viernes, 22 de abril de 2016

FUERA DE LUGAR


Lo peor que le puede ocurrir a alguien, la peor maldición que puede caer sobre cualquiera de nosotros es la de creernos con derecho a decidir sobre los demás, a repartir etiquetas de buenos y malos, la de mandar al altar o a la hoguera, a veces, ambas cosas a un tiempo, a cualquiera que se interponga en nuestro camino. Y dicho esto, confieso que me asusta la posibilidad de estar cayendo en este pecado de que os hablo.
Al margen de la simpatía que pueda despertar en mí el personaje de Pablo Iglesias, los que me seguís sabréis que es más bien poca, y de que soy consciente del bien y el mal que ha hecho y hace la prensa a su partido, Podemos, debo deciros que lo de ayer en la facultad de Filosofía de la Complutense fue intolerable, y nadie puede pretender poner en evidencia a alguien ante de un auditorio como ese sin que lo hecho tenga consecuencias. Y lo que hizo Pablo Iglesias, denostar a Álvaro Carvajal, redactor de EL MUNDO, acusándole de "someter" la objetividad de sus informaciones sobre Podemos al "gusto" de la empresa editora para salvar su puesto de trabajo, delante de cientos de estudiantes, fue algo muy feo, muy feo y miserable.
Yo no sé si, en esa filípica, más propia de un capellán de colegio de monjas aleccionando a los niños del diablo y sus pecados, en la que puso de vuelta y media a Carvajal, había mucha verdad o poca. Yo no sé si es cierto eso de que el mismo Carvajal o fuentes próximas a Álvaro Carvajal, como no dudó en parodiar, le confesó su necesidad de llevar a la primera únicamente informaciones negativas para Podemos. Me extrañaría que así fuese. Más bien me inclino a pensar que Iglesias tiende a pensar que cada medio es un Fort Apache como el suyo, en el que el que manda en el fuerte decide lo que se dice y lo que no. Pero, en cualquier caso, creo que Iglesias, como siempre que se siente arropado por un auditorio a favor, se creció y se vio en la necesidad de ser resultar gracioso, gracioso y justiciero.
Lo que quizá no esperaba, porque no es costumbre que lo hagan, es que la prensa le dejase con la palabra en la boca. Tan sorprendido por esa conducta solidaria que él mismo predica, que por unos instantes se vio el miedo en sus ojos, la voz le tembló y balbuceó una excusa, la de todos, la de siempre, la que, en lugar de admitir el error propio, busca culpabilizar al otro, "me temo que he sido malinterpretado". Rajoy, Rivera, Sánchez, Soria, Granados, Bárcenas o el sentencioso Bono no hubiesen dicho otra cosa.
Iglesias que, como esta mañana le reprochaba Pepa Bueno, ofició su "auto de fe" contra Carvajal el mismo día en el que su periódico, EL MUNDO, anunciaba un ERE que diezma aún más la redacción del diario, sin hacer alusión alguna al mismo, aunque está claro que en su cabeza rondaba la difícil situación por la que atraviesan el periodista y sus compañeros. Ni una palabra de crítica a la editora de EL MUNDO, todo se quedó en la humillación al débil y gilipolleces sobre lo afortunados que son los periodistas que le siguen por tener la suerte de informar sobre quien es el objeto de su deseo.
No sé qué esperaba Iglesias tras su diatriba, quizá lo que pretendía era inocular en sus fieles la vacuna contra cualquier información crítica para con él o su partido que apareciese en la prensa, algo que, de hecho y como he podido comprobar esta misma mañana, va surtiendo efecto. Incluso ha calado entre sus fieles la pésima excusa de que los periodistas que se marcharon no habían entendido que eso era un acto académico y no una rueda de prensa, como si en un acto académico, cupiese el linchamiento o la difamación. Pero es que éste no era más que la presentación de un libro que, muy probablemente, Podemos había incluido en las convocatorias que remite a los medios, para mayor gloria de su líder.
He sido periodista muchos años y nunca me he visto en una parecida, aunque sí he oído hablar a otros compañeros de cosas parecidas, pero los protagonistas eran Manuel Fraga, Carlos Fabra, Esperanza Aguirre, Rita Barberá, Mourinho o Luis Enrique, exponentes todos de la casta y la caspa, También he sido profesor de Universidad y sé que en ella cuecen las mismas habas que en todas partes y que algunos profesores que se las dan de colegas acaban recordando antes o después que el poder, el que dan las actas, lo tienen ellos,
Para mí, que Iglesias cree que la vida, el mundo real, es una enorme facultad o, mejor dicho, una asamblea continua tan fácil de manipular, como lo eran y supongo que lo siguen siendo aquellas en las que yo participaba y a veces colaboraba en la manipulación, aunque entonces pensábamos que lo que hacíamos era sólo convencer y concienciar a los compañeros.
Creo que Pablo Iglesias, su soberbia y su divismo son y han sido el mayor obstáculo para la unidad de la izquierda y creo que alguien debiera decirle a este señor que somete obviedades a referéndum y toma con nocturnidad y alevosía decisiones drásticas, que está fuera de lugar, que la vida real es otra cosa, que el paternalismo está bien en los curas y para los alumnos de primero, que el mundo está lleno de problemas reales y que haría bien en disculparse más y mejor por lo de ayer, porque estaba fuera de lugar y fue una irritante metedura de pata. Alguien de su entorno debiera decírselo. Si no, me tremo que Posemos acabará siendo un partido secta sin futuro.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Interesante...muy bien tratado...