Lo de ayer en Ferraz tuvo mucho de guiñol, ese teatrillo
simple, para niños en el que la realidad se hace más evidente a base de simplificarla,
de exagerar los gestos y pulir los mensajes hasta dejarlos desnudos y, muchas
veces, para desgracia de quien los lanza, claros. Un teatrillo, en el que los niños, el púbico, la base, tiene muy claro quién es su héroe, el bueno, ese al que le llueven los palos de todos y, por eso, enternecedoramente, le defienden.
Ayer, a una hora extraña, en la que quien no estaba
trabajando, andaba apurando las últimas horas del puente de que disfrutamos los
madrileños, se nos permitió ver y escuchar juntos, por primera vez en todos
estos meses, a los tres candidatos avalados por la militancia para ocupar la
secretaría general del partido que una vez gobernó España, el PSOE, que ganaba
elecciones por mayoría absoluta y que hoy se ve descabalgado y lejos de volver
a lograrlo. Vimos enfrentados a la elegida por el aparato del partido, Susana
Díaz, tapada de la vieja guardia socialista, y al hasta ahora último secretario
general, el primero elegido por el voto directo de todos los militantes,
“derrocado" en septiembre pasado con aquel "golpe de mano"
urdido por quienes han estado y, de momento, están detrás de su rival.
Si escribo "de momento" es porque en la
"función" de ayer había un tercer personaje, Patxi López, solvente y
tranquilo como no los son los otros, al que, sin embargo, le tocó jugar, por
propia voluntad o por encargo de ese mismo aparato marrullero, el papel de
cortafuegos o recambio, habrá que verlo, de una Susana Díaz que, fuera de la conspiración, a
cara descubierta y sin su público, vale bastante menos de lo que ella y sus
mentores dicen que vale.
Por desgracia, Patxi López pareció estar ayer en ese papel,
sumándose a las reprimendas a Sánchez, ejerciendo como complemento necesario de
esa pinza con la que pretendieron asfixiar al ex secretario general que tuvo
que batirse con ambos, mientras los reproches de López a Susana Díaz, brillaron
por su ausencia. Me duele decirlo, porque siento aprecio por él, pero cada vez tengo
más claro que López es el "plan B" del aparato, el recambio de una
apuesta fallida, la de la presidenta andaluza, que, fuera de su entorno, no
sólo no remonta en las encuestas, sino que cae mal.
Patxi López sería ya, y no hay más que escuchar a los
opinadores habituales de tertulias y columnas, el candidato a la secretaría
general, el elegido para rehabilitar un partido traspasado por ambiciones e
intereses muchas veces inconfesables, que ha perdido el norte, porque se ha
comportado como una empresa ensoberbecida, en alguna he trabajado, que se cree
por encima del mercado y, de tanto mirar encuestas y tanto márquetin,
hace mucho que ha dejado de entender a sus votantes y, lo que es peor, a sus
propios militantes. No es, y quisiera que quedase claro, que sienta por López
antipatía alguna. Todo lo contrario, me parece un tipo estupendo, con ideas y
con ganas de consenso, aunque me temo que está ahora en lo que está, más que
por el bien de los ciuddanos, incluidos vascos y catalanes, por el bien del
partido que ya estaba en casa de sus padres cuando nació. Un buen anhelo este
de salvar al partido de un cisma que cada vez parece más evidente, de no ser
porque corre el peligro, si es que ya no lo está, de ser fagocitado por quienes
tan torpemente escogieron a Susana Díaz y se ven ahora sin tiempo ni capacidad
de maniobra para mejorar la oferta.
Este fin de semana, incluso hoy martes, no se habla más que
del debate de las primarias del PSOE o de Eurovisión y, curiosamente, creo que
ambos asuntos están relacionados. Si Portugal ganó el festival el sábado fue
porque se presentó a él no queriendo ser quien no era, con una canción que se
parecía a aquellas canciones de los primeros años del festival que todos esos
horrores cargados de coreografía, luminotecnia y trampas que, se perecen todas
entre sí y que no acaban de gustar ninguna. Es a eso a lo que debería aspirar
el PSOE, a volver a ser él mismo, un partido progresista y de la izquierda, que
piense más en estar con los más desfavorecidos, que vuelva a pensar en los
impuestos como la única herramienta capaz de redistribuir la riqueza, acabando
con las escandalosas desigualdades que genera este sistema perverso en el que
se empeñan en meternos. Portugal es hoy más feliz que España, estoy seguro, y
no por haber ganado Eurovisión, sino porque su gobierno, la amplia coalición de
izquierdas que artrítico y acomodado aparato socialista no dejó hacer a
Sánchez, se ha preocupado más de su gente que de las empresas de otros.
El PSOE esta, no ya "malito", como dijo la cursi y
más que populista Susana Díaz, el PSOE, está muy enfermo. Tanto que, si de aquí
al domingo no se retira de la absurda pretensión de ganar unas primarias que,
ella lo sabe, tiene perdidas y facilita un consenso hoy por hoy imposible,
acabará rompiéndolo en dos.
1 comentario:
Excelente reflexión ...
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