Recuerdo de mis tiempos del colegio que cuando alguien hacía
una trastada, por ejemplo, la de esconder la cartera, porque entonces había
carteras, no mochilas, se decía eso de "dando palmas y silbando",
para garantizar que nadie movía nada ni conspiraba con el compañero. Esa
era en aquellos tiempos de pícara inocencia la expresión máxima del disimulo,
porque batiendo palmas o silbando era imposible hacer otra cosa.
Con el tiempo, acabaría aprendiendo que, también dando
palmas y silbando, no como se dan en un concierto o un partido de fútbol, se
puede conspirar y se conspira. Pero quedémonos con el recuerdo infantil y su
significado. para describir gráficamente lo que nuestros líderes políticos
llevan días haciendo: dar palmas y silbar, para no decir claramente lo que
desde hace días tienen decidido hacer.
Tengo más que claro que Rajoy no tiene pensado tirarse a la
piscina de una nueva investidura, sin haber comprobado que en ella hay
suficientes abstenciones para que, en el peor de los casos -desde su punto de
vista, claro- puede salir a flote el encargo de formar gobierno. Pero tengo,
también, tanto o más claro, que el gallego impasible no está dispuesto a entrar
en el horno de un otoño caliente, lleno de huelgas manifestaciones y agitación
social, sin la protección ignífuga de un acuerdo de legislatura.
Rajoy anda ahora en esa contradicción tan suya de no callar,
pero decir, en ese "todo, salvo alguna cosa”, tan propio de quien sabe,
pero calla, al tiempo que no quiere verse pillado en renuncio, eso tan gallego
de cubrir todos los flancos y controlar todas las salidas. Por eso no dejó ayer
completamente cerrada su postura, por eso se reservó el "botón del
pánico" para no sentirse encerrado con problemas que ya no podrá
"resolver" mediante decretos-ley, por eso, al final de cada frase,
dejó colgados los correspondientes condicionales.
Otro tanto hizo Abert Rivera, el aliado natural del PP,
según dijo ayer Pedro Sánchez, pese a que en su fracasado intento de
investidura se escudó en sus faldas, para no lograr con Podemos, el acuerdo más
lógico y deseado para la mayoría del electorado. Rivera anunció lo que haría su
partido, pero dando palmas y silbando a la hora de justificar su consentimiento
final a que Rajoy gobierne, si éste quiere, porque dijo que lo haría por
responsabilidad, algo parecido al "imperativo legal" con que algunos
diputados reticentes a ella juraban la constitución.
Por su parte Pedro Sánchez, con la voz engolada y poco
creíble de las ocasiones solemnes mareó su particular perdiz, cebada con
consignas y argumentos ya escuchados en los miembros de la ejecutiva, tratando
de envolver en vaselina el enrome y decepcionante supositorio de la vergonzosa
abstención, total, parcial o mediopensionista, que acabará introduciendo en el
confiado e inocente recto de sus votantes No me lo creo y más cuando deja
entrever, mientras "da palmas y silba", su disposición a intentar
otra vez el ridículos de aceptar una nueva investidura.
Quizá, porque no le quede otra, Podemos es quien menos
disimula. curado ya de espanto y aprendida ya la lección de que aún no ha
llegado su momento. Está más tranquilo y se explica mejor que los otros, porque
le es más fácil la coherencia. Su posición es, ahora mismo, la que más poder
tiene en su mano, tanto que, si quisiese, podría hacer la trastada de forzar
con su abstención, "dando palmas y silbando", un gobierno de Rajoy en
penosa minoría, aunque Ciudadanos y el PSOE no quieran.
1 comentario:
Toda una reflexión...
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