¡Pobre Felipe! A sus años, caerse del aballo y llegando casi
a Damasco, Y lo peor de todo, tratando de engañarnos, porque cuando ayer
renunció a su gran coalición, la gran coalición que ahora defiende en campo
abierto Rajoy, no dice toda la verdad. Felipe, orondo y soberbio, nos miente
cuando dice que no es el momento o que el invento ha fracasado en Austria y en
Grecia. Miente porque eso ya había pasado cuando la propuso. Miente, porque no
dice que lo que ahora pasa es que su partido, ese PSOE que abandonó cuando
vinieron mañ dadas, está ahora en su peor momento y no pasaría, tras las
elecciones, de ser poco más que una bisagra o, lo que es peor, el portero de
librea que franquee el paso a Rajoy o quien diablos sea para que el PP vuelva a
la Moncloa.
Es consciente, menos mal, de que presentarse a las
elecciones defendiendo una opción antinatural y contraria a la que preferirían
la mayoría de los votantes, un gobierno de Unidos Podemos con su partido, se
volvería contra el magullado PSOE, porque a los electores s eles caería su
papeleta de las manos y porque proponer un gobierno de coalición con quienes
han arrasado este país a lo largo de estos cuatro años dejaría en casa a muchos
de sus militantes, que no defenderían la propuesta si es que no rompen en mil
pedazos el carné de su partido.
Ver ayer a este señor en el que hace unos años creía
ciegamente, con ese fondo de columnas doradas, flanqueado por el cacique
manirroto de Gran Vía 32 y el ambicioso ministro de Exteriores, renegar de su
propuesta de hace sólo unos meses da que pensar. Debe tener datos, sesudas
encuestas, porque, la calle que pisan los mortales, hace mucho que no la pisa,
da un poco de grima, porque lo que dijo lleva a pensar que, desde su poltrona,
desprecia nuestra inteligencia y, sobre todo, nuestra memoria.
Hace tiempo que aprendí eso de que, cuando se acercan unas
elecciones, a nadie le gusta aparecer cerca de las urnas de la mano de socios
contra natura. Les pasaba a Arzallus y Pujol, PNV y CiU, por entonces aún
respetados, que en canto comenzaba la campaña arremetían feroces contra Madrid,
fuesen Madrid González o Aznar y a las pocas horas de conocerse los resultados
emprendían, sin el más mínimo rubor, el descarado galanteo con quien iba a ser
Madrid por cuatro años.
Lo de González es sólo una estrategia, otro farol del fulero
que sabe que la piel y el corazón del votante se endurecen con cada golpe, cada
decepción, que reciben. Y sabe que cada uno de esos golpes abre los ojos a más
gente. Quizá sepa también que, de un tiempo a esta parte, los jóvenes han
dejado de pensar que la política es cosa de viejunos y han llevado sus modos y
sus reglas al campo en el que se dirimen los asuntos de todos. Y es que les han
dado tanto y tan duro. han llegado asentirse tan despreciados que han bajado a
la arena, con su cerveza por delante, sin complejos, para mandar a donde merecen
estar a quienes critican sus ganas de vivir y su libertad, mientras se
atiborran de vinos caros, caviar y, ahora lo sabemos, de putas de confianza.
Felipe González no es tonto, nunca lo ha sido, pero es lo que
en su tierra llaman "un flojo". No le gusta demasiado trabajar, dejó
de gustarle ya en La Moncloa y ese defecto se le agudizó y cómo ya de
"jarrón chino". Por eso, llega tarde a casi todo. Por eso, cuando
habla, ya no sacude las columnas del templo, Por eso, pesa tan poco su opinión.
Por eso, apenas aparece ya en los mítines. Por eso, es uno más de los artistas
de esos circos mediáticos que montan las fundaciones y los clubes para hacernos
creer que desvelan el futuro, mientras desgravan impuestos a manos llenas.
Se equivoca González si cree que al pretender hacernos creer
que se ha caído del caballo, que él y su partido renuncian a su "gran
coalición", porque fue él el primero en hablar de ella, y que, con ello,
vamos a recobrar la fe perdida
No nos engaña y se engaña Felipe si piensa que sólo por eso
vamos a volver a votar a ese partido que tan obscenamente se restregó con
Ciudadanos, el partido de quien no ve tan mal la paz y el orden de las
dictaduras. Se engaña si pretende obtener sus objetivos, los de quienes le
pagan y coleccionan los jarrones chinos de su partido. Tenemos muy claro que
formar una gran coalición como la que hasta ayer proponía es la única manera de
conseguirlo. Soy, somos conscientes de que abstenerse para que gobierne un
Rajoy, o quien sea, en minoría es su plan B y tenemos que vacunarnos contra él.
Y la mejor manera de hacerlo es convencer a quienes se creen de izquierdas y
votan al PSOE de que, al menos ahora, no son de fiar,
Puede ser que Felipe se haya caído del caballo camino de
Damasco. Lo malo, para él, es que nosotros también.
1 comentario:
Gran artículo...
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