Vivo en un país lleno de tontos y, de todos, yo debo ser el
más tonto. Lo digo porque tengo o he tenido de todo. Tengo una hipoteca con
cláusula suelo, he pagado los gastos de un notario propuesto por Caja Madrid
que, que yo recuerde, no me advirtió de lo que firmaba. me rompí el codo al
caer por las escaleras del metro en un tramo sin barandilla ni advertencia de
peligro y no dicen que no tengo derecho a una indemnización, porque los aguerridos
vigilantes de seguridad que en todas las estaciones se preocupan de que nadie
viaja sin billete no estaban en su puesto cuando les necesité y no fui
consciente de que me había roto el codo hasta que, horas después, vi que la
inflamación y el dolor iban a más y, para entonces, ni las grabaciones de
seguridad que estoy convencido que había ni los informes médicos que probaban
mis lesiones, sirvieron de nada. También tuve preferentes y las tuvo mi padre
y, si nos fue devuelto el dinero es porque yo, con una agudeza visual próxima
al 15 %, y mi padre, con casi noventa años, no leímos ni fuimos conscientes de
lo que firmábamos y, ahora, por si fuera poco, me entero de que, en lo más
crudo del invierno, estoy pagando la electricidad más cara de la Historia, mediante
una factura incomprensible, en la que los precios se fijan. al antojo de los de
siempre, en un mercado presuntamente libre, lleno de trileros que, estoy
seguro, cobran incentivos y bonus por conseguir la mezcla de energías que
conforme el kilovatio más caro posible.
Y nadie protesta, yo tampoco lo hago, porque vivimos en un
país cansado de protestar, desnortado y desilusionado, que traga con lo que le
echen, porque quienes deberían defenderle, los que cobran su sueldo de diputado
o de senador de nuestros impuestos y llegan a sus escaños con nuestros votos, saben
de sobra que, antes o después, si hacen las cosas "bien! acabarán poniendo
sus culos de señorías en la poltrona de algún consejo de administración
que, antes o después, cuando amaine la tormenta, dará su bendición a quienes
volverán a chuparnos la sangre o a intentarlo al menos. Mientras tanto, el gobierno consistiendo, porque, con el IVA de esos recibos injustos que no todo el mundo puede pagar, hace la caja que debiera hacer con los beneficios de las empresas que los emiten y, así, todos, léase los poderosos de siempre, contentos
He tenido preferentes que me vendieron cuando quise poner a
salvo parte de la indemnización por mi cruel despido, tan cruel como todos,
aunque menos que los que se hacen ahora, todos los días, porque ocurrió en
tiempos de Zapatero y el mango de la sartén, en manos, como siempre, de los
empresarios, era más corto. He tenido preferentes que me vendieron sin piedad,
a sabiendas de que, con ese dinero se iban a pagar las tarjetas black y todos
los dispendios de Blesa, Rato y sus consejeros de todos los colores, por
cierto, y, lo que es peor, la orgía de créditos suicidas con que las cajas y
bancos inflaron hasta reventarla la burbuja inmobiliaria. He tenido una
hipoteca cepo, de esas que firmas cuando eres joven y crees que vas a comete
ese mundo que, al final, cuando ya no tienes el entusiasmo ni las fuerzas que
tenías en la firma, acaba por devorarte. Tengo también un recibo de la luz y
otro del gas, caros los dos, que, si no lo son más, es porque escamado por
tanto trapicheo, por tanto baile de siglas y propietarios, en el que los
gobiernos, el de Zapatero incluido, y los partidos apostaron fuerte, por unos o
por otros, haciéndonos creer que lo hacían por nosotros y por el país, para
llevarnos al cabo al triste escenario en el que estamos.
Y, si este es el panorama visto por un sesentón con una
pensión suficiente y unos pequeños ahorros. imaginaos cuál puede ser el de
nuestros hijos, con sus sueños, sus proyectos y sus esfuerzos. junto con los
nuestros, sumidos en la mayor de las desesperanzas, sabiendo que su vida
difícilmente será como la nuestra y menos como la imaginaba, atrapados en una
red de intereses, dispuestos a sacarles el jugo sin apenas nada a cambio. Pero
yo, pese a todo, confío en la sabiduría y en la fuerza de esos jóvenes, nacidos
en un país de tontos sumisos que, con suerte, muy pronto van a dejar de serlo.
1 comentario:
Un escenario desolador...
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