lunes, 23 de septiembre de 2019

SUMAS Y RESTAS


Desde que ayer tarde se confirmó que Íñigo Errejón y su partido se presentarán a las elecciones del 10 de noviembre, los centenares de analistas, "politólogos" y contertulios "de la muerte" no han hecho otra cosa que repasar la aritmética de sus tiempos de la escuela, sumando y restando y eligiendo
sumandos y sustraendos más con el corazón, o el bolsillo, que con la cabeza.
Me atrevo a escribirlo, porque pone los pelos de punta observar como algunos "tertulianos" de casta, con la divisa de los partidos de derecha en el morrillo, embestían sin piedad contra Errejón, al que dijeron de todo, menos guapo, desde vago a traidor, empezando por la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso quien no es que se haya esforzado mucho en pagar deudas e impuestos. Voces de la derecha que, oh milagro, salieron en defensa del pobre Pablo Iglesias, el rey de la purga, al que su compañero desde la adolescencia, el amigo de toda la vida había traicionado definitivamente.
Andan todos elucubrando, improvisando en voz alta, sus teorías sobre el efecto que tendrá en las urnas la irrupción en esta convocatoria de un partido como el de Errejón, encuadrad en la izquierda, procedente del mismísimo Podemos, con muchos de los cuadros de esa formación fumigados en sucesivas purgas por el "gran timonel" de la izquierda, Pablo Iglesias, incapaz de soportar la menor divergencia con su "pensamiento único". Andan elucubrando y, cuanto más a la derecha se colocan, más aseguran, en realidad sólo lo desean, que Errejón y su partido perjudicarán a la izquierda.
No quisiera equivocarme, pero creo que, al contrario, que la opción encabezada por Errejón será la opción de quienes, defraudados por el frustrado intento de formar el gobierno progresista que habían reclamado en las urnas, se convierta en destinataria de unos votos, los suyos, que, hasta ayer, iban a perderse en la abstención.
La opción Errejón, inequívocamente de izquierdas parece capaz de acoger a un electorado también de izquierdas, pero no sectario, en un espectro, si no ideológico si de actitud, mucho más amplio que el que cubre el Podemos de Iglesias, mucho más estrecho, cuando no opresivo en términos ideológicos, un espacio transversal, en el que caben aquellos que, desde el centro a la izquierda que está más allá del PSOE tengan cabida.
Hay quien dice que la intransigencia suicida de Iglesias, ese afán por dinamitar cualquier posibilidad de formar gobierno con Sánchez tenía que ver con el fantasma de Errejón, dispuesto a desembarcar en el panorama nacional, al que, a menos eso pensaba, alejaría forzando unas elecciones ahora, antes de que su vejo "amigo" hubiese tenido tiempo de organizar su opción electoral nacional. Nada más lejos de la realidad, se equivocaron, porque el fantasma del amigo desde ayer le echa el aliento en la nuca que oculta ras la coleta.
El duelo electoral que Iglesias quería postergar ya está aquí. Él y su compañero de viejas luchas se verán las caras ante los electores de Madrid, los mismos que, en las pasadas elecciones autonómicas, optaron mayoritariamente por Errejón, frente a la opción auspiciada por Iglesias. Eso y el voto que hubiese ido a la abstención que recoja Más País o como quiera que se llame la nueva opción será lo más positivo de la apuesta, porque la izquierda española más allá del PSOE se merece un partido más dialogante, con unos líderes más libres y menos pendientes de caer bien al "amado líder". Ese, más allá de sumas y restas, será el efecto más beneficios del paso dado por Íñigo Errejón.

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