Al margen de la simpatía que pueda despertar en mí el
personaje de Pablo Iglesias, los que me seguís sabréis que es más bien poca, y
de que soy consciente del bien y el mal que ha hecho y hace la prensa a su
partido, Podemos, debo deciros que lo de ayer en la facultad de Filosofía de la
Complutense fue intolerable, y nadie puede pretender poner en evidencia a
alguien ante de un auditorio como ese sin que lo hecho tenga consecuencias. Y
lo que hizo Pablo Iglesias, denostar a Álvaro Carvajal, redactor de EL MUNDO,
acusándole de "someter" la objetividad de sus informaciones sobre
Podemos al "gusto" de la empresa editora para salvar su puesto de
trabajo, delante de cientos de estudiantes, fue algo muy feo, muy feo y
miserable.
Yo no sé si, en esa filípica, más propia de un capellán de colegio de monjas
aleccionando a los niños del diablo y sus pecados, en la que puso de vuelta y
media a Carvajal, había mucha verdad o poca. Yo no sé si es cierto eso de que
el mismo Carvajal o fuentes próximas a Álvaro Carvajal, como no dudó en
parodiar, le confesó su necesidad de llevar a la primera únicamente
informaciones negativas para Podemos. Me extrañaría que así fuese. Más bien me
inclino a pensar que Iglesias tiende a pensar que cada medio es un Fort Apache
como el suyo, en el que el que manda en el fuerte decide lo que se dice y lo
que no. Pero, en cualquier caso, creo que Iglesias, como siempre que se siente
arropado por un auditorio a favor, se creció y se vio en la necesidad de ser
resultar gracioso, gracioso y justiciero.
Lo que quizá no esperaba, porque no es costumbre que lo
hagan, es que la prensa le dejase con la palabra en la boca. Tan sorprendido
por esa conducta solidaria que él mismo predica, que por unos instantes se vio
el miedo en sus ojos, la voz le tembló y balbuceó una excusa, la de todos, la
de siempre, la que, en lugar de admitir el error propio, busca culpabilizar al
otro, "me temo que he sido malinterpretado". Rajoy, Rivera, Sánchez, Soria,
Granados, Bárcenas o el sentencioso Bono no hubiesen dicho otra cosa.
Iglesias que, como esta mañana le reprochaba Pepa Bueno,
ofició su "auto de fe" contra Carvajal el mismo día en el que su
periódico, EL MUNDO, anunciaba un ERE que diezma aún más la redacción del
diario, sin hacer alusión alguna al mismo, aunque está claro que en su cabeza
rondaba la difícil situación por la que atraviesan el periodista y sus
compañeros. Ni una palabra de crítica a la editora de EL MUNDO, todo se quedó
en la humillación al débil y gilipolleces sobre lo afortunados que son los
periodistas que le siguen por tener la suerte de informar sobre quien es el objeto
de su deseo.
No sé qué esperaba Iglesias tras su diatriba, quizá lo que
pretendía era inocular en sus fieles la vacuna contra cualquier información
crítica para con él o su partido que apareciese en la prensa, algo que, de
hecho y como he podido comprobar esta misma mañana, va surtiendo efecto.
Incluso ha calado entre sus fieles la pésima excusa de que los periodistas que
se marcharon no habían entendido que eso era un acto académico y no una rueda
de prensa, como si en un acto académico, cupiese el linchamiento o la
difamación. Pero es que éste no era más que la presentación de un libro que,
muy probablemente, Podemos había incluido en las convocatorias que remite a los
medios, para mayor gloria de su líder.
He sido periodista muchos años y nunca me he visto en una
parecida, aunque sí he oído hablar a otros compañeros de cosas parecidas, pero
los protagonistas eran Manuel Fraga, Carlos Fabra, Esperanza Aguirre, Rita
Barberá, Mourinho o Luis Enrique, exponentes todos de la casta y la caspa,
También he sido profesor de Universidad y sé que en ella cuecen las mismas
habas que en todas partes y que algunos profesores que se las dan de colegas
acaban recordando antes o después que el poder, el que dan las actas, lo tienen
ellos,
Para mí, que Iglesias cree que la vida, el mundo real, es
una enorme facultad o, mejor dicho, una asamblea continua tan fácil de
manipular, como lo eran y supongo que lo siguen siendo aquellas en las que yo
participaba y a veces colaboraba en la manipulación, aunque entonces pensábamos que lo que
hacíamos era sólo convencer y concienciar a los compañeros.
Creo que Pablo Iglesias, su soberbia y su divismo son y han
sido el mayor obstáculo para la unidad de la izquierda y creo que alguien
debiera decirle a este señor que somete obviedades a referéndum y toma con
nocturnidad y alevosía decisiones drásticas, que está fuera de lugar, que la
vida real es otra cosa, que el paternalismo está bien en los curas y para los
alumnos de primero, que el mundo está lleno de problemas reales y que haría
bien en disculparse más y mejor por lo de ayer, porque estaba fuera de lugar y
fue una irritante metedura de pata. Alguien de su entorno debiera decírselo. Si no, me tremo que Posemos acabará siendo un partido secta sin futuro.
1 comentario:
Interesante...muy bien tratado...
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