jueves, 30 de marzo de 2017

HISTERIA LEGAL


¿Qué está pasando aquí? ¿Es que nos estamos volviendo locos? ¿Pueden unos chistes de mal gusto, "más viejos que el canalillo", que diría un castizo, de los que todos conocemos y hemos contado más de media docena, costar el futuro de una joven, condenándola a un año de prisión que no cumplirá si tiene la prudencia y la suerte no comete un error, por ejemplo, al volante o tiene la desgracia de ser detenida en una manifestación, quizá por estar en el lugar equivocado o ser la que menos corre de todos los manifestantes? ¿Pueden, con la pena añadida de siete años de inhabiitación para cargo público, privarla, al tener ya antecedentes penales, de la beca que le permite estudiar y echar abajo sus aspiraciones de dedicarse a enseñar la Historia que hoy estudia y de la que, muy a su pesar, ya forma parte? ¿Nos estamos volviendo locos o es que ya lo estamos?
Hagamos un poco de Historia. La Audiencia Naciona se constituyó como un tribunal que fue creado "ad hoc", para sustituir. entre otros, al siniestro Tribunal de Orden Público del franquismo, por el que pasaron sindicalistas, estudiantes y opositores al régimen que, con los años y recuperada libertad que debiera habernos dado la democracia, redactaron y aprobaron la Constitución que nos permitió caminar hacia adelante, pero que ya se nos ha quedado vieja, un tribunal, la Audiencia, que se ocupa y se ha ocupado, fundamentalmente, de los delitos de terrorismo, aunque también y más últimamente, de delitos económicos, narcotráfico y, en general, todos aquellos cometidos en todo el territorio nacional o el extranjero.
No es de extrañar, por tanto, que, después de tantos años de juzgar a terroristas, especialmente a etarras, perduren en él algunos tics y una cierta deformación que lleva a contemplarlo todo bajo el prisma del terrorismo y el dolor que éste causó durante tantos años en España. Afortunadamente, esos años parecen haber pasado ya y nuestros problemas son hoy otros.
Sin embargo, lo queramos o no, nuestra vida y nuestras leyes están aún ensombrecidas por el pasado y, más aún, las leyes especiales redactadas al abrigo de los diferentes pactos antiterroristas tienen un cierto toque de histeria, justificado quizá en su momento, que hoy nos perecería casi ridículo y que, pese a que no lo tengamos presente, sigue presente en nuestra vigente legislación y que, de vez en cuando, como ahora, o como en el triste asunto de los titiriteros, nos devuelven la sensación de vivir bajo la amenaza del TOP y las leyes franquistas.
Lo peor de todo es que esta ley, con la que se ha condenado a Cassndra y que permitió mandar a los titiriteros a prisión, fue aprobada con los votos de prácticamente todo el parlamento de la anterior legislatura, incluidos los del grupo socialista, en uno de esos movimientos convulsivos y liberticidas en los que parece jugarse a las sillas musicales y en los que nadie quiere quedarse de pie y retratarse, porque creen que serían tildados de antipatriotas, cuando, por el contrario, lo más patriótico sería defender los derechos de la gente, protegiéndolos de los abusos del poder.
Aún así, no sólo son las leyes que permiten monstruosidades como la condena de Cassandra, y quienes las aprobaron, espero que sin pensar en sus consecuencias, los únicos responsables del doloroso desaguisado. También lo son los fiscales que proponen las penas y los jueces que las imponen, porque, por más severa que sea una ley, es su obligación, o así quisiera yo que fuese, moderarlas en su aplicación para no provocar cataclismos como éste. Y es que, si las leyes fuesen tan rígidas en su aplicación, los jueces serían innecesarios y podría juzgarnos, los dioses no lo quieran, una máquina.
Lo peor de todo es que, otra vez, el Supremo o, en su caso, el Constitucional o el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos los que vengan a sacar los colores, si no a poner en ridículo a los autores de la sentencia. Y lo peor sería que la absurda ley que permite condenar a la ruina de su vida a quienes hacen chistes, escriben canciones o mueven guiñoles, permanezca intacta. Nuestros diputados ya están tardando en emprender la reforma de un articulado tan innecesario como cruel. Un articulado que hoy condena a Cassandra, pero que, mañana, puede condenarme a mí por escribir esto i quién sabe si a vosotros por leerlo.
A las víctimas del terroriusmo, sen las que sean, hay que respetarlas, lo que no quiere decir que su opinión pese más que la de cualquiera de nosotros ni, mucho menos, que en su nombre se cometan arbitrariedades. Tenemos que serenarnos todos, empezando por los jueces y los legisladores, bastante hemos sufrido ya tosos. Otra cosa no sería más que histeria judicial.

5 comentarios:

Rafa dijo...

Vamos a ver Javier, la Audiencia Nacional es un instrumento que ha servido bien contra el terrorismo y el narcotráfico. El problema no es la Audiencia Nacional, sino la ley en sí.

PilarMC dijo...

El problema son las distintas y opuestas interpretaciones de una misma ley por distintos jueces... ideologías políticas de por medio

Javier Astasio Arbiza dijo...

Querido Rafae: durante dos largos años cubrí informativamente la Audiencia Nacional y allí asistí a muchos juicios. Te aseguro que, de haber estado en mi caso, no estarías tan seguro de lo que afirmas. Como en todas partes, hay de todo. Y.en cuestiones de narcotráfico y terrorismo yihadista se han hecho muchas chapuzas.
Un abrazo

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente hay de todo...menos coherencia.
Deberían leer de nuevo a Montesquieu y el "Espíritu de las leyes"...

Saludos

Rafa dijo...

Se de las malas instrucciones de Garzón. Pero las leyes siempre son interpretadas por los jueces. Hay jueces más laxos en la aplicación de las leyes. Leyes dadas por los políticos. Nuevas leyes.