viernes, 19 de octubre de 2018

LOS SANTOS INOCENTES



Quien me conoce sabe que siempre he defendido la novela frente al ensayo. normalmente el ensayo se construye con datos fríos, datos que tienen la frialdad del mármol, les falta el latido de la vida que, por el contrario, palpita en la novela, más si esa novela ha salido de quien acostumbra a mezclarse con la vida, a observarla desde dentro o, en todo caso, de cerca. Por eso prefiero una nueva novela al mejor de los ensayos y, si esa novela ha salido de la mirada y la experiencia de autores como Miguel Delibes, no cabe la menor duda de que aprenderemos mucho de ella que de los mejores tratados de Historia o Sociología.
Por eso creo que no hay mejor manera de entender lo que nos está pasando que leer, por ejemplo, la genial "Los santos inocentes", del autor vallisoletano. En ella la brecha social, como ahora se dice, elevada a la máxima potencia del caciquismo, no importa dónde ni cuándo, se explica a la perfección, se siente como una tensión permanente, la misma que habría entre un perro y su amo, si el perro fuese consciente de que siempre será perro, de que, por más que mueva el rabo, por más que lama su mano, nunca será como él y que, a la hora de los esfuerzos, de los sacrificios siempre los acabará pagando el animal.
La virtud de la novela de Delibes, que describe un tiempo pasado, pero no tanto, porque yo he visto a una familia de aparceros vivir en la miseria a pocos meros de la casa de sus "amos" a sólo unos pocos kilómetros de Madrid. Y no sólo eso, la sensación de que hay amos y siervos hoy está presente en el discurso de esos dirigentes políticos, no diré de qué partido, que ponen a los niños andaluces, mi nieta es andaluza, por debajo de los castellanoleoneses o la de esos curas clasistas que enseñan con vídeos a sus uniformados alumnos que los ricos son más listos que los pobres, que los son poco menos que por tontos.
Esto de que os hablo se evidencia también, ayer lo tuve claro con el tratamiento que dieron las teles al asunto, en la injusticia resuelta por el Supremo que pone fin a la práctica, caciquil como pocas, de hacer pagar a quienes suscribimos una hipoteca el impuesto correspondiente a los actos notariales a que los bancos obligaban, algo así como obligar a ese perro metafórico de que os hablo a pagarse el colar y la correa con que el amo les ata.
Curiosamente, lo que parecía preocupar más a "los medios", más que el modo en que los afectados podrían recuperar lo que siempre fue suyo, puesto que, como dice el Supremo, el registro notarial de la hipoteca interesaba sólo al banco y por eso lo exigía, pese a que injustamente se lo hacía pagar a sus clientes... lo que interesaba a los medios parecía ser el "daño" que el fallo judicial iba a causar a la banca, los miles de millones que tendrán que pagar ahora, a los hipotecados o a la hacienda pública, y las consecuencias bursátiles de la sentencia.
Lo anterior, de plena actualidad, es sólo uno de los muchos ejemplos que, ahora que, tras aquel 15-M que parece ya olvidado, salen a la luz. Los desahucios, los abusos laborales a nuestros jóvenes, la nula inversión en ayudas a la dependencia, el abandono de lo público en favor de lo privado y quienes lo gestionan, la brecha salarial entre hombres y mujeres, José María Aznar Botella, administrando el parque de viviendas sociales, de todos, que su madre malvendió al fondo buitre para el que trabajaba "el niño", los abusos, en suma de una clase privilegiada por su cuna, sobre otra condenada a trabajar, pagar y callar.
Una especie de maldición, ésta, que no sé de dónde viene ni por qué sigue sobre nuestras cabezas, una maldición que, antes o después, acabará. Por eso, fiel a ese respeto que tengo a la novela como explicación de la vida, me permito sugerir a los caciques de ahora, banqueros, administradores de fondos buitre, dirigentes políticos y toda la caterva de abusadores que llevamos a nuestras espaldas que lean la novela de Delibes, quizás así sepan que la sumisión no dura para siempre, que un día, cuando el dolor y la humillación sean insoportables, como cuando el señorito mató por gusto a la "milana bonita" de Azarías, acabarán colgando de una encina, porque en las novelas, como os digo, en "Los santos inocentes" está la respuesta a muchas cosas.

No hay comentarios: