Nadie, ni siquiera el más maquiavélico de los analistas,
hubiese podido imaginar que el desplome del PSOE en las encuestas y quizá en
las próximas elecciones se hubiese trabajado desde dentro, como se ha trabajado
desde Andalucía, con el acoso nada fraternal a que han sometido la taimada
Susana Díaz y sus leales al primer y único secretario general elegido
directamente por la militancia que ha tenido el partido.
De todos es sabido que Pedro Sánchez no era más que el
hombre de paja que propuso el aparato del PSOE para mantenerle caliente la
silla a la presidenta andaluza, mientras cumplía con sus electores andaluces y
con sus proyectos personales, de todos es conocida aquella frase en la que
Susana Díaz decía de Sánchez algo así como "este chico no vale, pero nos
vale" y, es que, no hay que olvidarlo, el candidato era un hombre de paja,
de usar y tirar, con el que hacer la travesía del desierto a la que un Alfredo
Pérez Rubalcaba desganado y desconectado de la realidad, de la calle y de las
demandas de sus propios votantes, había condenado al PSOE.
De Pedro Sánchez se esperaba que aceptase ser un hombre de
paja, un pelele desechable, para que, en su momento, la reina del Sur cabalgase
triunfal, más que al despacho de la calle Ferraz, al palacio de La Moncloa. Pero
el chico guapo llegó a creérselo, los baños de multitud, los besos y los
abrazos de los militantes hicieron mella en él. Se sintió importante y lo fue,
porque le tocó defender las siglas del PSOE disputando su espacio por primera
vez frente frente a una izquierda con posibilidades y lo hizo.
Y es que la letanía repetida por sus enemigos dentro del
partido, la de que sus resultados, el 20-D y el 26 de junio, fueron los peores
en la historia del PSOE, es del toso falsa, porque lo cierto es que, hasta diciembre
pasado ningún candidato vio como florecían millones de votos a su izquierda y,
si restamos a los resultados de Rubalcaba los millones de votos conseguidos por
IU, las mareas y Podemos, solos o agrupados, aunque sólo fuesen la mitad, los
números de don Alfredo quedarían bastante por debajo de los de Sánchez.
Pero, como digo, Pedro Sánchez acabó gustándose y, cuando le
vimos defenderse de todo ese fuego amigo y mediático que pretendía forzarle a
la traición a sus votantes, acabó gustándonos también a quienes, hasta
entonces, no le tomamos en serio. Y es que comenzamos a parecía en él una
virtud nada común en nuestra clase política, la dignidad.
Y mientras esto pasaba, Susana Díaz, la que, aferrada a la
tradición de su partido en Andalucía y la de personajes como el montaraz
Rodríguez Ibarra o su sucesor Fernández Vara, la de anteponer una idea absurda
de España a los verdaderos intereses de los españoles, porque eso da muchos
votos en "la tierra de María Santísima", hizo lo imposible para
evitar que Sánchez alcanzase un acuerdo de gobierno, posible, con las fuerzas
nacionalistas, pero, sobre todo, con Podemos.
Y esa es la clave, ni a Susana Díaz, ni al aparato del PSOE
de toda la vida les interesaba un gobierno con los "podemitas", un
gobierno que pudiese limar hasta dejarlas romas las hirientes aristas sobre las
que tendrían que caminar los españoles, aristas afiladas por el PP, la UE y un
PSOE entregado a favorecer a las grandes empresas en cuyos consejos sienta a
sus viejas glorias.
Por eso, en un gesto de pánico histérico, Susana y los suyos
culminaron la obra iniciada por Zapatero con la reforma del artículo 135 de la
Constitución, ese que nos entregó atados de pies y manos a los minijobs, el
copago sanitario, las no becas y la desigualdad. Por eso tomaron al asalto,
primero la Ejecutiva y, luego, el comité Federal del PSOE. Por eso dieron su
abstención a Mariano Rajoy para que pudiera culminar su obra de jibarización de
los españoles. Y, por eso, los españoles han vuelto la espalda a un partido, el
PSOE, que, de momento, es suyo, pero, no hay que olvidarlo, mucho más pequeño y
con menos futuro.
Felicidades, Susana, según el CIS realizado después del "asesinato en el Comité Fereral", lo has conseguido. Te has cargado tu partido
y, con él, la esperanza de que vuelva a haber un gobierno de progreso en
España, porque, en el fondo, era eso lo que querías ¿verdad?
2 comentarios:
Muy acertado...
Totalmente cierto le felicito
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