Querría equivocarme, pero tengo la impresión de que Albert
Rivera es como esos piratas de nuevo cuño que conducen su frágil patera,
cargada de hombres y mujeres ilusionados con un nuevo futuro, hasta que, a la
vista de la costa, les abandona para ponerse a salvo en solitario, dejándoles
frente a ella, a sabiendas de que, con su actitud, lo más probable sea un
naufragio. Y, si lo escribo, es porque cada vez tengo más claro que lo único
que persigue Rivera es que el gobierno que se formen si es que llega a
formarse, sea tan frágil como para quedar en manos del Partido Popular en la
oposición o, en todo caso, de los intereses del IBEX 35,
Lo digo, porque la estrategia de Ciudadanos en este tramo
final, ahora que Pablo Iglesias parece haberse caído del caballo y ha dejado de
verse arrasando en unas nuevas elecciones, es la de un niño malcriado que,
cuando no le gusta el resultado de la partida, vuelca el tablero para que, so
no es él el ganador, no lo sea ninguno de los jugadores.
Ayer tuvieron Rivera y sus compañeros la oportunidad de
demostrar su lealtad al pacto firmado con el PSOE colocándose junto al resto de
fuerzas políticas frente a la Ley Wert que, salvo el ministro que el dio
nombre, ahora en su exilio dorado en París, y su partido, aunque no todo su
partido, nadie se ha atrevido a defender abiertamente. Un giro, éste de
abstenerse en la proposición de ley para que no se implante la LONCE, que deja
bien a las claras lo que se puede esperar dl nuevo partido de la derecha
española.
Por si fuera poco, Juan Carlos Girauta, portavoz ayer del
partido habló, en el papel de policía malo, de la entrada del partido de Rivera
en un hipotético gobierno presidido por Sánchez, en lo que parecía una de esas
rabietas de última hora que, como la exigencia de la vicepresidencia formulada
por Pablo Iglesias casi a traición, no tiene otra finalidad que la de reventar
el proceso. Algo tan poco ético y, sobre todo, tan poco operativo de cara a las
conversaciones que se inician mañana, que el propio Girauta acaba de desdecirse
y de culpar al mensajero, quitando valor a sus palabras poniéndolas en el
contexto de “una larga rueda de prensa de veinticinco minutos.
No sé qué se puede esperar del encuentro a tres de mañana.,
Lo que tengo cada vez más claro es que Rivera que, una vez firmado el pacto con
el PSOE, se dedicó a tratar de aislarle de la izquierda para hacer imposible un
acuerdo que entonces, con el viento de las encuestas a favor de Pablo Iglesias,
parecía sólo un desiderátum. Y, si lo hacía, era porque su verdadera intención
era la de pastorear al PSOE con sus necesidades y las del propio Pedro Sánchez,
hacia esa odiosa gran coalición que el PP, la derecha europea, las grandes
corporaciones españolas y algunos jarrones chinos del propio partido socialista
buscan desesperadamente para no perder sus privilegios.
Creo que es "de ley" agotar todas las
posibilidades de formar un gobierno de base amplia que incluya a Ciudadanos,
pero creo también que tal cosa es imposible y que lo que realmente desea la
mayoría social es un gobierno estable que dé un giro radical a las políticas
que tanto daño han hecho a este país. Ese gobierno es todavía posible y si algo
es la política es hacer real lo posible, especialmente la felicidad y el bienestar
de los ciudadanos.
Por eso creo que cualquier acuerdo de gobierno que descanse
en Ciudadanos no puede durar, porque el partido de Rivera siempre estará al
acecho para, cuando crea llegado el momento o cuando las encuetas se lo
aconsejen, echarlo abajo y entregarse al PP, tal cual o renovado, porque
Ciudadanos, lo siento, no me parece de fiar.
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1 comentario:
Con Ciudadanos es imposible hablar de Economía Social...
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