He de confesar que, desde que sé de la creación de la
plataforma Ahora en Común, que esta tarde se presenta en Madrid me estoy
más tranquilo t mucho más optimista de cara a las próximas elecciones generales
y reconozco que la noticia me ha entusiasmado tanto como me entusiasmo conocer
el acuerdo para la creación de Barcelona en Comí que, finalmente, ha llevado a
Ada Colau a la alcaldía de Barcelona.
Es triste ver como un éxito que es de todos se estrangula
por el personalismo de algunos, es malo ver cómo, en la puerta que hemos
abierto entre todos, sí, entre todos, se ha establecido un peaje en el que se
obliga a quien quiera pasar a renunciar a su nombre y apellidos y, como en una
secta o una orden religiosa, que no deja de ser los mismo, a guardar obediencia
ciega al líder. Es triste comprobar cómo Pablo Iglesias se ha hecho con las
llaves del convento y no quiere en él nada ni a nadie que le haga sombra.
No me gustan los popes, lo he dicho más de una vez, y menos
me gustan todas esas estructuras que los popes construyen a su alrededor que
impiden cualquier atisbo de crítica, como tampoco me gustan las asambleas
teledirigidas en las que la masa acaba por ser un instrumento del líder. No me
gusta la masa uniforme que se convierte en instrumento de control de la
misma masa. No me gusta que, con su labia, nadie controle a nadie.
Ayer, mientras veía a Pablo Iglesias en el Parlamento
Europeo, con los brazos en jarra, llamando de tú al primer ministro griego,
Alexis Tsipras - Alexis, le decía- mientras su compañero de escaño, creo que
era Miguel Urbán, guardaba una y otra vez su imagen una y otra vez "para
la inmortalidad" con su smartphone, lo confieso, sentí vergüenza ajena.
Creo sinceramente que Iglesias se está pasando de empoderamiento y de liderazgo
y creo que su actitud de Jesucristo Superstar, abroncando a fariseos y
comerciantes, unas veces, y dejándose aclamar como un profeta por sus
discípulos, en la gira triunfal que, se ha montado para darse a conocer, como
haría cualquier líder "castoso", resulta bastante antigua, cuando
menos.
Nunca como ahora ha estado tan cerca de hacerse realidad la
posibilidad de dar un vuelco, se poner patas arriba, todas estas instituciones
que, desde hace años y hasta ahora, se han ido deteriorando y pervirtiendo
hasta ponerlas de espaldas al pueblo, preocupadas más por los privilegios de
quienes las ocupan que por los ciudadanos a quienes tienen que administrar y
defender. Nunca como hasta ahora, hemos tenido tan cerca ese sueño y, sin
embargo, el personalismo de algunos, su mesianismo, puede dar al traste con él.
La posibilidad de que, desde la izquierda, aunque sea una
izquierda en crisis y en pleno proceso de regeneración, se dé vida a una
plataforma capaz, como capaces han sido Barcelona en Comú, las mareas Gallegas
o Ahora Madrid, de aunar el voto de los jóvenes airados, los decepcionados de
la socialdemocracia, los asqueados con el aparato de los partidos
profesionalizados y anquilosados, incapaces ya de otra cosa que defender
miserables cuotas de poder, frustrando las ilusiones de una militancia deseosa
de movilizarse como siempre ha hecho... la posibilidad, en fin, de que la
izquierda despierte, mida sus fuerzas y las una contra quienes decretan
recortes crueles de nuestro bienestar o que, manteniendo la O de obrero en sus
siglas, hipotecan nuestro futuro y el de nuestros hijos dando su apoyo a un
tratado comercial que echa por tierra toda nuestra cultura sindical y todas las
leyes que nos hemos dado para defendernos de los abusos de las multinacionales
que nos sacan la sangre para enterrar sus beneficios en paraísos fiscales, esa
posibilidad no debemos dejar que se nos escape.
Por eso hay que construir una alternativa que sume, no una
alternativa que, con su actitud excluyente, reste o divida todas estas fuerzas
por primera vez tan dispuestas a colaborar. Cuanto más fuertes sean proyectos
como es Ahora en Común, más posibilidades habrá de que Podemos se avenga a unir
esas fuerzas que, gracias sin duda a su sentido de la oportunidad, pero gracias
también, no hay que olvidarlo, al apoyo que muchos le dimos, potencialmente
tienen ahora. Tal parece que Pablo Iglesias prefiere ser cabeza de ratón antes
que sumarse a cualquier plataforma unitaria en la que sería, no necesariamente
cola per si una parte de un león que nunca tendrá, insisto, como ahora la
posibilidad de cambiar, si no este país, sí la manera de hacer política en este
país, Y lo que toca ahora, señor Iglesias, es sumar, poner en común, nunca
dictar reglas imposibles de cumplir y, por tanto, excluyentes.
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2 comentarios:
Acertada reflexión....
Hombre habrá que esperar un poco... ¿Que prisa hay? Es conveniente que se manifieste primero la ancestral costumbre de la izquierda de este pais de expulsar y expulsar militantes, o de que se vayan algunos cabecillas para acogerse a algún cargo del PSOE. Treinta años han tenido las politicas de unidad de la izquierda y mira el panorama... Esto es más que una forma de dividir a la izquierda y después de las elecciones darles el voto al PSOE "para frenar a la derecha". Por eso la gente de izquierda vota PSOE, o no vota. Y también porque muchos además saben como se las gasta la ley D'Hondt.
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