No lo puedo remediar. Escuchar a Fernández Vara pontificar
sobre lo que debe hacer el PSOE en la investidura de Rajoy y escuchar, además,
que es el único dirigente socialista que se ha mantenido en la coherencia, me
pone de los nervios. No lo puedo remediar. Tener que aceptar ese
marchamo de sinceridad y decencia para quien hace no tanto se deshizo en
críticas a aquellos díscolos diputados de la Izquierda Unida extremeña que se
abstuvieron para dar el gobierno a Monago, mandándole a la oposición, se me
hace insufrible.
Recordaba y, por si me quedaba alguna duda, acabo de
escuchar aquellas palabras suyas en las que negaba legitimidad a aquellos
diputados para hacer oposición a Monago, por haber facilitado su llegada al
gobierno. Precisamente, lo que él pretende que hagan sus compañeros en el
Congreso. Escuchándole, no puedo más que acordarme de Groucho Marx y su teoría
de los principios "tengo estos, pero, si no le gustan, tengo otros.
Fernández Vara me parece un trilero de la peor calaña, al que nunca le ha
importado -lo aprendió de su antecesor Rodríguez Ibarra- hurgar con su palo en
el avispero catalán o en el vasco, a sabiendas de que sus soflamas patrioteras
y simplistas acarraban votos extremeños a su graneo, a expensas de sus
compañeros del PSC o del PSE.
No me fío de los miserables y Fernández Vara me lo parece.
Estoy seguro de que piensa más en su futuro, en su futuro pequeño en
Extremadura, que en conseguir que su partido, el PSOE, se siente por fin en el
diván para decidir si su alma y sus principios coinciden con los de la gente de
la calle, los que sufren las consecuencias de la corrupción y la codicia del
capitalismo y quienes lo defienden o, por el contrario, prefieren alinearse
quienes se sientan en los consejos de administración, ciegos y sordos al dolor
y las dificultades de la gente.
Por si acaso, Fernández Vara huye de como de la peste de
cualquier cosa que huela a consulta a las bases, a democracia, Dice que cuando
se consulta a las bases "se pierden los matices" y es que, claro,
personajes como él viven instalados en los matices, viven de la ambigüedad y en
el caciquismo de creer que gran parte de que los de abajo no piensan y, si
piensan, nada importa lo que piensen.
Fernández Vara nada que ver con su compañero Miquel Iceta,
recién elegido primer secretario de los socialistas catalanes, un partido que
le ha ratificado en su puesto después de anunciar, como hizo su rival, Núria
Parlón, que mantendría su intención de votar no al apoyo a Rajoy en el Comité
Federal a celebrar aún sin fecha. Toda una lección, ésta sí, de coherencia
frente al "culebreo" de la gestora y gran parte de la aristocracia
socialista.
Ahí radica la enfermedad del PSOE en esa aversión a la
democracia sin filtros, al conocimiento de lo que realmente piensan las bases
en cada momento. Tanto es así, que los dos ganadores de las únicas primarias
celebradas en el partido, Borrell y Sánchez, acabaron renunciando después de
haber sufrido durante meses el acoso del aparato del partido. A los barones no
les gusta, les da pereza, enterarse de lo que piensan sus bases. Prefieren
dirigir el partido como un obispo dirige a las parroquias de su diócesis,
condenando a las tinieblas exteriores a quienes osan levantar la voz contra sus
"pastorales".
No quieren saber lo que piensan de la abstención y prefieren
hacer caso de encuestas tan sesgadas y contradictorias como la que ayer publicó
EL PAÏS en la que la respuesta ante cuestiones parejas no guarda ninguna
coherencia. Y me refiero a que, según sus datos, son más los votantes
socialistas que no quieren que gobierne Rajoy que los partidarios del NO. Será
porque, como escribió con sorna un usuario de Facebook en mi muro, se trataba
de una encuesta de EL PAÍS para Metroscopia.
No sé qué va a pasar de aquí a que se celebre el Comité
Federal. No sé cuánta sangre va a correr ni cuántos vana a ser los desgarros.
Sólo sé que, si se hace caso a Fernández Vara, el PSOE va a tener las manos
atadas para ejercer la oposición, porque será poco más que un animal domesticado
a palos y con todos sus dientes limados.
Estoy con Miquel Iceta quien recordaba estos días que el
PSOE resurgiría de un mal resultado si se llegan a celebrar las terceras
elecciones y en que lo que no está tan claro es que los votantes del PSOE tardarán
en olvidar que, con su voto, se facilitó un nuevo mandato de Rajoy. De momento,
el NO a Rajoy sigue vigente y, para cambiarlo, la aristocracia de Ferraz está
sembrando el camino de cadáveres. Por eso, consuela la coherencia de Miquel
Iceta y su rival en el congreso del PSC, que han reafirmado y gritado a los
cuatro vientos que "NO es NO, compañeros".
2 comentarios:
Tienen pánico al castigo de una nuevas elecciones...
Saludos
Miedo a perder sus posiciones y, posiblemente, a que salgan a la luz actuaciones no muy claras...
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