martes, 14 de agosto de 2012

NO DECIR NO



Hay quien nunca dice no. Hay quien cambia los noes por el silencio. Piensan quizá que así duele menos, pero no. Se equivocan o quizá saben que, por el contrario, cambiar los noes por silencio crea ansiedad, deja que las heridas crezcan hacia dentro y se pudran, en lugar de abrirlas para que supuren y sanen.
Mariano Rajoy es uno de esos personajes empeñados en dar sólo buenas noticias. Prefiere estar sólo a las maduras. No le gusta comparecer para dar malas noticias. Lo suyo es devolver códices recuperados o asistir a finales victoriosas.
No sé, quizá no lo sepa ni el Gobierno, qué va a pasar con el subsidio del plan PREPARA, esos 400 euros que se brindan a quienes agotan el subsidio de desempleo antes de quedar desasistidos en un país que hace tiempo que no ofrece trabajo a sus parados. Lo que sí sé es que Rajoy no va a dar la mala noticia si se produce. Hoy tiene la oportunidad de poner fin a esa ducha escocesa, caliente y fría, fría y caliente, en que, desde hace semanas, el Gobierno tiene sumidos a quienes están a punto de agotar sus prestaciones. Los ministros de Rajoy, como uno de esos grupos cómico-vocales de los cincuenta, van descubriendo, cada uno con su voz, el final de la canción, a veces en tono grave, a veces haciendo muecas. Y, mientras, todos esperamos a que acabe la canción.
Rajoy no dirá nada, porque rompiendo una tradición y, en cierto modo, una regla no escrita, no piensa comparecer, ponerse delante de la prensa, ni siquiera para hacer una declaración tras el encuentro.
Tampoco sé qué es mejor, ese silencio cobarde de Rajoy o el descaro de su ministro Cañeye que, tras ser pillado en los toros mientras ardían tres parques naturales, dicen quienes le perdonan que lo hizo en representación del Gobierno en la corrida conmemorativa de los 200 años de la Constitución de Cádiz, tuvo el valor de culpar al gobierno autónomo de Canarias de la catástrofe de la Gomera, por no tener sus propios medios aéreos contra el fuego.
Personalmente, prefiero el descaro que califica a quien lo ejerce, antes que el silencio cobarde que, insisto, duele.



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1 comentario:

Marisa dijo...

Supongo que esto estriba en el origen gallego del Presidente;

http://www.cuantarazon.com/177552/gallegos/p/2

Un saludo