Una de las pocas cosas que aprendí en mis largos años de
ejercicio del periodismo es que cuando algo hay que explicarlo mucho y muchas
veces es porque no tiene explicación. Eso, precisamente eso, es lo que está
ocurriendo con Ada Colau y su alergia dosificada y selectiva al protocolo.
Debiera aprender la aguerrida alcaldesa de Barcelona de su
colega y amiga de Madrid, quien, sin aspavientos, sin anuncios previos, sin
parafernalia, dejo de acudir a la inauguración de la feria de arte ARCO, en
protesta por la censura ejercida por IFEMA, siguiendo instrucciones de vete a
saber quién. contra la obra en que Santiago Serra mostraba las fotos pixeladas
de quienes han pasado o están en prisión a causa de sus opiniones, obra en la
que incluyó -yo disiento de ello- a los líderes de la ANC y Òmnium Cultural y
al líder de Esquerra Oriol Junqueras.
La ausencia y el prudente silencio de la alcaldesa madrileña
dieron más fuerza a su gesto sin eclipsar la causa de su boicot a ese paseo
protocolario que las autoridades dan con los reyes por la feria. Por el
contrario, las ostentosas ausencias de Ada Colau han difuminado, al menos para
mí, la importancia de la cita tecnológica, bajo los nubarrones de la polémica y
la niebla de la perplejidad. Dos modelos de alcaldesa, dos modelos de protesta,
que nada tienen que ver entre sí.
Desde que se anunció, las filtraciones de parte deben
considerarse como anuncios, que da Colau no acudiría a la recepción, desde que
adornó su rebeldía explicándola como una resistencia al vasallaje que, en su
opinión, representa lo que llama "besamanos", no ha hecho otra cosa
que dar explicaciones en todas las radios, todas las televisiones y una parte
importante de los periódicos de gran tirada. Más tempo y más explicaciones de
las que ha dedicado y dedica a la paga de heroína que invade la ciudad que
rige, el turismo salvaje que asfixia Barcelona o a la falta de viviendas en que
realojar a los expulsados de sus barrios por la proliferación de los
apartamentos turísticos.
No sé cuál ha sido la intención última de Colau, no sé si
reforzar su imagen semi independentista en un escenario en el que los partidos
que la defienden cobran auge y tiran con sus movilizaciones hacia un futuro más
que incierto, no sé si sacar brillo a la insignia republicana que muchos
llevamos con pragmática discreción, no sé si, simplemente, ponerse otra vez
bajo los focos. De veras, no lo sé.
Lo que sí sé es que tanta explicación, tanto argumento
desmedidamente alambicado, tanta y tan chocante incoherencia, porque sentarse a
la mesa en que se sienta quien tanto te ofende no es coherente en absoluto, no
hacen otra cosa que dejar a la alcaldesa de Barcelona colgada de la brocha de
su salirse del tiesto. En fin, lo que decía al principio, cuando algo ha de
explicarse mucho y muchas veces es porque no tiene explicación.
1 comentario:
Gran artículo ...
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