jueves, 10 de enero de 2019

CIUDADANOS Y VOX


Lleva Ciudadanos más de un mes, desde que renunció a la presidencia de la Junta de Andalucía para su candidato Juan Marín, desmarcándose del inevitable acuerdo entre PP y VOX que les permitiría ocupar junto al PP el gobierno andaluz. No querían aparecer en la foto del acuerdo que finamente se firmó ayer y se resistieron a aparecer en las conversaciones entre PP y VOX para maquillar un pacto acordado desde el primer momento, porque era la única fórmula que posibilitaría arrebatar la Junta a Susana Díaz y evitar así unas segundas elecciones.
Ciudadanos no estuvo en la foto, pero su ectoplasma se ha filtrado en toso los encuentros, entre otras cosas, porque en ninguna cabeza cabe que los negociadores por parte del PP ignorasen que el botín final era a repartir con el partido de Rivera, el gran ausente de esta comedia.
Ahora viene lo más difícil, el día a día de gobernar con el aliento de los ultraderechistas de Abascal en la nuca, porque, por más que se empeñen, VOX, en racha y en un año electoral como pocos, no va a resignarse a aparecer como el tonto útil que facilitó el gobierno y va a hacer valer el fantasma de una moción de censura siempre que quiera imponer sus criterios al PP, algo que le va a resultar muy fácil, y a Ciudadanos que, a regañadientes tendrá que tragar para mantener el primer gobierno en el que participa en España.
Ciudadanos parece querer ignorar su presencia en las negociaciones secretas de Madrid, pero su olor, como el de un amante clandestino, estaba allí. Tan presente, a su pesar, como la pulserita rojigualda de uno de los interlocutores de VOX. Ellos sabrán como van a explicar en Madrid, Bilbao o Barcelona lo que ha pasado, pero es fácil imaginar lo pesado de la carga que tendrán que arrastrar, paseando por mítines y ruedas de prensa tosas sus vergüenzas.
Nos quieren engañar, haciéndonos creer que no tienen nada que ver con la emergente ultraderecha, pero sus actitudes frente al machismo, si no ante la violencia de género, frente a la enseñanza y en la economía no son muy distantes, eso por no hablar de la inmigración. Son más civilizados en el modo de expresarlos, pero los postulados se acercan más de lo que cabría esperar, especialmente porque Ciudadanos, como antes UP yD, encontraron en los padres mal divorciados, como su diputado Toni Cantó, un caladero en el que pescar nuevos votos, un caladero en el que ha entrado con codicia VOX con sus artes de arrastre.
Habrá que estar atentos para ver en qué manera afronta la gente de Rivera, la derecha más o menos civilizada del siglo XXI, su vecindad con "los de a caballo", personajes de pasado oscuro, maestros, con la asesoría del neocon Steve Bannon, asesor que fue de Donald Trump, en el arte de buscar gente cabreada e insatisfecha, supremacistas en asuntos de raza y de sexo, gente que antepone lo que cree que son sus derechos naturales, directamente emanados del "creador", a los de todos los demás, sean inmigrantes, niños o mujeres.
Tienen más que ver con VOX de lo que piensan y corren el peligro de que, ahora, se les vea definitivamente el "plumero" que esconden. Ahora que tendrán que compartir mesa y mantel con las dos derechas que se presentan como tales en España, la del PP, en franca descomposición, con las dudas y el debate sobre el liderazgo de Casado abierto ya en sus filas y la derecha de momento emergente del partido de Abascal, incompatible con Europa, todo un lastre para sus aspiraciones más allá de Andalucía.
Juan Marín, su candidato se hipotecó en plana campaña, poniendo puertas al campo del día después de las elecciones, comprometiéndose a no negociar con el PSOE, su socio en la anterior legislatura, y, con ello no ha conseguido otra cosa que tatuar en su espalda un corazón de enamorado, transido por las flechas del PP, pero también por las de VOX.

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