jueves, 16 de marzo de 2017

REPARTIR EL MARRÓN

No sé si estoy hipersensibilizado en contra de quienes no sólo me meten la mano en el bolsillo, sino que, además, me toman por tonto, pero me ocurre que algunas coas me sublevan y, como en política hace tiempo que dejé de creer en la violencia y, si, como a Leonard Cohen, a veces me entran ganas de romper cristales, me las aguanto y me esfuerzo, aunque me cueste, en confiar en la Justicia. 
El caso es que yo, que cuando me enteré de que Caja Madrid se había jugado y había perdido la mitad de mis ahorros en preferentes le dije al director de mi sucursal que vería a Rato y Blesa en la cárcel, llevo meses, y lo sabéis, escamado más que extrañado porque Esperanza Aguirre, elemento común de los responsables de todas las tramas corruptas organizadas en torno al PP madrileño, no haya sido llamada a declarar ante el juez, ante ninguno de los jueces, para explicar su relación con las mismas y que tampoco ninguno de esos magistrados se haya puesto a investigar el papel de esta señora en la generación de tanta podredumbre.
Más aún me extraña que la existencia y el análisis de la carta dirigida por Francisco Granados a la señora Aguirre, con ·acuse de recibo" al juez encargado de la Púnica y a la prensa, apenas hayan ocupado titulares, eclipsadas por las elecciones holandesa, el decreto de la reforma de la estiba y quién sabe si la más que previsible clasificación del Atlético de Madrid en la Champions League. 
Me extraño porque Francisco Granados señala, de su puño y letra, todo lo que todos desde hace tiempo sospechamos, sin que nadie parezca estar interesado en aclararlo. Granados en un tono falsamente cordial pide a Esperanza Aguirre que niegue la existencia de las tramas corruptas que, según el "ilustre" interno de la cárcel de Estremera no podrán haberse creado sin su autorización o, en el mejor de los casos, sin su conocimiento, porque, le recuerda, nada pasaba en el partido sin que ella estuviese al tanto. Granados da a entender que se siente desamparado y un chivo expiatorio y no hay que ser muy listo para descubrir en sus palabras una clara amenaza de "tirar de la manta" y contar todo lo que sabe de todas esas tramas que durante tanto tiempo han alimentado la maquinaria electoral del PP.
Tengo muy claro que quien está dispuesto a dejarse "dopar" electoralmente, como se ha dejado dopar la ex tantas cosas del PP madrileño, no colca a su alrededor gente honrada y sacrificada aino, más bien, personajes que nadas escasos de escrúpulos y se manejan bien en los bajos fondos de la política y la empresa, capaces de inventarse proyectos, necesarios o no, de los que "rascar" las mordidas y los donativos que acabarían después, una parte en carteles, mítines y vallas publicitarias y, otra, en casas de lujo, horteras pero de lujo, fincas, relojes, joyas y viajes.
Se trata de dos tipos de personajes. Por un lado, los que construyen las tramas -los Marjaliza y los Correa de turno- por otro los consejeros, alcaldes y demás que adjudican los proyectos -cargos que precisaban siempre y bien que presumía de ello, el visto bueno de la "condesa"- y, claro está, esos empresarios capaces de ganar concursos para todo y en cualquier parte, con su información privilegiada y su generosidad para con alcaldes, consejeros y el partido.
Ayer bromeaba yo con el hecho de que la carta de Granados, la carta de quien no está dispuesto a comerse solo el marrón de la Púnica, con su teatralidad, su cercanía y su falsa cordialidad, recuerda ninguna duda por el tono aquel chiste del dentista con su torno en la mano, al que el paciente tiene cogido por los testículos, mientras le dice "no nos haremos daño ¿verdad?". Eso mismo le está diciendo a Esperanza Aguirre quien fue su mano derecha en aquellos días de vino y rosas del PP, en que se ganaban elecciones una tras otra y se derrochaba como si no hubiese mañana el dinero de los madrileños. 
Granados le está diciendo a quien fuera su "jefa" que no quiere comerse el marrón solo y que "no quiere hacerle daño". Y, de paso, sabiendo que, para él, el mal está hecho, le pide al juez que la llame a declarar, quizá para repartir el marrón que le ha caído.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

La estrategia del ventilador...