No. No quiero ser Perogrullo. Ya sé que, salvo que Iglesias
y Garzón compartan lista, los candidatos van a ser los mismos que se
presentaron el 20 de diciembre. Es evidente. lo que quiero subrayar, y lo hago
porque me gustaría que se tuviese presente a la hora de volver a las urnas para
votar, es que son, no ya los mismos que se presentaron, sino los mismos. esos
mismos que han fracasado después de cuatro largos meses a la hora de tejer un
gobierno con los mimbres que les dimos, También, que, si han fracasado, es
porque, en el fondo, no querían acertar, querían fracasar para volver a
repartir las cartas.
Son los mismos que, con unos resultados a todas luces
decepcionantes, porque todos esperaban más, se han enfrentado a esa tarea de
formar gobierno, pensando, más que en lo que representaban sus votos, en lo que
pensaban que habían merecido y en lo que podrían estorbar a sus expectativas, a
su público objetivo, las alianzas con formaciones que les disputan el espacio
político y, por lo tanto, los electores. Son los mismos que, en su mayoría, han
estado escondiendo sus cartas, jugando de farol con nuestro futuro.
Durante cuatro meses les hemos visto y escuchado en todas
las televisiones, en todas las radios y en todos los periódicos, cada día, cada
minuto, exponiendo el que, decían, era su pensamiento, sus planes y sus
soluciones. Les hemos visto en cada telediario, en cada portada, en cada
boletín, imponiendo sus condiciones, levantando empalizadas, cavando vetos para
que los otros, sus hipotéticos socios en el gobierno no pudiesen siquiera
plantearse ampliar la base del acuerdo para hacerlo posible.
Han sido demasiadas horas, demasiada su presencia en
nuestras vidas, demasiados mensajes en todos los tonos posibles, demasiada
doctrina t demasiada práctica, como para pretender que olvidemos lo que han
dicho y hecho, pongamos a cero nuestro contador y borremos de nuestro
pensamiento lo que ya sabemos de ellos y su comportamiento en el mundo real.
Por eso no quieren renunciar a la campaña, otra campaña, por
eso están tan preocupados por hacerla, barata, pero hacerla. Porque necesitan
como el aire que respiran poder justificarse ante sus votantes por todo lo que
han visto y oído, porque necesitan borrar del pensamiento de los ciudadanos
todas las miserias de que han sido testigos, porque necesitan que olviden los
diegos y vuelvan a creer en los digos, porque, la verdad, la memoria echaría
para atrás la voluntad de votar para resolver de una vez este embrollo.
Con qué cara irían a las urnas los que dieron su voto a los
socialistas después de escuchar que Rivera y su Ciudadanos eran, no ya la
derecha, sino la peor derecha y tendrían que volver a hacerlo ahora, sabiendo
que la cosa no era para tanto y que el representante del IBEX 35, no sólo es un
buen socio, sino mucho mejor que los compañeros de la izquierda.
Con qué cara irán a votar ahora quienes confiaron en Podemos
y en su intransigente rectitud, después de ver que todo es negociable y todo
tiene un precio, con qué ánimo se acercarán a las urnas quienes pensaron que
votando a Ciudadanos votaban otra cosa distinta del PP y saben ahora de los
esfuerzos denodados de Rivera por arrastrar al PSOE cautivo a esa gran alianza
que ni al mismo Rajoy parecía apetecer mucho.
Creo que sólo los que votan a los pequeños, a los marginados
den los debates, a los que apenas tienen fondos para hacer campaña, los que cruzan
el país de punta a punta en autobús y furgonetas, pueden ir a las urnas con la
cabeza alta. Han demostrado que están, que han estado, exactamente donde se les
esperaba. Espero que todo esto no se nos olvide, que tengamos presente lo que
han hecho, como se han comportado, unos y otros y que su nueva palabrería, la
de la inevitable campaña, no saque de nuestra cabeza todo lo visto y oído a lo largo de estos
meses.
2 comentarios:
Totalmente cierto...
Me fascina la capacidad que tiene la gente para exculparse de la realidad: aquí no hay más culpables que los votantes. Sí, los mismos desde hace 40 años con renovaciones periódicas de nuevos idiotas.
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