Parecería el nombre de un partido político. Incluso no
descarto -creo recordar que, en algún lugar, en algún tiempo, lo hizo- que
diese nombre a algún partido político. Sin embargo, no se trata más que de un
debate, bastante artificial, por cierto, abierto en determinados medios,
tratando de responsabilizar a los jueces del deterioro de los viejos partidos
políticos, auto inmolados en la pira de su corrupción.
El debate, surgido aquí y allá, en la Francia de Fillon, en
la España del PP y en los Estados Unidos de Trump, pretende poner en duda que
uno de los pilares del Estado de Derecho, la vieja separación de poderes de
Montesquieu, gracias a la que un juez, los jueces, pueden corregir o poner en
la senda de la corrección, los excesos del primer poder.
Recuerdo que la primera vez que oí hablar de este debate
entre democracia y justicia fue a propósito de aquella ofensiva entablada por
jueces y fiscales italianos contra la corrupción extendida en el país entre
partidos políticos, casi todos, y numerosas empresas, en un escenario muy
parecido al español de hoy en día. Recuerdo que se tildó al fiscal Di Prieto,
cabeza de esa investigación, poco menos que de fascista. Recuerdo también que
el Partidos Socialista y su líder Bettino Craxi fueron los objetivos s
principales, hasta el punto de que Craxi huyó a Túnez, donde acabó muriendo en
el exilio y recuerdo que aquel fue también el principio del fin de la
Democracia Cristiana y su líder, el incombustible y parece que mafioso Giulio
Andreotti. Pero también recuerdo que el oportunista Silvio Berlusconi hizo su
jugada maestra, parasitando el vacío dejado por uno y otro partido en el
desolado panorama político italiano.
Sin embargo, haríamos muy mal en quedarnos sólo con esta última
consecuencia, porque pasado el tiempo y superado el sarampión populista del
empresario demagogo, los italianos han sabido dotarse de otros partidos, unos
mejores, otros peores con que llenar el vacío dejado por el hundimiento de un
sistema nacido en los meses posteriores a la liberación, tras la ocupación
alemana, con el único fin de atar de pies y manos a los comunistas del PCI,
surgidos de la guerra como la verdadera y casi única oposición al fascismo de
Mussolini.
Pero, volviendo a España, no puede dejar de calificar como
injusta y malintencionada la cruzada de conocidas voces y firmas que tratan de
salvar la cara de los amos de su voz, pintando un panorama apocalíptico, como
si los jueces estuviesen tratando de acabar con la democracia, cuando lo que,
en realidad, están haciendo es librarnos, no de los partidos corruptos, sino de
quienes los convierten en corruptos. No, no debemos dejarnos enredar en esa
tela de araña tendida desde el poder corrupto, más si somos conscientes de que
los jueces no hacen sino aplicar las mismas leyes que, a veces como una burla,
aprobaron esos mismos partidos, sin intención alguna de cumplirlas, leyes que
han burlado con herramientas más propias de la mafia que de partidos
responsables y preocupados por el bienestar de aquellos de quienes reciben el
gobierno.
No. No hay disyuntiva alguna. L Justicia no se cargará a la
Democracias. Serán, en todo caso, todos esos partidos corruptos los que acaben
con eso que hipócritamente llaman ellos democracia, cuando lo que en realidad
quieren decir es nuestra democracia, nuestros privilegios, nuestra corrupción y
nuestras trampas.
No, no hay democracia sin justicia ni justicia sin
democracia, van, han de ir inexorablemente unidas, pero, eso sí, siempre bajo
la atenta vigilancia de los ciudadanos y de unos medios de comunicación libres
de toso compromiso con el poder, más si es corrupto.
1 comentario:
Ciertamente lo dijo claramente Joseph E. Stiglitz (Nobel de Economía) …Más de allá de “y justicia para todos” estamos evolucionando en un sistema de “justicia para el que pueda pagarla”.
Saludos
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