Con cuatro meses de retraso, con alguna que otra inocencia
perdida y, a lo mejor, gracias a eso, ayer llegó por fin el acuerdo que puede
unir, si no a los partidos, sí a las bases de la izquierda española que, ahora
puede verse, es muy amplia.
Dicen que el gato escaldado del agua fría huye y no me
parece que Pablo Iglesias, a pesar de sus torpezas, ni quienes le rodean,
escaldados en noviembre quieran mojarse en junio. Quizá por eso y con la
calculadora en la mano, Podemos se ha apeado de su exceso de arrogancia y se ha
avenido a ceder en algunas de las condiciones planteadas por Alberto Garzón en
nombre Izquierda Unida – Unidad Popular.
Por eso estoy seguro de que Pablo Iglesias, sabedor de su desgaste
en estos cuatro meses, o más, de soberbia intransigencia, y Alberto Garzón, el líder
mejor valorado de la izquierda estatal si no de todo el arco parlamentario y
deseoso de transformar por fin en escaños todos esos votos recibidos por IU-UP,
que se vieron malogrados en las últimas elecciones.
Sea por lo que sea, Podemos e IU, las fuerzas que solas o en
compañía de otros se disputaron hace cinco meses los votos a la izquierda del
PSOE, acuden juntos a esta nueva convocatoria y, por las primeras reacciones,
de entusiasmo por parte de unos y de pánico y resentimiento por parte de otros,
parece que la suma de sus expectativas en votos se traducirá en un importante
número de escaños que podría llevar al desgastado y descastado PSOE al lugar
que, a mi modo de ver, mereció ya en noviembre.
En las próximas horas, las bases de IU y Podemos tendrán que
ratificar este acuerdo, aún con incógnitas, pero que, dada la distinta
situación de partida y, esto es personal, la confianza que me merece Alberto
Garzón, superará fácilmente el trámite. Será entonces cuando, al menos en
Izquierda Unida, comiencen a retratarse, si no lo han hecho ya, quienes
prefieren, lo he dicho muchas veces, ser cabeza de ratón antes que cola de
poderoso león transformador, cuando algunos traten de defender su chiringuito
en perjuicio de los ciudadanos que depositamos el voto y la confianza en esas
siglas.
Llegarán también las meteduras de pata de unos y otros que,
espero, se resolverán rápido y con bien, y llegará el acoso de los poderosos
que no quieren perder el control del parlamento, consolidado durante años de
tratar con la vieja política y engatusar a sus líderes. Llegará lo peor de esos
partidos, tan acostumbrados a las componendas que tendrán que entenderse ahora
con una izquierda emergente y esa otra izquierda, la vieja izquierda, según los
pipiolos del PSOE, a la que siempre han marginado a la hora de repartir las
armas electorales.
No les van a resultar fáciles, no, los nuevos tiempos a los “compañeros”
diputados del PSOE, porque después de tantos años y, por desgracia, están más
cerca en intereses y en amistades de sus “colegas” del PP que de quienes
lleguen ahora al hemiciclo. Tampoco les va a resultar fácil a los opinadores,
anoche mismo pudimos comprobarlo, que perderán “soplos” y favores de sus viejas
fuentes y que ahora, algunos ya añosos, tendrán que reconfigurar el mapa de la
información parlamentaria.
Supongo que más de uno andará ahora ajustando consignas con
sus “padrinos” y recibiendo las correspondientes filtraciones insidiosas para
minar la fuerza de este acuerdo que puede hacer tambalearse las estructuras de
la que ha sido la política española en los últimos treinta años. Supongo que no
tardarán en pintarnos apocalipsis varios para el caso de que se produzca el tan
temido “sorpasso” que convierta a Pablo Iglesias y Alberto Garzón en líderes de
la leal oposición o, quién sabe, en el núcleo duro del nuevo gobierno.
Estoy expectante por saber en qué va a acabar todo esto. Hay
quien dice que, a pesar de los cambios que se produzcan en la composición del
hemiciclo, el equilibrio entre la izquierda y la derecha será el mismo, que PP
y Ciudadanos podrían sumar escaños para equilibrar el ascenso de Podemos-IU. En
ese caso el papel del PSOE, seguro que ya sin Pedro Sánchez, será decisivo y
será bueno conocer su posición y la de sus bases, porque quizá opte por
dificultar de nuevo un gobierno de la izquierda. Será excelente, porque,
facilitando, la permanencia de la vieja y cruel derecha económica en el poder,
el PP azul y el PP naranja, que dice Garzón, se retratará para siempre y dejará
libre y despejado el espacio de la izquierda.
Nos van a contar muchas patrañas, se van a emplear a fondo
en las insidias. Nos van a mentir una vez más, pero esta vez lo harán a la
desesperada y con miedo. Nuestro deber, como le decía ayer a mi amigo Víctor
Claudín, es convencer a quienes nos rodean, propios y extraños, de que nunca
como ahora votar va a ser imprescindibles, porque, por fin la izquierda,
nuestra izquierda acude unida a las urnas. Sí, después de tantos años, por fin
juntos.
2 comentarios:
Se necesitan...
Los necesitamos...
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