lunes, 25 de abril de 2016

NO HAN HECHO LOS DEBERES


Vaya esto por delante: voten lo que voten los ciudadanos, hayan votado lo que hayan votado, son los únicos de esta historia que, desde el 20 de diciembre, no se han equivocado. El resto de los actores, o sea, la mayoría de los partidos, los medios de comunicación, las empresas de demoscopia, la bolsa, los empresarios y hasta los sindicatos se han visto atrapados por una mezcla extraña de ambición y ansiedad que se ha apoderado de su conciencia y les ha convertido en agentes perturbadores de un proceso que, después de cuatro meses, se ha revelado estéril.
A los partidos políticos españoles, después de décadas, les han cambiado el plan de estudios y han sido incapaces de aprobar la difícil pero fundamental asignatura del pacto, una asignatura nueva que se aprueba con horas de esfuerzo, diálogo y negociación. También y, sobre todo, con esa generosidad que les ha faltado a casi todos, pero sobre todo a quienes se han visto con posibilidades de entrar en un hipotético gobierno que la gente, los votantes, habrían querido de cambio.
Es evidente que esta asignatura no la aprobarán en esta primare convocatoria, porque se han mostrado incapaces de cumplir con todos esos requerimientos, especialmente el de la generosidad que, salvo honrosas excepciones les ha faltado a todos. Generosidad para poner a la gente y todos sus problemas por delante de las ambiciones personales y, sobre todo, por delante de esas canonjías conseguidas tras años en el poder.
Pensando en esto último y a la hora de repartir suspensos, creo que el primero de todos, más allá del que merece el PP, que ya venía dado por las urnas, tengo claro que los primeros merecedores de mis calabazas son los barones del PP, la vieja guardia que ha buscado en no sé qué esencias patrias y en no sé qué dogma unitario la excusa perfecta para atar de pies y manos a su candidato, Pedro Sánchez, impidiendo un acuerdo de izquierdas, el preferido por las urnas y las encuestas, que, no me cabe la menor duda, pondría en peligro todos esos privilegios, tanto en órganos consultivos y honoríficos de la administración, como en consejos de administración de empresas privadas, cuando no en negocios personales, a cara descubierta o enmascarados detrás de testaferros.
Merecedor de suspensos es también Albert Rivera que, una vez atrapado Pedro Sánchez en las redes de su acuerdo hizo lo imposible para arrastrar a su presa hasta ponerla al alcance de Rajoy o de quien quiera sea el que le sustituya, tal y como le habían encargado sus padrinos del IBEX 35. Y lo hizo con la ansiedad del cachorro que menea el rabo nervioso junto a su presa, esperando la recompensa, sin pararse a pensar que la presa está aún viva y la caza puede quedarse en nada.
También, cómo no, merece suspenso si no Podemos, que al fin y al cabo es la materialización, quizá en exceso sectaria, del hermoso sueño del 15-M, sí Pablo Iglesias que, en más de una ocasión, se ha mostrado demasiado ambicioso y demasiado individualista, improvisando decisiones y discursos que, luego, deben andar matizando, si no rectificando, a veces con cara de circunstancias, sus compañeros.
Creo que Iglesias, que ayer mismo volvió a verse como presidente, calcula mal, como calculó mal el Che Guevara, cuando creyó, no que el mar era el cielo, sino que la selva de Bolivia donde acabó sus días era la Sierra Maestra de Cuba. Creo que el ególatra que lleva dentro Iglesias le impide ver que con esas autoproclamaciones que quizá valgan en determinados escenarios, pero que, en la vida real, espanta más que atrae.
Por último y por obvio, el bochornoso comportamiento del PP, sometido a un personaje tan nefasto como Rajoy, inmovilizado como el conejo en la madriguera esperando a que los cazadores y sus perros le pierdan la pista y pasen de largo. Un partido lleno de vicios, que en otro país estaría disuelto por los tribunales y que aquí ni siquiera se han planteado, a pesar de tener a muchos de sus dirigentes en prisión o camino de ella.
Queda una semana de puro trámite, porque después de ver y oír al teatrero Antonio Hernando desde el PSOE o a Pablo Iglesias, dinamitando el menor atisbo de puente que pudiese quedar para conseguir el acuerdo. Queda una semana para que los partidos convocados por el ciudadano Borbón los hagan, pero me temo que ni han hecho ni van a hacer los deberes y deberíamos castigarles repitiendo nuestro voto en las urnas, en solitario o en coalición, para que, de una vez, los hagan.