viernes, 7 de octubre de 2016

SI CREYESE EN DIOS...


Si creyese en dios, en cualquier dios, pensaría que lleva semanas enloquecido, enloqueciendo a los hombres, empujándoles, como a escorpiones en un círculo de fuego, a suicidarse, a hacerse daño a sí mismos y a los suyos. Si creyese en algún dios, cualquier dios, me preguntaría qué hemos hecho los españoles, para merecer este castigo que, una y otra vez, nos auto infligimos en las urnas.
Si creyese en dios, en algún dios, pensaría que Podemos, la esperanza del progresismo indignado, me preguntaría qué le ha hecho o que puede hacerle Podemos a ese dios, para temerle tanto. Si creyese en un dios, lo querría justo y bondadoso, no así de cruel con los niños que andan estos días confesando sus penas y las de sus padres, que son muchas, a la Cruz Roja. Si creyese en ese dios, que soy incapaz de imaginar, le pediría que no consintiese que esos niños se fuesen a la cama sin cenar, que pasasen frío o que tuviesen que irse a vivir a casa de sus primos, porque su casa, la casa donde jugaban en el bloque donde tenían sus amigos, se la ha quedado un fondo buitre que ha contratado al hijo de una alcaldesa que, desganada, va del jakuzzi al velatorio de unas jóvenes, apenas unas niñas, y del velatorio, después de hacerse las fotos, vuelve al jakuzzi.
Si creyera en dios, que no creo, le rezaría para que, quienes podrían haberse visto en la piel de los padres de esas niñas, no hubiesen vuelto a votar al partido de las siniestras gaviotas ladronas. Si aún pudiese creer en dios, como, de niño, me hicieron creer que creía, le pediría que me explicase por qué para la derecha resulta tan fácil ponerse de acuerdo, mientras en la izquierda, cuanto más cerca tienen poder, cuanto más al alcance de su mano tienen la fuerza precisa para transformar la sociedad, más se aplican en desperdiciar tal oportunidad.
Si creyese en dios, en cualquiera, antes de irme a dormir le rezaría para que las luchas internas no se cebasen, a costa de desanimar a sus votantes, en dividir y desinflar partidos que, aún hace un año, eran la esperanza de tantos. Si creyese en dios, si considerase posible hablar con él, le preguntaría por qué propició y consintió el tremendo espectáculo del pasado sábado y los días precedentes, en el que, sin llegar a las manos, como los eurodiputados del Ukip, los dirigentes socialistas españoles, de espaldas a sus militantes, dinamitaron un partido de más de un siglo, para impedir que el NO de sus diputados impidiese a Mariano Rajoy, tan cruel como impasible, seguir en La Moncloa, rompiendo con sus principios y, lo que es peor, con la lógica trayectoria de un partido que se dice de izquierdas.
Si pudiese creer en ese ser superior del que tanto me han hablado, supondría que algo debe saber, para consentir que los hombres, los hombres solidarios, los hombres de la izquierda, hayan reventado, como lo han hecho, el globo de nuestros sueños.
Pero no creo. Por eso me veo obligado a razonar, a buscar explicaciones para algo tan sin sentido, tan extraño y tan doloroso. Y dándole vueltas y vueltas, preguntando aquí y allá, llego a conclusiones, no sé si acertadas o no. Y todas me llevan a lo mismo, a que, de ninguna manera, en España, tampoco en Europa, por muy al sur que sea, quienes tienen tantas cuentas pendientes con la Historia, quienes han causado tanto daño, tanto sufrimiento, pueden consentir que el domesticado PSOE se eche al monte, de la mano de podemos y "separatistas", para exigirles que las salden.
Es entonces, cuando pienso que, puesto que dios no existe, los deudores saben que no habrá perdón para ellos y mueven todos los hilos a su alcance. Y, de todos, el más poderoso, como siempre, es el de la información. No la que se lee en los periódicos, que también, sino la que se asministra, la que se tiene y no se usa contra quienes tienen el poder de decidir o el de convencer a quienes deciden. Y los demás, tontos útiles.
En fin, como no creo en dos, para explicarme algunas cosas, no me queda más remedio que creer en los servicios de información.

2 comentarios:

Marisa dijo...

En fin, ¿por dónde empezar? Quizás por el final.
Decía George Orwell (y lamento, en este punto, parecerme a un recordado profesor de Derecho Político, de allá, en mis años mozos, cuando abría la exposición de la materia recurriendo a alguna cita) “El periodismo consiste en decir cosas que alguien no quiere que digas: todo lo demás son relaciones públicas” .
Creer en los servicios de información, es como pedirle opinión a un amigo, cuando lo haces ya has decidido que es lo que vas a hacer, independientemente de su parecer, porque ya has elegido al amigo a quien pedir consejo; si has decidido actuar, buscarás a quien te aliente, si has decidido lo contrario buscarás a alguien que mitigue tu desazón por no hacer nada. Algo parecido pasa con los servicios de información, recurrirás a aquel que te reafirme en lo que quieras creer.
Son como las fiestas navideñas o el Ratoncito Pérez, hay quien necesita creer para que su vida sea más llevadera.
En cuanto a lo demás, un irracional miedo a Podemos porque encarna la izquierda en su más amplia extensión, sin ambages, sin puertas giratorias ni jarrones chinos (como decía aquel: que se sabe que tienen un valor, pero que no se sabe dónde ponerlos), en contraposición con un psoe, en minúscula, domesticado, esperanzado en volver a su cómodo ahora-tú-luego-yo; una Izquierda Unida que negó una efectividad de su voto y presencia en las pasadas elecciones por el berrinche y pataleta de unas siglas mezcladas, no agitadas.
El suelo de la izquierda varia, depende de todo y no depende de nada.
El suelo de la derecha siempre es el mismo, nunca defrauda.
Un saludo.

Mark de Zabaleta dijo...

Toda una declaración de coherencia...