martes, 18 de diciembre de 2018

FEITO EL PROVOCADOR


José Luis Feito, responsables del laboratorio de (malas) ideas de la CEOE acaba de descolgarse con una, la de que acabar con la austericida reforma laboral del PP, la que permite empleos de unas pocas horas a unos pocos euros y deja sin futuro a nuestros jóvenes, sería un empleicidio. Lo dice, claro, él que, con unos cuantos cargos y unos cuantos salarios o, como se dice de la "gente fina", unas cuantas retribuciones no parece pasar necesidades ni agobios, pues el día le da para arreglarse ese bigotillo "a lo facha" tan habitual en el franquismo, con el que hoy casi nadie se atreve.
Se ve que Feito no tiene hijos y, si los tiene, los tiene "colocados" en la senda de una vida fácil, con buenos empleos, cargos, incluso, y buenas retribuciones. Nada que ver con la vida de tantos jóvenes que después de superar una licenciatura o un grado se ven obligados a luchar con dragones o piratas en la siguiente "pantalla", la de los másteres, carísimos, que nada garantizan, pero que constituyen un trágala para todo aquel que quiera intentar, sólo intentar, vivir de sus conocimientos.
La reforma laboral que defiende Feito es la que ha llenado nuestras calles de mensajeros en bicicleta. a cuatro euros la entrega y a dos entregas por hora, sin tiempo siquiera para esperar a que el  receptor agradecido hurgue en su bolsillo a la búsqueda de esa propina que ayudaría a completar un sueldo ni siquiera suficiente, ciclistas con uno o dos títulos universitarios, condenados al pedal y al riesgo, porque el país en el que viven, el país que ha pagado con los impuestos de sus ciudadanos gran parte de su formación no es capaz de garantizarles una salida profesional y digna.
En mis tiempos, más o menos los de Feito, las cosas no eran así. Nadie nos regalaba nada, pero había siempre un horizonte más o menos lejano al que dirigirse. Hoy ese horizonte no existe. Ya no hay un mundo para conquistar, ya no hay sueños. Todo lo más malvivir hacinados en un piso con gente como ellos, que tiene que conformarse con llegar a fin de mes, con pagar la parte que les corresponde del carísimo alquiler de un piso en el que una habitación y un hueco en un sofá son ya un lujo.
Además, y por si fuera poco lo anterior, al señor Feito, el de la camisa impecable y el bigotito facha, no le gustan los relojes para fichar en las empresas, acabarían con las pequeñas y medianas empresas, dice. Para él es mejor la situación actual, la que permite que empresarios sin escrúpulos exploten a sus empleados mal pagados, forzándoles a hacer unas horas extraordinarias que las más de las veces no se llegan a cobrar, si no las hacen les ponen en la calle, y, si las cobran, las cobran tarde y mal, horas extraordinarias que se cumplen con la esperanza de consolidar un mísero puesto de trabajo siempre en el aire, siempre sometido a la voluntad del patrón.
A Feito no le gustan los sindicatos, como a nadie en la CEOE. Ellos prefieren a sus trabajadores solos y aislados frente a los caprichos o la codicia de sus jefes, los quieren maleables y resignados, sufridos y agradecidos ante cualquier migaja que "de buen rollito" tengan a bien concederles. Con la excusa de la crisis y el "sálvese quien pueda" que ha conllevado, los sindicatos han perdido peso y, sobre todo, prestigio, hasta el punto de haberse convertido en convidados de piedra en cualquier negociación, en la que se conforman con "salvar los muebles", dejando en el desamparo a todos estos subempleados, homúnculos con carrera, para Feito y sus amigos, siempre en la cuerda floja, siempre sin futuro. Aun así, que nadie se confíe, porque la capacidad de aguante del ser humano es limitada y, cuando nada hay que perder, ya nada importa.
Dicen que, en realidad, Feito es un provocador. Yo les digo que se ande con cuidado, porque quien azuza a las fieras por vencidas y cansadas que parezcan, se arriesga a llevarse, antes o después, un buen zarpazo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena definición.