jueves, 14 de marzo de 2019

CASADO INTRAUTERINO


Qué le ocurre a Pablo Casado, qué trauma infantil le acompaña, qué le faltó, qué le sobró, para andar todo el día enredado en el vientre de las mujeres. No soy capaz de imaginarlo, pero debe haber sido algo grave y trascendental, algo que ha teñido desde entonces su pensamiento y que, tras mantenerse prudentemente agazapado en tanto "no tocaba", no hay más que ver lo que le sucedió a Gallardón con su delirante propuesta sobre el aborto, y que ahora que se ve con poder, al menos de momento, ahora que parece convencido de que los correajes y las sotanas están a la vuelta de la esquina, está sacando a pasear su apolillada y rancia ideología de alumno de los maristas, para decirnos, sobre todo a las mujeres, lo que tienen que hacer con su vida y con sus cuerpos.
Quizá me equivoque al querer encontrar un componente freudiano en el comportamiento del líder del PP, quizá sea demasiado generoso en el análisis y la realidad es que estamos ante un caradura, ante un tipo con labia, irreflexivo, que habla por no callar, in tipo de esos que, cuando hablan, hacen subir el pan, que parece ir por libre en su partido, al que ya puedo imaginarme arrepentido de haberle elegido presidente y candidato a vivir en la Moncloa.
Casado es, ya lo he escrito en otras ocasiones, un telepredicador irresponsable, más preocupado porque su diminuto micrófono tenga cargada la petaca que porque su discurso tenga sentido y coherencia, un tipo cargado de gestos, con esa sonrisa, falsa como pocas, colgada todo el día, con esos ojos hundidos y pequeños que parecen mirar desde el cogote, ojos que no transmiten la más mínima confianza en quien los mira confianza.
Se ve que lo de Casado no es preparar sus discursos ni sus entrevistas, se ve que gusta de improvisar, se ve que prefiere meter la parta y pasar a otra cosa antes que pararse un momento, reflexionar y, si no es oportuno hablar, callar. Quizá por ello, el estupidiario de la política española está lleno de sus "perlas" y raro es el día en que no nos deja una más para la colección. Las hay de todo tipo y en todos los campos imaginables. No respeta la tecnología, en la que entra como un elefante en cacharrería, las hoy médicas, como esa de "analizar" retinas, ignorando que para analizar algo hay que romperlo. Se comporta, en fin, como un sastrecillo valiente al que alguna vez alguien rio las gracias y al que hoy es imposible callar.
Sin embargo, si hay un charco en el que a Pablo Casado le gusta chapotear es en el de la obstetricia y todos y a todas, olvidando que la sociedad es ya adulta y q lo que tiene que ver con el vientre de las mujeres que él parece ver como un huerto en el que los machos ponen las semillas, que ellas han de cultivar, aunque sea a su pesar, sin poder disponer nunca de la cosecha, vigilada y oprimida. A todos nos contó sin pudor la peripecia de uno de sus hijos que nació muy prematuro y, amparado en esa circunstancia, pretende dar lecciones de moral y sacrificio a todos y, especialmente, a todas, olvidando que esta sociedad ha madurado y que se ha dotado de medios y leyes suficientes para que se respeten sus derechos.
Creíamos haberlo oído todo cuando pretendió obligar a las gestantes a ver las ecografías de sus fetos, incluso de los que no fuesen a gozar de una vida completa, para que supiesen lo que llevan dentro, para que se encariñasen con la foto, vamos, olvidando el derecho que asiste a toda mujer a disponer de su cuerpo y a llevar a término con garantías, o no, su embarazo. Lo creíamos, pero ayer, en medio del apagón de las redes, que, como una tormenta divina, nos dejó rumiando a solas la última de sus burradas, sin poder responderla, sin poder comentarla sin poder mofarnos de ella, sin hacer ver a nuestros amigos nuestra opinión sobre tamaño desaguisado.
Lo que supimos ayer es que Casado propone es garantizar a las inmigrantes irregulares embarazadas que no van a ser expulsadas antes del parto a cambio de dar a su bebé en adopción. Algo inhumano y cruel, una especie de transacción comercial, en la que se ofrecen a las gestantes unos cuantos meses de tranquilidad, a cambio de desprenderse de su bebé, para darlo en adopción a una familia española, para que crezca en España, lejos de sus hermanos, donde quizá en el futuro será insultado y, por qué no, discriminado por el color de su piel, en el metro, en un bar o en el trabajo.
En fin, lo que pretende Casado es algo así como quedarse con el "paquete" que espera ilusionado el vecino y despedir al mensajero con unas palmaditas en la espalda. Una nueva salvajada moral de este Casado intrauterino que parece nos saber mirar más allá del vientre de nuestras mujeres.

3 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Bien expuesto ...

saludos
Mark de Zabaleta

Mark de Zabaleta dijo...

Bien expuesto ...

Saludos
Mark de Zabaleta

Anónimo dijo...

Claro síntoma de ambición de poder,...sin nada positivo que ofrecer.