martes, 9 de abril de 2019

CON LA BOCA LLENA DE ODIO Y MENTIRAS


Ayer, como quien da los buenos días, con la misma naturalidad, Pablo Casado, al que el PP le viene grande y al que no quiero ni imaginarme al frente del gobierno, se permitió decir que Pedro Sánchez prefiere "las manos manchadas de sangre a las manos blancas, las manos pintadas de amarillo a las manos tendidas", olvidando de una tacada que los socialistas han perdido tantos compañeros a manos de ETA como los que ha perdido el PP, entre ellos Francisco Tomás y Valiente, amigo personal de Felipe González y presidente del Tribunal, asesinado en su despacho de la facultad de Derecho de la Autónoma de Madrid, donde los alumnos se echaron a la calle con las manos pintadas de blanco, dando origen a esa forma de protesta contra la violencia a la que tan demagógica y cruelmente aludió ayer el pipiolo que, sin saber de la misa la media y por necesidades de su desplome en las encuestas, pretende recuperar el terreno perdido frente a su amigo "Santi" Abascal, aprendiz de rana como él bajo las faldas de Esperanza Aguirre.
Oír esas cosas de quien pertenece a un partido que de forma premeditada ha torpedeado el fin de la violencia en Euskadi y, con él, el de ETA y con su actitud de azuzar el conflicto catalán pensando en la renta electoral que tan nefasta actitud le daba en el resto de España, escuchar a ese mequetrefe que a cada momento se juega nuestro futuro entre sonrisa y sonrisa, todas ellas entrenadas y falsas, me produce náuseas, porque sabe perfectamente y, si no lo sabe, peor, que lo que dice es falso y que los fosos que cava frente al resto de partidos tendrá que cruzarlos a nado antes o después, para recabar la ayuda que, si llega a gobernar, los dioses no lo quieran, reparar tanto estropicio como está causando.
Está Pablo Casado, que aún nos debe un trabajo fin de máster y explicaciones sobre su licenciatura en Derecho, y está por otro Santiago Abascal que ni sabe ni le importa de casi nada, porque, así debe creerlo, le basta con cabalgar erguido y poner cara de "cara", de las que se estampan en la monedas o se imprimen en los libros de Historia, una materia que, por cierto, ha debido simultanear con Plástica, porque, para él, los hechos históricos, lejanos o no, son de la misma plastilina con la que modelaba sus figuras.
Ayer en una entrevista en Espejo Público, le gusta pisar terreno amigo, amén de atribuir a Rajoy la frase "es la Economía, estúpido", que un asesor de Clinton sugirió al luego presidente, para rebatir a Bush padre, frase que figura en Wikipedia y en la memoria de quienes se toman la molestia de seguir la actualidad en lugar de soñar con glorias e imperios perdidos, como hacen él y los suyos, tratando de emular al viejo y esperpéntico  hidalgo que Berlanga creo para su "Bienvenido Míster Marshall".
No era de Rajoy y eso que el hoy registrador las dejó floridas y cómicas. Pero no pareció importarle. Lo que le importa es llevar el agua al molino de su estrecho ideario, inventándose cifras y mintiendo si es preciso sobre cualquier asunto. Ayer, sin ir más lejos, pintando los hospitales del norte de Europa como campos de exterminio a los que las personas mayores no quieren acercarse por miedo a que les apliquen una eutanasia que, en muchos casos, ni siquiera está regulada legalmente.
Pero da igual, ni a él ni a los que tienen ya decido votarle, mucho menos a quienes por oportunismo se apuntan a sus listas, como ese antiguo objetor de conciencia que en menos de veinte días se podría convertir en diputado por Teruel en un partido que quiere reimplantar el Servicio Militar Obligatorio.
Da igual, nada importa. De aquí a menos de veinte días se puede mentir, exagerar, insultar, prometer lo que no se puede cumplir y asustar, sobre todo asustar, porque, como dice Kiko Veneno en una de sus últimas canciones "Yo quería ser español", en la que dice "siembra el miedo y, después, la gente vota al que manda".
Sí, es posible, pero todo tiene un límite, el de la decencia y la moralidad, y esto de lo que os hablo es inmoral e indecente, porque lo dicen candidatos que se llenan la boca de odio y mentiras.

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