martes, 3 de julio de 2012

Y, MIENTRAS, ESPAÑA ARDÍA


Me fastidia tener que hacerlo, pero en este país en del "conmigo o contra mí" se hace necesario cargarlo todo de matices para no correr el riesgo de ser anatemizado, así que voy a ello.
No tengo nada que objetar a que la gente celebre en las calles un éxito como el de la selección española. Ya me gustaría que fuésemos tan efusivos para celebrar un Nobel o un avance científico. Es lo que tenemos y tenemos que bregar con ello. Lo que ya no me gusta tanto es que esa euforia se promueva desde las alturas y no sólo eso, sino que se excite de manera machacona, como si no estuviese sucediendo otra cosa en el mundo.
Ayer tarde resultaba difícil encender un televisor sin que apareciese la marea de seguidores de la selección, celebrando por las calles de Madrid el triunfo en la Eurocopa. En ocasiones como ésta, tiendo a preguntarme qué diría un extraterrestre si, de repente, se asomase a este planeta, qué conclusiones sacaría al ver lo que vería, qué pensaría al enterarse de que uno de cada cuatro de esos ciudadanos que jaleaban a sus héroes no tiene trabajo, que prácticamente la mitad de los más jóvenes no sólo no lo tienen, sino que tampoco van a poder estudiar ¿Pensaría que nos hemos vuelto locos o, quizá, que la cosa tampoco es para tanto? No lo sé, pero me preocupa.
Ayer me indigné, no con la roja y sus seguidores, sino con quienes se supone que, en este país, deberían conservar la cabeza fría. Quienes os asomáis a facebook fuisteis testigos. Como es posible que un periódico, EL PAÍS, que durante mucho tiempo creímos serio, que, de alguna manera, fue una especie de faro que iluminaba nuestro pensamiento, se permitiese abrir la portada de su edición digital con este titular:"España se rinde ante la leyenda" y mantenerlo durante horas.
Mantenerlo, pese a que por tercer día consecutivo ardían miles de hectáreas en Valencia, Castellón y Murcia. Mantenerlo, pese a que se perdieron dos helicópteros en sendos accidentes en las tareas de extinción. Mantenerlo, pese a que a la gente de aquí le va cada vez peor, pese a que adquirir los medicamentos que nos prescriben nuestros médicos no sólo va a acabar con el difícil equilibrio de la economía de muchos pensionistas, pese a que, para implantar ese chapucero sistema puesto en marcha para hacer efectivo el repago, se ponen en manos de desconocidos sin autoridad para ello nuestros datos fiscales.
España ardía o bullía en la indignación, pero, para EL PAÍS y la práctica totalidad de los medios de comunicación, se rendía ante la leyenda. Ya sé que la realidad es poco vistosa y, las más de las veces, dura. Pero es la realidad y, antes o después, nos alcanza.


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1 comentario:

Marisa dijo...

Para poder descargar un cargamento de halvá lo más importante es tener recipientes donde guardar el halvá. Con la sabiduría y con la verdad pasa lo mismo que con el halvá.

Un saludo.