Unas grabaciones policiales, ordenadas por el juez que
instruye el sumario de la Operación Taula, a la ex concejala de Cultura del PP
en Valencia, María José Alcón, la del rostro patético, y quién no, mientras era
conducida en coche al calabozo, una mujer muy de la confianza de la ex
alcaldesa Rita Barberá, y casada con el ex teniente de alcalde Alfonso Grau,
que también la tuvo, hasta que llegó la triste hora de adjudicar los
"marrones" municipales, ponen en entredicho la honradez y
credibilidad de la senadora menos rentable de la democracia española, puesto
que deja al descubierto, con todos sus pelos, señales e intenciones la
escandalosa operación de blanqueo, previa a las pasadas elecciones municipales
y autonómicas, por la que concejales populares y altos cargos en el
ayuntamiento que dirigió Barberá intercambiaron mil euros de sus cuentas
corrientes por dos flamantes billetes de quinientos euros de los muchos que atesoraba
"en negro” el PP valenciano.
La señora Alcón en una conversación con su hijo Vicente,
grabada por el juez, le contó que el partido le había dado esos dos billetes de
quinientos euros a cambio de una transferencia equivalente, en concepto de
donativo a una cuenta del partido, en un claro ejemplo de lo que las unidades
policiales encargadas de investigar la corrupción llaman "pitufeo".
Lo más curioso y peligroso para el futuro del PP y la propia Alcón es que la
concejala advierte a su hijo que su partido "ha hecho una trampa", lo
que le priva de la coartada de la buena fe o la ignorancia, porque revela que
en todo momento ella fue consciente de lo irregular del asunto.
Supongo que hay que sólo una madre o alguien que está muy
seguro de su impunidad se confiesa tan abiertamente ante su hijo y por
teléfono, porque cuando, al tomar conciencia del volumen del dinero blanqueado,
Vicente pregunta a su madre si el partido tiene tantos billetes de quinientos
euros, ésta le dice que sí, que es dinero de empresas del partido, de empresas,
de comisiones, de corrupciones... y que es un dinero que el partido no puede
aflorar en sus cuentas. En la misma conversación, María José Alcón, cuya
principal virtud no parece ser la prudencia da detalles a su hijo de quien le
entregó los polémicos billetes, para devolver esa cantidad impoluta y
perfectamente reutilizable en gastos tan fiscalizados, al menos teóricamente,
como lo son los de una campaña electoral.
Y si Alcón señala a Mari Carmen García Fuster, la secretaria
del grupo municipal, como responsable de entregar el dinero, días después,
Alfonso Grau, su compañero en la vida y el partido, imputado en el caso Noos
por las declaraciones de la propia alcaldesa Barberá y hoy en el banquillo en
Palma de Mallorca, le dice en otra conversación posterior que también figura en
el sumario, que se da de baja de un partido, el PP, en el del PP en el que se
castiga a los inocentes, suponemos que lo dice por él, para tapar el culo a los
verdaderos culpables, suponemos que esto lo dice por Rita Barberá.
Está claro que lo de la corrupción, según el hijo de Alcón,
lo único que funciona en España, es un asunto de familia, en el que se confiesa
en los teléfonos lo que no se quiere o no se puede decir a las claras, ante un
juez o, por ejemplo, en los cumpleaños, la cena de Nochebuena o la comida de
Año Nuevo. Y está claro que, bajo el manto de unidad y protección con que los
partidos, como algunas familias protegen a sus miembros, destilan hiel y veneno
de los peores, dispuestos a aflorar como aflora el dinero negro cuando toca.
Basta con tener paciencia y prestar oídos a conversaciones tan jugosas que unas
veces recogen los jueces en las escuchas que ordenan y otras entregan en el
juzgado ex suegros despechados, como es el caso del hippie, ex yonqui del
dinero, Marcos Benavent.
Son asuntos de familia, sin comillas, porque, si la familia
en cuestión las llevase, como las lleva el sobrenombre de la Mafia, la omertá,
la ley del silencio que castiga con la muerte a quienes la violan, callaría
muchas bocas por activa o por pasiva.
Afortunadamente, la familia de la que hablamos no ha llegada
esos extremos, Aunque, al paso que vamos, quién sabe lo que nos queda por ver.
1 comentario:
Ciertamente lamentable...y les siguen votando !
Saludos
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