jueves, 14 de julio de 2016

DANDO PALMAS Y SILBANDO


Recuerdo de mis tiempos del colegio que cuando alguien hacía una trastada, por ejemplo, la de esconder la cartera, porque entonces había carteras, no mochilas, se decía eso de "dando palmas y silbando", para garantizar que nadie movía nada ni conspiraba con el compañero.  Esa era en aquellos tiempos de pícara inocencia la expresión máxima del disimulo, porque batiendo palmas o silbando era imposible hacer otra cosa.
Con el tiempo, acabaría aprendiendo que, también dando palmas y silbando, no como se dan en un concierto o un partido de fútbol, se puede conspirar y se conspira. Pero quedémonos con el recuerdo infantil y su significado. para describir gráficamente lo que nuestros líderes políticos llevan días haciendo: dar palmas y silbar, para no decir claramente lo que desde hace días tienen decidido hacer.
Tengo más que claro que Rajoy no tiene pensado tirarse a la piscina de una nueva investidura, sin haber comprobado que en ella hay suficientes abstenciones para que, en el peor de los casos -desde su punto de vista, claro- puede salir a flote el encargo de formar gobierno. Pero tengo, también, tanto o más claro, que el gallego impasible no está dispuesto a entrar en el horno de un otoño caliente, lleno de huelgas manifestaciones y agitación social, sin la protección ignífuga de un acuerdo de legislatura.
Rajoy anda ahora en esa contradicción tan suya de no callar, pero decir, en ese "todo, salvo alguna cosa”, tan propio de quien sabe, pero calla, al tiempo que no quiere verse pillado en renuncio, eso tan gallego de cubrir todos los flancos y controlar todas las salidas. Por eso no dejó ayer completamente cerrada su postura, por eso se reservó el "botón del pánico" para no sentirse encerrado con problemas que ya no podrá "resolver" mediante decretos-ley, por eso, al final de cada frase, dejó colgados los correspondientes condicionales.
Otro tanto hizo Abert Rivera, el aliado natural del PP, según dijo ayer Pedro Sánchez, pese a que en su fracasado intento de investidura se escudó en sus faldas, para no lograr con Podemos, el acuerdo más lógico y deseado para la mayoría del electorado. Rivera anunció lo que haría su partido, pero dando palmas y silbando a la hora de justificar su consentimiento final a que Rajoy gobierne, si éste quiere, porque dijo que lo haría por responsabilidad, algo parecido al "imperativo legal" con que algunos diputados reticentes a ella juraban la constitución.
Por su parte Pedro Sánchez, con la voz engolada y poco creíble de las ocasiones solemnes mareó su particular perdiz, cebada con consignas y argumentos ya escuchados en los miembros de la ejecutiva, tratando de envolver en vaselina el enrome y decepcionante supositorio de la vergonzosa abstención, total, parcial o mediopensionista, que acabará introduciendo en el confiado e inocente recto de sus votantes No me lo creo y más cuando deja entrever, mientras "da palmas y silba", su disposición a intentar otra vez el ridículos de aceptar una nueva investidura.
Quizá, porque no le quede otra, Podemos es quien menos disimula. curado ya de espanto y aprendida ya la lección de que aún no ha llegado su momento. Está más tranquilo y se explica mejor que los otros, porque le es más fácil la coherencia. Su posición es, ahora mismo, la que más poder tiene en su mano, tanto que, si quisiese, podría hacer la trastada de forzar con su abstención, "dando palmas y silbando", un gobierno de Rajoy en penosa minoría, aunque Ciudadanos y el PSOE no quieran.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Toda una reflexión...