domingo, 2 de diciembre de 2012

ABANDONAD TODA ESPERANZA

 
 
Si hace apenas año y medio alguien nos hubiese dicho cómo nos íbamos a ver hoy, no le hubiésemos creído. Ni siquiera los que nunca hemos votado ni votaremos a ese partido de la banca, la iglesia y la economía especulativa. Creo que en ninguna cabeza, salvo la de esos inmorales que nos mienten una y otra vez o se esconden que están cumpliendo al milímetro los planes que traían ocultos en su cartera con la misma precisión con que incumplen una tras otra las promesas que arrojaron a los ojos de los votantes para cegarles.
Si nos hubiesen dicho que en apenas un año de mandato iban a liquidar el futuro de nuestros hijos, más brillantes y preparados de lo que nos soñamos nosotros, si nos hubiesen jurado que uno de cada dos de esos jóvenes, muchos de ellos con carreras, buenos expedientes y experiencia sobrada no iban a poder trabajar ni siquiera despachando hamburguesas, les hubiésemos dado la espalda, tomándoles por locos.
Pero también en eso nos hubiésemos equivocado, porque habrían tenido razón. Pero nadie nos avisó. Los unos, porque de ninguna manera querían enseñar sus cartas. Los otros, porque habían olvidado los principios, si es que alguna vez los tuvieron, y miraban más por su futuro que por el nuestro. Y, por si eso fuera poco, los medios, la prensa que tanto nos enseñó y tantas esperanzas nos dio en los últimos años del franquismo, nos ha abandonado a nuestra suerte, porque la prensa, por culpa de la ambición y la soberbia de algunos, ha dejado de ser de los periodistas y los lectores, para pasar a ser de sus acreedores.
Detrás de los que debieran ser nuestros políticos, de los que debieran nuestros representantes, hay una serie de miserias e intereses cruzados que llevan a considerar normales las corruptelas y el evidente clientelismo que existe entre constructores, contratistas y partidos políticos, especialmente en el seno de los ayuntamientos, que en muchos de los casos son la verdadera fuente de financiación de una gran parte de esos partidos y, de paso, el origen de la fortuna de más de un alcalde, sus concejales y sus familias.
No hay más que detenerse a hacer la nómina de cuántos de esos representantes, procedentes muchos de la política municipal, se sientan en los escaños de algunos parlamentos, especialmente las Cortes Valencianas, paradigma de la intoxicación de cemento de nuestra política y sucursal en España de la peor experiencia del sur de Italia.
No estoy contento con lo que estamos viviendo, ni mucho menos esperanzado con lo que nos queda por delante. En días como el de hoy, en os que compruebo el cinismo con que se mete la mano en la única esperanza de muchos ciudadanos, sus pensiones, y se miente a sabiendas y con descaro, para hacerles creer, primero, que se las han subido y no les va a afectar el encarecimiento de la cesta de la compra, cuando en realidad han perdido casi un dos por ciento de poder adquisitivo, más lo que ya les cobran y lo que les van a cobrar por los medicamentos que precisan, más el transporte, la luz, el gas, el agua y no sé cuántas cosas más... En días como estos, decía, la desesperanza me abruma, hasta el punto de que a veces dudo que vuelva a haber elecciones libres, porque, a la vista está, estos tipos actúan como si nunca tuvieran que dar cuentas de lo que hacen, como si, dentro de menos de tres años, no tuvieran que pasar el examen de las urnas, en el que ya no serían creíbles sus mentiras. En días como estos me asaltan temores de que nuestro futuro se parezca al de Italia, que hoy tiene un jefe de gobierno poco menso que ilegítimo o Grecia, donde la intención de someter a referéndum, la más legítima forma de democracia, los duros recortes, menores entonces de los que finalmente se están aplicando, le costó el puesto a Papandreu.
Me temo que, a menos que ocurra algo que devuelva a los ciudadanos el control de su democracia, no volveremos a votar en libertad. Por eso echo ahora de menos en el colegio electoral donde siempre he votado, sobre la puerta de acceso la misma leyenda que figuraba a la entrada del infierno de Dante: Oh, vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza".
 
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