A la espera de comprobar por fin si el paseo y la larga
entrevista de ayer fueron una representación, como insinúan algunos, sin
especificar si sainete o drama, una cosa está clara: algo está cambiando. Lo
que queda por averiguar es si queda tiempo para consolidar ese acercamiento
aparente, un tiempo que, hasta ahora, los responsables de encontrar el acuerdo
parecen haber desperdiciado.
El problema, no pequeño, es que Pedro Sánchez y Pablo
Iglesias, PSOE y Podemos, no acudieron a la línea de salida en las mejores
condiciones. El socialista, presionado por el egoísmo y las malas artes de sus
barones, con el freno de mano echado, con el ojo izquierdo y la oreja
correspondiente tapados y el cuello rígido, atado en un arnés que le impedía
ver y escuchar cualquier propuesta procedente de ese lado, y, por si fuera
poco, con el freno de mano clavado hasta el último diente, mientras que, en el
otro lado, Pablo Iglesias, al volante de Podemos, llegó al veintiuno de
diciembre pasado de vueltas y creyéndose eso de que les había faltado una
semana de campaña para conseguir el "sorpasso" soñado por Anguita y
conseguir más escaños que el PSOE.
Lo que les ocurrió a unos y otros, especialmente a Iglesias
y los barones es que, de tanto invocar a sus votantes, se olvidaron de que el
electorado, salvo el día que se presenta ante las urnas, es un ser vivo que lee
y escucha que se informa y piensa y al que no le son ajenas las cosas que se
dicen o se hacen más allá del programa que los partidos llevaron a las urnas y
que, con más o menos conformidad, les "compramos" ese día.
Ocurre que, en esas condiciones, Pedro Sánchez llega a mitad
de carrera, que es donde se supone que estamos, con dificultades de alcanzar la
meta de la que parece ser su última carrera, más después de haber recogido en
el camino a Albert Rivera y el peso muerto de su acuerdo, mientras que Iglesias
se ve con dos ruedas fueras, colgando en el precipicio de las encuestas,
después de haber ido perdiendo en lo que va de carrera importantes piezas de su
coche. Unas circunstancias, cuando hay un país que gobernar, que forzarían a
declarar nula la carrera, forzando una nueva salida, en la que ya no estarían
tan claros sus números.
Por eso tuvo tanta importancia la reunión de ayer. Uno y
otros han visto que esta, no otra, es su mejor oportunidad. Sánchez, porque
sólo puede salir con vida del empeño si sale presidente de gobierno, e
Iglesias, porque ve como, día a día. se debilita su opción electoral, más
si, además de mostrar en su partido lo que más castiga el electorado, la
desunión, amén de haberse por su intransigencia forzada como el obstáculo que
impediría un gobierno de izquierda.
Ayer, más allá de los mcguffins con que se empeñó en
distraernos, la historia del baloncesto español regalada a Sánchez y su
renuncia a una vicepresidencia que nunca tuvo, porque, tal y como se la
adjudicó, era poco menos que inaceptable, quedó en evidencia la necesidad de
pactar, ese "temblor de piernas", como lo ha bautizado Fernando
Garea, que, si no me equivoco y ojalá no me equivoque, les llevará al acuerdo
que desaloje definitivamente a Rajoy de La Moncloa.
Al discurso de Iglesias, que, como los cantantes de
merengue, machistas redomados de voz más que afeminada, dice lo contrario de lo
que expresa su afable tono de voz, le traicionaron las notas que en su libreta, captadas por una cámara de Cuatro, hablaban de otras
cesiones mucho más significativas en asuntos hasta ahora irrenunciables del
ideario-programa de Podemos, cesiones en cuanto al ritmo de disminución del
déficit, reforma fiscal, gasto público o reforma laboral, mucho más
posibilistas y menos ambiciosas que en su discurso público.
Ayer mismo, hablando con una amiga, debatíamos sobre quién
puso más, quien cedió más en la cita de ayer. Yo, en contra de lo que ella
pensaba, sostuve que fue Pablo Iglesias el que cedió más, el que puso más,
porque partía de más arriba, del absoluto, y, a la vista de lo visto, ha
rebajado más sus pretensiones.
Lo malo es que, si, como en la canción de Víctor Manuel,
fracasa la relación, será porque en ella pesaría también mucho la existencia de
un tercero: Albert Rivera.
1 comentario:
Pablo Iglesias cede porque no se ve con otro buen resultado si hay elecciones...
Saludos
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