martes, 2 de abril de 2019

LA HIPOTECA DE LAS PENSIONES



Estamos a menos de un mes de las elecciones, por primera vez y de momento, gracias al tesón de miles y miles de jubilados, parece que las pensiones se sitúan por delante de los impuestos en las promesas y en los compromisos que van destilando, aún balbuceantes, los partidos que se presentan a ellas.
Si nos fijamos en lo poco que han dicho unos y otros, parece claro que en la derecha son partidarios del "sálvese quien pueda" de los fondos privados, tan anhelados por la banca, deseosa a toda costa de quedarse con nuestro dinero, ahora que, después de tanto escarmiento, estamos perdiendo la buena costumbre de ahorrar.
Hay partidos, como VOX, el destilado del egoísmo y la soberbia de quienes se creen con derecho a todo sin aportar nada, porque pueden y "lo valen", dispuestos a anular de un plumazo el sistema de pensiones, para dejar el futuro de los jubilados, ellos que tan cargados van de apellidos compuestos e ilustres, en esos fondos de pensiones o esas inversiones a las que sólo tendrían acceso sus vecinos y pocos más.
Están también quienes quieren recortarlas, lo acaba de proponer, con mayores o menores matices, el sumo sacerdote de la economía ultraliberal, Daniel Lacalle, fichado por el "siempre acertado" Pablo Casado, para dirigir la economía en un cada vez más hipotético gobierno del Partido Popular, que cifró ese recorte en un 30%, un recorte que se aplicaría a los ya menguados ingresos de nuestros, ya de por sí castigados jubilados.
Ciudadanos, por su parte, dice apoyar el Pacto de Toledo, pese a lo cual, hace unos meses dejó caer los presupuestos de Pedro Sánchez que vinculaban al IPC su subida y, por tanto, la revalorización de las pensiones, tan castigadas por la miserable subida del 0,25 %, impuesta por el PP de Rajoy. Así que, en esto, como en casi todos lo demás, en el mercado es muy difícil saber si Ciudadanos es carne o pescado, porque unas veces se presenta con aletas y escamas y otras en piezas sobre el mármol de la carnicería.
La postura de la izquierda, con mayor o menor intensidad, con mayor o menor realismo. o al menos eso dicen, es la de revalorizar las pensiones y mantener un salario mínimo digno, para mantener así el poder adquisitivo de nuestros mayores que, probablemente, hoy no podrían rescatar a los ciudadanos de este país, abandonados por gobiernos demasiado preocupados por rescatar a la banca porque, dicen, era crucial para el sistema, como si los españoles hundidos no lo fuésemos.
Es un debate demasiado viejo, en el que nadie dice del todo la verdad, porque antes o después tienen que presentarse ante las urnas y, para ese momento, nada mejor que prometer bajar los impuestos y subir las pensiones, una ecuación diabólica que venimos arrastrando desde hace décadas, desde que Felipe González, recién convertido a la peor de las socialdemocracias, dijo aquello de que bajar los impuestos es también de izquierdas. Un debate que hay que abordar con valentía y con esa dosis de pedagogía que la izquierda gobernante hace años que abandonó en este país, un debate del que todos huyen, porque, aunque como dejó escrito Quevedo la verdad amarga, pese a que hoy nadie quiera echarla de su boca.
Parece complicado dotar a los ciudadanos de este país de pensiones dignas que les permitiesen vivir con una cierta soltura, darse un capricho de vez en cuando y, por qué no, guardar unos ahorritos, no como ahora que esperan el veinticinco de cada mes, para apartar lo de cada recibo y pagar las trampas del mercado. Parece mercado y no lo es.
Parece complicado, porque lo hemos hecho complicado aislando unas veces para bien, pero otras para mal, la caja de las pensiones, dejándola, como ahora, desguarnecida y con ingresos bajos para pagar las pensiones a los hijos del "Baby Boom" que están a punto de jubilarse, ahora que sus hijos cobran sueldos de mierda. Nunca como ahora ha hecho falta valor y honradez para hacer entender a quienes irán a votar el día 28 que el Estado tiene la obligación de redistribuir la riqueza y que los impuestos son la herramienta que tiene para hacerlo.
De modo que, ahora que las máquinas han expulsado a los obreros de las fábricas y que las nuevas tecnologías han dinamitado el mercado de trabajo, es más necesaria que nunca una revisión al alza de los impuestos, una revisión que, partiendo de valor social que siempre ha tenido el trabajo, obligue a los destructores de empleo a dejar aquí, en España y en impuestos, parte del beneficio obtenido a nuestra costa, como mano de obra barata o como clientes.
Resumiendo, hay que garantizar pensiones dignas para ciudadanos tan dignos como sus gobernantes y, si no llega con la caja de las pensiones o la ecuación no acaba de resolverse, recaudar los impuestos que sean necesarios para complementarlos, porque contratar un fondo de pensiones que hoy desgrava los impuestos que, a la hora de cobrarlo, habrá que pagar, es pagar dos veces por lo que debería por ley es nuestro.
Las pensiones no son una hipoteca, como pretenden hacernos creer, las pensiones son la casa en la que tendremos que vivir el final de nuestra vida.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Bien analizado ...

Saludos
Mark de Zabaleta