a pagar con creces.
Algo parecido le está ocurriendo a Mariano Rajoy, cada vez más
tenue, más difuminado, menos real en su presencia, como si pretendiese
desvanecerse, desaparecer de una historia que no es en absoluto la que hubiese
deseado para sí y los suyos.
El que la hace la paga, sí. Antes o después, pero la paga.
La va a pagar Esperanza Aguirre, ya la está pagando, reducida a la nada, ella
que camina desde la cuna un metro por encima del suelo que pisan los mortales,
el servicio, que dirían en su casa. La está pagando con esta cura de humildad
por vía de urgencia y, no tengáis duda, la pagará también en los tribunales,
porque a nadie puede ya convencer de no era ella misma el barro de la charca de
sus ranas.
La hizo y la ha pagado Cristóbal Montoro, ministro de
Hacienda, quien, con toda la prepotencia y el respaldo que fue capaz de darle
el gobierno, su gobierno, y que se ve ahora como chupa de dómine por haber
puesto la alfombra roja de la amnistía fiscal a centenares, si no miles, de
defraudadores que escondían su dinero, en paraísos fiscales, bajo ladrillos o
en altillos y en cuentas secretas en Suiza. Ayer supimos que eso que él y los
suyos llamaron "regularización fiscal" y que no trató de ser y al
final fue una amnistía para los defraudadores de tantos años, no cabía, cabe ni
cabra en nuestra constitución, porque, como dejó por escrito en su fallo el
magistrado ponente del TC y ex diputado popular, Andrés Ollero, y suscribieron
por unanimidad el resto de magistrados, con esta medida se legitimaba el
fraude, se quebraba el principio de que todos los ciudadanos somos iguales en
obligaciones ante la Hacienda Pública, porque "afecta a la esencia
del deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, alterando
sustancialmente el reparto de la carga tributaria a la que deben contribuir
todos, según su capacidad económica, con igualdad y progresividad",
Todo un rapapolvo que el Gobierno trata de disimular
pretendiendo hacernos creer que la sentencia no anula la amnistía, algo falso
de todo punto, porque lo que finalmente no anula son los efectos de esa
amnistía, ya que quienes se acogieron a ella, Bárcenas, Rato y otros famosos
imputados incluidos, lo hicieron, porque creyeron que el procedimiento era
legal.
Sin embargo, lo que queda claro es que la medida de Montoro,
impuesta por decreto ley urgente y amparada en la necesidad de aflorar esos
capitales para ganar liquidez, resulto ser inconstitucional, porque se tomó,
como tantas otras medidas de este gobierno heredero del anterior, el que
martirizó a los españoles durante sus cuatro años de mayoría absoluta. El
ministro Montoro la hizo entonces y debería pagarla ahora, al menos él, porque
pretender que todos esos defraudadores acogidos a su ley y quienes le
respaldaron, como el mismísimo Rajoy, parece que, de momento, es más u deseo
que una realidad alcanzable.
1 comentario:
No se puede decir mejor ...
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