Cuenta una vieja fábula, sabia como todas, que, estando una
rana descansando en la orilla de un río, se le acercó un escorpión que humilde
y amable le pidió cruzar el río subido a su espalda. La rana, entre sorprendida
y desconfiada, le dijo al escorpión que no estaba dispuesta a hacerlo porque,
si accedía al trato, el escorpión aprovecharía a la circunstancia para clavarle
el aguijón y matarla, a lo que el escorpión replicó que, de hacerlo, al
clavarle el aguijón, él también moriría ahogado en el río. Mal que bien, el
escorpión acabó convenciendo a la rana y, cuando estaban en plena travesía, en
medio del río, clavó su mortal agujón en la cabeza de la rana que, sorprendida,
le dijo ¿por qué lo has hecho, no ves que ahora te ahogarás en el río y
moriremos los dos? Fue entonces cuando el venenoso pasajero contestó a la rana
"lo sé, pero no lo he podido evitar, es mi naturaleza".
La de Esperanza Aguirre parece también la condición del
escorpión, porque nadie quiere echársela a la espalda para cruzarle el río.
Nadie se fía y se pone al alcance de su aguijón, ese que tantas veces ha clavado
en el lomo de ciudadanos, socios y colaboradores. Han sido tantos sus
aguijonazos que nadie quiere cruzarle el río. Tantos, que, pese a las
evidentes ganas. nadie, ni siquiera Ciudadanos y no por falta de ganas,
quiso echársela a la espalda para llevarla a la alcaldía de Madrid.
Ella, es su naturaleza, no lo entendió. Por eso se ha venido
mostrando tan rabiosa, tan soberbia y tan malencarada a lo largo de estos
primeros meses de ayuntamiento. Por eso, día sí y día no, lanzaba inútilmente
su estilete contra la hoy alcaldesa, hasta que cansada de tanto esfuerzo
inútil, cansada de que su acoso a la siempre serena Manuela Carmena, y a la
vista de que haberla convertido en su única enemiga no hacía sino reforzar el
cariño ciudadano a la ex jueza, parece haber decidido concentrar la pelea, no
en la que ya es, para muchos madrileños, "Manuela", sino en quienes
la apoyan.
Por eso se empeña en hacer ver que sus relaciones con ella
han mejorado, más cuando parece que van a mejor, por diplomacia o sólo por
estrategia, las de la alcaldesa y la presidenta del gobierno regional, Cristina
Cifuentes, que tiene más de araña paciente que de rabioso escorpión, Y es que
está claro que la señora Aguirre, doña Esperanza, necesita enemigos para
existir y los necesita de uno en uno. Por eso, a punto de perder el poder en el
PP madrileño, la condesa parece decidida a concentrar su odio en su rival ene l
partido, dejando para mejor ocasión su enfrentamiento frontal con Carmena.
Sin embargo, esa especie de tregua no es tal, porque a sabiendas
de que las acusaciones de pasado comunista, a sabiendas de que pintar cuernos y
rabo tan encantadora señora, a sabiendas de que poner en duda la solidez moral
e intelectual de quien, lejos de lo que ella práctica, no parece moverse por la
ambición, parece que lo que ahora toca es pintarla como una respetable y
simpática ancianita a la que todos manipulan.
Por eso, el cerco a sus concejales, especialmente a
Guillermo Zapata, a pie o en coche. Por eso la cruzada contra Rita Maestre y,
por eso, la histriónica espantada de ayer, con que Aguirre, con todos sus
concejales, protestó contra la ausencia de Manuela Carmena y su aliada
Purificación Causapié irrumpiendo en la rueda de prensa en la que ambas
presentaban la Oficina Antifraude que PSOE y Ahora Madrid han puesto en marcha,
una iniciativa que el candidato socialista Carmona llevaba en su programa
electoral y que nada ha gustado a PP o Ciudadanos.
La alcaldesa, tras la "representación de Aguirre, no
dudo en disculparse y, quizá por eso, su rival en las elecciones, la que se
quedó con su hipócrita mano tendida, tras calumniarla durante un debate
televisivo, no dudó en achacar el mal gesto de la alcaldesa al abandonar el
pleno a la manipulación de la portavoz socialista.
Sé que no soy quien para dar consejos a nadie y menos a
alguien que se muestra siempre tan serena y ecuánime como Manuela Carmena, pero
yo me cuidaría de la afabilidad y las sonrisas de Esperanza Aguirre, yo me
pondría a cubierto de su actitud maternal, porque no tardará en lanzarle su aguijón
venenoso. Hacerlo, está en su naturaleza y sus amables palabras, sus consejos,
son sólo estrategia.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo...
Saludos
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