Me pregunto si alguna vez algún responsable del PP madrileño
ha dicho la verdad. Creo que sería difícil recordar uno sólo, porque en lo que
una y otra vez ponen su esfuerzo y nuestro dinero es en difundir su
propaganda, a veces de nada, porque lo que anuncian lo que inauguran, lo que
nos venden, no tiene más principio ni más fin que el de hacernos creer
que por fin van a hacer algo, ni más presupuesto que el destinado a
la publicidad y la parafernalia necesarios para la engañifa de lo que nos mienten
que van a hacer, presupuesto del que, por supuesto, también rebañan lo suyo
para sobresueldos y campañas electorales.
Lo de ayer, el pinchazo que por fin ha desinflado el cutre y
sucio globo de Eurovegas, es sólo la constatación de hasta qué punto y con qué
descaro pretenden, y con éxito gracias a la torpeza y el egoísmo de centenares
de miles de madrileños, vendernos al resto. Estaba claro desde el principio que
Eurovegas nunca vendría a Madrid. Eran demasiadas las exigencias que pretendía
imponer a Madrid el gánster Sheldon Adelson. Sólo un personaje como Esperanza
Aguirre, capaz de pedir al Gobierno el cese de Luis López Guerra del tribunal
de Estrasburgo por el fallo sobre la doctrina Parot, podía creer que las leyes
se pueden cambiar a su antojo. Nos distrajeron haciéndonos creer que el
obstáculo era la Ley Antitabaco que tantos beneficios ha traído a la salud de
los madrileños y hablándonos del derecho a disfrutar de la libertad de arruinar
su salud y la nuestra.
Pero tampoco eso era cierto. Lo que pretendían era
modificar al antojo y a la medida del imperio de Las Vegas Sands leyes
autonómicas, nacionales y Europas, con el agravante de garantizar al mafioso
que los cambios no serían reversibles y que, en caso contrario se le devolvería
lo invertido y se les compensarían además las pérdidas. Algo infumable por lo
que, estaba claro, la Comisión Europa no iba a pasar, lo que
significaba que, antes o después, en la Moncloa o en Bruselas, se iba a poner
fin a la delirante subasta de puestos de trabajo, inversiones millonarias y
nuevas infraestructuras.
Una subasta delirante en la que los medios de comunicación,
todos sin exclusión en algún momento lo hicieron, actuaron de mamporreros del
mafioso y de sus comparsas, los dirigentes del Partido Popular madrileño,
porque, aunque ahora lo nieguen, contribuyeron a engordar las mentiras, a costa
de las esperanzas de miles de parados madrileños. Así que es mejor que no
vengan ahora con críticas a Adelson, a Rajoy o Bruselas, porque ellos,
probablemente interesados en la tajada publicitaria del complejo, estaban
en la pomada del engaño. Y lo estaban hasta el punto de que desmintieron,
cuando no insultaron o ridiculizaron, al socialista Tomás Gómez cuando, ya en
julio, anunció la muerte de Eurovegas.
Esos medios tienen ahora la oportunidad de demostrar la
honradez que debieran tener, dirigiendo sus críticas y la severidad
desperdiciada en contra de quienes estaban siendo realistas y diciendo la única
verdad posible, la de que Eurovegas nunca iría adelante. Esa prensa tiene que señalar
a la principal responsable, que no es otra que Esperanza Aguirre que nos
embarcó en el asunto, borracha de poder y con la intención de vender humo
electoral, al margen de algún que otro negocio inmobiliario, en los que tan
afortunada es la familia política de la condesa. Porque Esperanza Aguirre
lo supo enseguida y, por eso, se quitó de en medio. Huyó y disfrazó la
huida de melodramática mezcla de amor a la familia y enfermedad, cuando, en
realidad, lo que estaba haciendo era dejarle a su sucesor Ignacio González la
deglución del inmenso marrón que se le venía encima, tratando de no ser la
mala, o la tonta, de la película, para, después, resurgir como ave fénix
resurrectora de la derecha madrileña, quien sabe si al frente de un cartel
electoral.
El listo de la película, el capo Adelson, jugó primero con
la estúpida y fomentada rivalidad entre Madrid y Barcelona -no quiero ni
imaginar la amplitud de algunas sonrisas en Barcelona- para, una vez convertido
Madrid en felpudo, utilizar la candorosa entrega de Madrid al fiasco
como ariete en sus intentos de llevar el proyecto a Corea o Japón. En cuanto a
quiénes son los paganos de esta historia, una vez más lo somos quienes pagamos
nuestros impuestos, porque, pese a todo lo dicho, explícitamente en el caso del
portavoz de González, Salvador Victoria, todo lo que ha venido gestándose en
estos largos meses de quimera tiene un coste, porque los informes no se hacen
solos, los viajes no son gratis y, aunque para toso ello se utilicen personal y
medios del gobierno regional, se trata de personal y medios distraídos de
otros fines más nobles y rentables socialmente.
Hemos sido víctimas, una vez más de trileros profesionales
que, a plena luz del día, pero contando con el deslumbramiento cómplice que los
medios de comunicación han venido produciendo en gente necesitada de esperanza,
no Aguirre, y de trabajo. Hemos sido víctimas de estos trileros y lo que no me puedo quitar de la cabeza es la sospecha de que, si nos engañaron con las posibilidades de Madrid para Organizar los juegos olímpicos de 2020 y nos engañaron con la operación Eurovegas, por qué no iban a hacerlo también con la privatización de la sanidad pública o el plan de desmantelamiento y degradación de la enseñanza pública.
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