Me gustan las campañas electorales porque en ellas los
partidos, especialmente los de la derecha, se esfuerzan parecer lo que no son
y, sobre todo, porque se gastan mucho dinero en contratar agencias de
publicidad que, como mucho, les venden remedos de otras campañas publicitarias
de éxito, aunque con mucha menos gracia y, sobre todo, con las huellas
digitales del "pagano" que acaba metiendo la cuchara, subrayando lo
obvio, colando sus fantasmas y sus estereotipos en el "anuncio" y cagándolo
todo, como diría un castizo.
Para su vídeo de
eso que hipócritamente llamamos "precampaña", Ciudadanos se ha metido
en un bar que pretende ser el reflejo de la sociedad española, con una Loles
esforzada madre de familia, no se sabe si ejecutiva o secretaria, que no puede
conciliar trabajo y vida familiar, un camarero-propietario, algo padre y algo
filósofo, un parado con cara de George Clooney que no encuentra trabajo aunque
se esfuerza, no porque los gestores de la economía hayan priorizado la
salvación del capital financiero y las grandes empresas frente a la salvación
de las personas, los verdaderos ciudadanos, sino porque no tiene suerte. Por
eso, porque no tiene suerte, ese padre protector, ese confesor que siempre hay
al otro lado de la barra, el que vela por sus clientes y, si hace falta, les
regala un décimo del gordo premiado, le aplaza el importe del café hasta que
las cosas le vayan bien.
En tanto, mientras vamos conociendo a estos clientes de
guardarropía, otro personaje, menos creíble aún que los demás, empeñado en el
cerebrín de los autores en parecerse a Pablo Iglesias, con coleta y todo, va de
la tragaperras al móvil y del móvil a las tragaperras, ajeno a las tragedias y
problemas que desfilan a su alrededor. Y en eso, aparece Mariano Rajoy en esa
tele perenemente encendida que hay en toso los bares, para anunciar la
"repetición" de las elecciones. Y, claro, eso desata las iras de los
presentes contra los políticos que han estado perdiendo el tiempo,
especialmente contra Mariano Rajoy "que no ha hecho nada en estos cuatro
meses". Otra vez a gastar dinero.
Es entonces cuando el buen padre-tabernero abre el memorial
de afrentas, citando la corrupción y el latrocinio generalizado y, oh sorpresa,
Pablo "Rocky" Iglesias parece salir de su mundo para gritar sin
convicción su "el poder para la gente", un recurso de mal guionista
que sólo sirve para que, una vez más el tabernero apostille que "será para
su gente" y que "a ver si hay suerte", otra vez la suerte como
solución, y enchufan a éste, el parado Clooney, como hacen con todos ellos. Y,
en estas, llega al bar un repartidor que, sin más, la emprende con
"Rocky" preguntando si está levantando España, a lo que un
segundo camarero apostilla que ese sólo levanta el móvil.
Y entonces, anacronismo donde los haya, aparece
"él" en la tele, Albert Rivera en estado puro, en uno de sus mejores
momentos parlamentarios, para que un cliente hasta entonces silencioso, con
pinta de prejubilado y la lección bien aprendida, inicie su canto, la oda a los
sufridos españoles que levantan el país una y otra vez cuando se hunde,
repasando las virtudes de todos los presentes, a los que anima diciendo que ha llegado
el momento de "creer en nosotros mismos" y en este país, "para
cambiarlo", aquí hace una pausa valorativa, una paradinha, y añade, para
que nadie le confunda con Rocky y los suyos, "cambiarlo para mejor,
claro". Y a continuación el chute de chauvinismo: "Este país lo tiene
todo para ser uno de los mejores del mundo, lo único que necesitamos, añade, es
que los políticos no nos lo pongan más difícil y, sobre todo, señalando al
Rivera de la tele, que sean humildes"
Es entonces cuando el "jubilata" suelta su cuña y
nos aclara que va a votar a Rivera, no a Ciudadanos, sino a él, a Albert
Rivera, que sigue contando su cuento en la tele, y, ahí, la pantalla se tiñe de
naranja como una ventana al futuro, un futuro que suponemos para todos, menos
para Pablo "Rocky" Iglesias que, en medio de tanta emoción, apurando
su cerveza pide otra y que se la apunten, lo que sirve a tan brillantes
guionistas para hacer un chiste, tan malo como obvio, poniendo en labios del
tabernero un "tú siempre con la misma coletilla" .
Pues, que lo sepáis, yo me apunto a las cervezas, a las de
Pablo Iglesias y Alberto Garzón, que, por fin, parece que, lo dicen las
encuestas, están poniendo en movimiento a la izquierda de este país. Y eso no puede ser malo,
1 comentario:
Muy interesante...
Publicar un comentario