Hay una frase hecha, una de esas sentencias de la sabiduría
popular, que resume a las mil maravillas la negativa de Pedro Sánchez o de
quien esté detrás o encima de él en el PSOE. Una sentencia que pone de relieve
la estupidez de quien pretende castigar a otro causándose daño a sí mismo. La
frase en cuestión, escuchada o evocada más de una y más de dos veces en los
cuarteles por los que hicimos el servicio militar, la "mili", no es
otra que la que reza así: "para que se joda el sargento, no como
rancho".
Qué es sino una autoflagelación o, lo que es peor, un
castigo para quienes quieren, queremos, que, de una puñetera vez se vayan y
dejen de hacer y deshacer a su antojo leyes y normas aquellos que llevan cuatro
largos años desmontando lo que queda de nuestro bienestar y, con ello, nuestra
felicidad. Lo de Sánchez ayer, rechazando sin apenas meditarla, la oferta de
Podemos para compartir listas al Senado, es como dejar de comer el rancho que
se sirve en la mesa para castigar a Pablo Iglesias a expensas del futuro de la
izquierda, en la que se supone que habría que incluir también a los
socialistas.
Aún recuerdo aquella Entessa del catralans que, en plena transición
barrió con su lista al Senado por Barcelona las elecciones, convirtiendo a Joan
Benet, pese a lo que Esperanza Aguirre de sí misma, en el senador más votado de
la historia de la democracia española. Y, porque lo recuerdo, no me cabe en la
cabeza que un partido que se dice de izquierdas y que jura y perjura querer
desalojar al PP del poder, el PSOE, renuncie a arrebatártele la mayoría del
Senado, dejando en manos de quienes han dejado en la miseria y el dolor a
tantas familias, de quienes ha sentado en esos escaños a quienes pasan por ser
las estrellas de la corrupción en Valencia, el control de una cámara que no
sirve para otra cosa que para bloquear cualquier reforma constitucional que se
abra paso en el Congreso.
No me cabía en la cabeza hasta que, escuchando a Óscar
López, se ha hecho la luz para mí. Dicen decir no a la propuesta, y valga el
trabalenguas, para que Podemos y sus socios no saquen adelante el referéndum en
el que se consultaría a los catalanes por el futuro de su relación con el
Estado. Y lo dice "tan pancho", sin mover una pestaña, confundiendo o
pretendiendo al menos que confundamos gobierno con parlamento. Agitando el
señuelo del anti catalanismo o el estandarte de una pretendida unidad
inquebrantable de España, a qué me suena esto, para justificar su estrategia de
zapador, su ansia de minar cualquier intento de construir una izquierda fuerte
que ensombrezca y minimice su estéril hegemonía, al menos en estos últimos
años.
Pero no nos engañemos. Ni siquiera ese anti catalanismo, ese
veto a cualquier propuesta de consulta homologada y democrática, no muy
distinta de las de Escocia o el Quebec, es la verdadera razón de la negativa.
La verdadera razón hay que buscarla en el pánico ciego de quienes controlan el
partido socialista a que la izquierda pueda acceder, como ya pasa en
ayuntamientos y comunidades, a los despachos que han visto y oído tanto a lo
largo de tantos años de gobiernos corruptos y oposiciones consentidores y
complacientes. No quieren que el aire limpio y la luz entren en ellos y
levanten las alfombras que esconden tanta basura. No quieren que aumente el
número de senadores progresistas para que no multipliquen y no controlen las
comisiones que investiguen y barran tanta basura.
Oscar López y Pedro Sánchez pretenden que confundamos una
alianza que acabaría el día que cada senador electo recibiese su credencial,
con un pacto de gobierno que sí implicaría compromisos para el futuro.
Que lo digan claro, que digan que no quieren senadores con restas,
de se dejen de sumas y restas que se hicieron en los tiempos de Almunia y Paco
Frutos, cuando este país padecía una izquierda y una juventud desmovilizadas,
cuando aún creía que era rico y no había habido un 15-M. Está claro que
juntos sumarían más. No hay más que ver el "canguelo" que les ha
entrado con la alianza de Podemos e Izquierda Unida, no hay más que recordar
aquellos tiempos en que España salió de la dictadura con socialistas y
comunistas, sí. comunistas, de la mano.
Como reza la sentencia han decidido que para que se joda el
sargento, no van a comer el rancho de la unidad, aunque sean sus votantes y
quienes quieren que este país cambie los que resulten jodidos.
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