¿Quién dijo miedo? Yo lo digo. Yo digo que tienen miedo.
Miedo a soltar de entre sus manos a este país al que desde hace ya demasiados
años tienen cogido por el cuello Miedo a que, en esa Bruselas que ha dejado de
ser sueño para volverse pesadilla, cada vez sea más difícil imponer normas que
sólo benefician a unos pocos a costa de todos los muchos que vivimos al sur de
sus designios. Tienen miedo a que su pensamiento deje de ser ley y haya que
discutirlo entre todos, en lugar de imponerlo desde sus injustas mayorías.
Tienen miedo. Pero no sólo es el PP quien lo tiene., No cabe
duda de que, puesto que, si realmente hay un cambio a partir del domingo son
ellos los que más tienen perder, son Rajoy y sus maquinarias, como
sanguijuelas, de llevarse, ellos y sus amigos, la parte del león de nuestros
impuestos y, con ella, nuestros sueños y nuestras aspiraciones de vivir en un
mundo más igual y más justo. Tiene miedo el PP, ya viejo y conocido, y lo tiene
Ciudadanos, el bastón con que disimular esa evidente cojera que le han dejado
tantos años de vicios al caminar, y lo tiene también el PSOE que, desde que
González se negó a asumir, en 1996, aquella gran derrota del que fuera el
partido del cambio y que, en justicia, era a él a quien realmente le
correspondía.
El miedo del PSOE es un miedo distinto. es miedo a dejar de
ser en España la única izquierda capaz de gobernar. es el miedo a perder su posición
hegemónica, a que la suya sea la única imagen externa de esa izquierda. Miedo a
perder el poder que da que te perciban como la única fuerza capaz de mediar
entre el poder y las clases populares, un grave error que ya está pagando Pedro
Sánchez, porque creerse tal cosa supone ignorar que el poder reside en el
pueblo -o la ciudadanía, como queráis- t eso, como estáis viendo, se paga.
Una sabia sentencia dice que no se puede pretender tener
razón sólo por haberla tenido. Y ese es el gran problema del PSOE que se le
paró el reloj de la autocrítica en tiempos en los que el balance de su gestión,
viniendo de donde veníamos, sólo podía ser positivo. Ese y, además del de no
haberse empeñado en perseguir en sus filas la limpieza y la honradez que
predicaba, el de haberse alejado de la calle, de la gente de verdad, lo que le
condujo a no entender en su momento las voces que llegaban de ella, voces que
cristalizaron en el 15-M.
Unos y otros se olvidaron de la gente, demasiado preocupados
por "su" gente y, por eso, estamos donde estamos, unos y otros. Los
unos sufriendo, atemorizados por el suelo que cede bajo sus pies, y los otros,
nosotros, deseando que llegue la noche del domingo para ver en que quedan tanto
miedo y tanta ilusión juntos. Será interesante ser testigo de esas horas, ver
hasta dónde llegan uno y otra, ver en qué queda esta confrontación, esta
operación matemática en la que no hay resto posible, porque su miedo es nuestra
ilusión, su miedo a que se acaben sus "chollos" es nuestra ilusión
por que todo cambie. Un miedo y una ilusión difíciles de ocultar.
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