jueves, 9 de junio de 2016

DERECHA, IZQUIERDA O QUÉ


Sería bueno, antes de que esta noche arranque la campaña electoral, tener muy claro y muy presente qué es este país y qué son, qué pretenden ser o qué pretenden hacernos creer que son sus políticos. Por comenzar por lo importante, tenemos que tener claro que la gente de este país esta y ha estado dividida siempre y casi al cincuenta por ciento entre izquierdas y derechas, prudentes y atrevidos, creyentes y no creyentes o egoístas y solidarios. Lo único que desplaza esa raya que nos divide por mitades, no todas coincidentes, es lo que tiene que ver con la seguridad económica, el bienestar y la riqueza.
Es en esto último donde más claramente se marcan las diferencias, donde vemos que nuestra sociedad es una pirámide en la que, nunca mejor dicho, una minoría descansa sobre el resto o, mejor dicho, las ventajas de esa minoría descansan sobre el sufrimiento de la mayoría a la que oprime. Y esa "raya" de la que os hablo, que ha existido siempre, esa cuchilla que corta la pirámide de lado a lado, separando cada bloque, se ha desplazado ostensiblemente e los últimos años, llevándose el cemento con que se construyen las escuelas y los hospitales que necesitan "los de abajo" para levantar los áticos de los de arriba.
Lo que quiero decir es que, si a la hora de votar es importante sentirse de izquierdas o de derechas, creyente o ateo, valiente o miedoso, más importante es saber en qué nivel de la pirámide estamos y por qué. No pude ser, como hasta ahora, que, llevados por matices ideológicos o morales, acabemos siendo los tontos útiles que contribuyamos al acarreo del cemento de los de abajo hasta los de arriba. No puede ser que quienes tienen un trabajo precario o unos hijos que no lo encuentran, que quienes tienen que dejar la universidad o acabar sus carreras en el doble de tiempo que quien es de buena cuna, se queden en casa o, parece imposible, pero ocurre, acaba votando a quienes les recorta las becas, deja que se deterioren los colegios de todos y para todos. 
No puede ser que quienes pueden permitirse pagar lujosas clínicas se sirvan del voto de quienes padecen, además de sus enfermedades, las listas de espera y las carencias de una sanidad pública que quienes defienden los intereses de la ofensiva minoría tratan de echar abajo para convertirla en algo así como la vieja beneficencia del franquismo, para entrar a saco y con el cuchillo entre los dientes en el erial que quedaría con sus clínicas de pago y sus negocios paralelos.
Cuando dentro de dos semanas y dos días acudamos a las urnas para depositar nuestro voto debemos tener muy claro en qué lugar de la pirámide estamos y, casi tanto como eso, debemos repasar nuestra historia reciente, cerrando las orejas y los ojos a todo lo que puedan decirnos unos y otro en campaña. Debemos tener presente cuál ha sido el papel de cada partido en lo que nos ha pasado. No debemos olvidar, y siento decirlo, qué ha hecho el PSOE para defendernos de la ofensiva que el PP, defensor, con los votos de muchos ciudadanos, demasiados, de los intereses de unos pocos. Debemos recordar sus apelaciones a la seguridad jurídica y al "han vivido por encima de sus posibilidades" o, incluso, al fatalismo, para justificar los desahucios. Tenemos que tener presente que las primeras reformas laborales, las que iniciaron la carrera hacia la devaluación del empleo en España, las que instauraron y consintieron el modelo de becario precario, salieron de gobiernos y escaños socialistas. Debemos tener muy presente que lo único importante son los principios y que los dirigentes del PSOE hace ya mucho que arrumbaron los suyos en el trastero.
Las próximas elecciones probablemente se diriman por una cara bonita, una coleta o una canción más o menos, un candidato torpón haciéndose fotos con caza famosos o con bebé en los brazos o la labia de un señor que sólo suda en los debates, pero no debería ser así. Tampoco sería bueno que las urnas se llenasen con los votos de quien teme que los otros las llenen con los suyos. Sería bueno que lo del día 26 no sea una cuestión de izquierdas o derechas, de abortistas o anti abortistas o de jóvenes y viejos. Las próximas elecciones deberían ser un asunto de justicia e injusticia, de bienestar o pobreza. Las próximas elecciones deben volver a ser, aunque sólo sea por esta vez, una cuestión de principios y de conciencia.