Definitivamente, no. No puedo estar a favor de la nueva
edición que la Real Academia de la Lengua ha hecho de la obra cumbre de la
literatura española y que ayer presentó su responsable Arturo Pérez Reverte. No
puedo estar de acuerdo. Y me explico: yo, por edad, soy de esos españoles que
hace más de medio siglo tuvieron en sus manos aquella otra edición abreviada
del Quijote que, en 1960, publicó la editorial Edelvives para su uso como
material de lectura en las escuelas. Una edición de la que sólo conservo el
recuerdo positivo de las hermosas ilustraciones que el grabador francés Gustave
Doré hizo en el XIX. No puedo estar de acuerdo, porque aquel libro que hoy me
encantaría tener otra vez entre mis manos actuó en mí como una vacuna
inoculando los anticuerpos que me impidieron, ya más adelante, sumergirme en la
indiscutible grandeza del original de Miguel de Cervantes.
Aquella edición escolar que llegó a mis manos era heredera
de la que los hermanos maristas hicieron en 1931 en esa misma editorial,
entonces bajo otro nombre, una edición que constaba con dos libros ben
diferenciados, uno para los alumnos y otro para los maestros, que aún hoy
pueden encontrarse a precio de coleccionista en librerías de viejo o, si no se
dispone del importe que nos van a exigir, admirar y consultar en
bibliotecas y museos.
No me parece bien y menos que sea la Academia quien lo haga.
No me parece bien que se purgue la monumental obra de Cervantes -en palabras de
la RAE- a fin de "facilitar una lectura sin interrupciones de la trama
principal", algo que, a mi modo de ver, priva al lector del inmenso
tesoro que Cervantes puso en nuestras manos para conocer la sociedad de su
tiempo
Se han sacado del texto todas las historias que en
opinión de los editores se consideran digresiones y no sólo eso, sino que,
además, se han renumerado los capítulos, fundiendo en ocasiones dos en
uno, lo que, en mi humilde opinión es poco menos que una herejía.
Supongo que a Arturo Pérez Reverte no le haría ninguna hacia
que privasen de alguna de sus aventuras a su Alatriste ni mucho menos que
rehiciesen su lenguaje que es lo que, bajo su responsabilidad, se ha hecho con “el
ingenioso hidalgo", porque, quede como quede el muñón, una mutilación es
siempre una mutilación.
No me gustan estos experimentos y considero que son ya
numerosas, si no demasiadas, las ediciones "amables" que ya se han
hecho para niños y lectores cómodos, en cómic, en dibujos animados, en cine,
para televisión, en comedia musical, en ópera y no sé si en audiolibro. No me
gusta, insisto, y creo que una de los monumentos literarios de todos los
tiempos y culturas no tiene necesidad de que nadie le acerque lectores.
Creo que se basta y se sobra tal y como lo escribió
Cervantes. Otra cosa es jugar con él y tener la osadía de enmendar la plana al
autor.
No creo que esta adaptación lleve muchos lectores, quizá
ninguno, al Quijote original. Como tampoco Luis Cobos llevó a nadie a la ópera,
la zarzuela o las piezas clásicas que contaminó con sus arreglos ratoneros tan publicitados
en su día y tan olvidados hoy. Para mí es eso lo que se acaba de hacer: meter a
Luis Cobos en la Academia.
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1 comentario:
¡Totalmente de acuerdo!
Saludos
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