martes, 12 de marzo de 2013

BAJO LLAVE

 
 
Imaginaos una monarquía absoluta, en la que el soberano es elegido por una serie de ancianos que, más allá de la edad y los achaques, se caracterizan por su obediencia sorda y ciega y por su sumisión a los anteriores soberanos, la misma que les ha permitido escalar, uno a uno, los peldaños que llevan a ese enorme palacio lleno de intrigas y riquezas, desde el que, si no los destinos, sí se rige, no la fe, sino la ideología de millones de ciudadanos,
¿Os imagináis que, a un dictador, como, por ejemplo, el general Franco, que también en su día fue elegido de entre sus pares, le sucede el elegido de entre sus ministros y gobernadores civiles vivos por esos mismos ministros y gobernadores encerrados bajo llave? Pues ese, exactamente ese, es el procedimiento que se empeñan en decir que nos cuentan minuto a minuto, pese a que todo no sea más que una ficción, a toda la ciudadanía profese o no la religión católica o cualquier otra.
Nada influyen en esa elección el bienestar de los pueblos bajo la influencia del catolicismo o las legítimas aspiraciones de evolución de las bases de esa iglesia. Tampoco los delitos, que no pecados, cometidos por acción, omisión o encubrimiento de los reunidos en el cónclave. Si algo se discute sobre ello en la hermética Capilla Sixtina, nunca lo sabremos.
Lo que sí sabemos, antes de que esta tarde a las cuatro se encierren los cardenales, es que ninguno de los probables candidatos padece esa terrible enfermedad del libre pensamiento y mucho menos ese terrible síntoma de la misma que sería ponerse realmente en el lugar de los que sufren. Y, ojo, no digo que nadie en la iglesia católica lo haga, Lo que digo es que nadie que lo haga llegará nunca a papa.
Mientras tanto, desde las radios y las televisiones juegan a las quinielas nacionalistas ¿Será esta vez latinoamericano? ¿Será asiático? ¿Será, quizá, africano? Rn mi opinión, es lo de menos. Será, como casi siempre, ultraconservador. Y, si no lo es, como al parecer ocurrió cuando eligieron a Juan Pablo I, la providencia, sola o en compañía de otros, se encargara de remediarlo.
Mientras tanto, todos pendientes de las miserias y aspiraciones de 115 ancianos encerrados bajo llave.
 
 
 
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