"Ni pidas a quien pidió, reza un viejo aserto, ni
sirvas a quien sirvió". Un aserto que traduce en dos frases lo que suele
ocurrirle a quien muda "para bien", o sea hacía arriba, de condición.
Y lo que suele ocurrirle, por desgracia, es que olvida, cuando no desprecia, lo
que fue.
Algo tan lamentable, porque dice poco de la condición
humana, es lo que le ha ocurrido al secretario de Organización del PSOE, el
riojano César Luena, quien a sus treinta y seis años, o sea, nacido cinco años
después de la muerte del dictador, en plena efervescencia democrática, se
permite hacer chanza, si no despreciar, aquella izquierda que, durante los
cuarenta años del franquismo mantuvo vivas en este país la llama de la
resistencia a la dictadura y la esperanza de que este país volviese a ser lo
que nunca debió dejar de ser. Un desprecio que no es nuevo en su partido
porque, no hay que olvidarlo, ya en plena transición, cuando aún se encarcelaba
a comunistas por el hecho de serlo, al entonces secretario general de su
partido, Felipe González, no le hizo gracia que Adolfo Suárez legalizase el
Partido Comunista, a las puertas de las primeras elecciones democráticas.
Seguro que nadie le ha contado al "aguerrido"
César Luena, el secretario de organización incapaz de organizar su partido, que
ese partido llegó al gobierno de los ayuntamientos de la mano del Partido Comunista
de España, ese sobre el que hoy ironiza y previene a quienes le quieren
escuchar. Claro que tuvo que, si llegó a enterarse, tuvo que ser de oídas,
porque Luena parece de esos que creen que la tierra echó a andar cuando él
llego al mundo y se parará cuando se vaya.
Esa vieja izquierda que hoy desprecia quien es mano derecha
de Pedro Sánchez, es la que, a través de la lucha, durante mucho tiempo
clandestina, de los sindicatos, especialmente Comisiones Obreras, y de las
asociaciones de vecinos puso las bases de la estructura que mantuvo la
esperanza de que, algún día, este país dejase de estar gobernado por la
derecha. Por eso, César Luena, ahora que el PSOE está más cerca que nunca de la
derecha, vieja o nueva, y a los hechos me remito, se permite ironizar sobre la
probable alianza de la izquierda a la izquierda del PSOE, aunque bastaría decir
"la izquierda", y, si lo hace, es porque puede superarles, porque,
juntos, Podemos y sus mareas, Izquierda Unida y su UP y cuantas fuerzas quieran
sumarse a esa coalición, pueden superar las barreras de la tan perversa Ley
D'Hont, haciéndose con los "restos" que, en las pequeñas
circunscripciones, han otorgado siempre los escaños a los dos grandes partidos.
Luena, que ha unido su destino a Pedro Sánchez, quizá porque
ni uno ni otro tenían donde elegir, sabe que, si la temida coalición cuaja y
obtiene más escaños de los que Podemos e IU-UP obtuvieron por separado, su
destino y quizá ´también el de su partido estaría escrito y no para su bien.
Luena sabe de sobra que, pase lo que pase, su partido, tocado por su excesiva
cercanía a Ciudadanos y su sectarismo frente a Podemos, tiene las horas
contadas, al menos con su actual estructura. Y sabe, o debiera saber, que esa
"gran coalición" que alientan alguno de sus barones y el "parque
jurásico" que dormita en sus despachos, los de sus fundaciones y algún que
otro consejo de administración, sería el final para un partido que fue parte de
la vieja izquierda y que lleva tiempo renegando del sudor, del olor a lejía y a
cocina y de los monos grasientos o sucios de cemento, porque, desde hace ya
demasiado tempo, en vez de pisar el suelo, lo que pisan es una mullida moqueta.
A César Luena no le gusta, porque le da miedo, "la
vieja izquierda". A mí sí me gusta la izquierda y creo que este país se
merece ser gobernado por la izquierda. Y, puesto que él y su partido, el de las
primeras reformas laborales, el de las corrupciones propias o las consentidas,
el que, desde el sillón de gobernador del Banco de España consintió el saqueo
de las cajas y las preferentes, reniegan de ella, bienvenida sea la vieja
izquierda.
1 comentario:
Siempre certero...
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