Como era de prever el ingreso en prisión de Jordi Sánchez y
Jordi Cuixart ha vuelto a llenar las calles de ciudadanos que protestan contra
el encarcelamiento de quienes consideran, creo que, con cierta ligereza, presos
políticos. Quienes equiparan su situación a la de quienes luchaban contra la
dictadura franquista y daban con sus huesos en Carabanchel por pensar,
escribir, decir u organizarse contra un régimen que perseguía a sindicatos y
partidos, que encarcelaba a estudiantes, obreros y curas, que perseguía a
periodistas y abogados y que no dudaba en consentir y defender todos esos
policías llenos de furia y de odio que no dudaban en disparar sus armas contra
quienes se manifestaban en la calle, se destacaban en las asambleas de facultad
o de fábrica o, sencillamente, dejaban su protesta escrita en las paredes
y los muros.
Me pone de mal humor, me cabrea, que quienes llevan dos
meses organizando protestas en las calles de Cataluña, autorizadas o no, sin
incidentes, sí, pero también sin oposición policial, quienes llevan ese mismo
tiempo y más, exagerando y deformando la realidad o, mintiendo descaradamente,
en casa o fuera de nuestras fronteras sobre lo que sucede en Cataluña.
Me indigna que esto suceda en un país que, desde hace
cuarenta años disfruta de elecciones libres cada cuatro años, un país que tiene
un parlamento nacional, más de una quincena de parlamentos autonómicos y
ayuntamiento libres en cada municipio del territorio, sometidos, eso sí, al
imperio de las leyes y reglamentos que, desde entonces, con mayor o menor
fortuna, administran y protegen la convivencia de los ciudadanos y
protegen sus derechos.
No me parece decente guardar silencio, por eso no callo,
ante quienes, sin pararse un sólo momento a reflexionar, consideran a Sánchez y
Cuixart, al frente de una poderosa máquina propagandística y logística, capaz
de organizar con éxito las mayores manifestaciones que se recuerdan en Europa y
quizá en el mundo, con medios suficientes para inundar las redes sociales con
sus mensajes en todos los idiomas, preparada para montar y emitir en horas un
spot propagandístico, a imagen y semejanza de los que siguieron a las violentas
represiones en Ucrania o Venezuela, para qué cambiar lo que tan eficazmente ha
funcionado, siga engañando o cuando menos confundiendo a la opinión pública en
Cataluña e intentándolo fuera de ella. De ninguna manera.
No me parece decente dejar de señalar que ambos
encarcelados son responsables de sendas organizaciones muy poderosas en medios
humanos y también materiales, con una capacidad de movilización que para sí quisieran
algunos partidos y sindicatos, han gozado de absoluta libertad de movimientos
para, siguiendo una estrategia perfectamente diseñada y documentada ante la
justicia, en la que son la pieza fundamental para amplificar las decisiones del
Govern y del cojo Parlement de Catalunya, cojo, porque un parlamento en el que
se niega la voz a la oposición camina como debe. no avanza en línea recta,
organizaciones capaces de movilizar en horas a decenas de miles de personas y
que viene haciéndolo desde hace años.
No, no me parece decente decir que, quienes han venido
desarrollando estas actividades en libertad y desde hace tanto tiempo alcancen
la consideración de presos políticos por haber sido considerados responsables
de un delito, la sedición, que nada tiene que ver con la opinión, salvo en su
intención. Lo cierto es que los millares de personas que impidieron la libertad
de movimientos de los agentes que registraron las instalaciones de la
consejería de Economía hace tres semanas, convocados por la ANC y Òmnium
mantuvieron el cerco a los guardias mientras Sánchez y Cuixart, al alimón, se
lo pidieron mientras la pasividad de los mossos permitía el destrozo de sus
vehículos.
No es decente sumar cantidades que no son homogéneas. No es
decente colocar a quienes han tenido libertad de medios y movimientos
hasta que han sido acusados de un flagrante delito que no es de opinión, con
quienes se dejaron la salud y la vida en las cárceles franquistas por luchar
desde la clandestinidad contra un régimen despótico y criminal. Aquellos presos
políticos y "los jordis" no son cantidades homogéneas.
2 comentarios:
Una reflexión muy coherente ...
Saludos
Fantástica reflexión
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