viernes, 27 de julio de 2012

SÓLO HACÍAN EL BIEN


Qué tranquilo me he quedado. Estaba preocupado por todos estos señores que han tenido que ver en la gestión de Bankia. Me ponía triste sólo de pensar que iban a llevar sobre su conciencia el resto de sus vidas haber causado la ruina y la infelicidad de tantas familias. Me preocupaba que no pudiesen dormir a pierna suelta con ese peso. Temblaba al pensar que no iban a poder mirar a sus mayores sin dejar de pensar en todos esos pensionistas que se han quedado sin los ahorros de toda una vida. Menos mal que no es así. Menos mal que mientras tenían su culo sobre los mullidos sillones de cuero de los consejos de administración sólo hicieron el bien o, a lo sumo, lo que hicieron no tuvo consecuencias ni para los ahorradores y clientes ni para el erario.
Ya está. Ya han pasado el mal rato -no va con segundas- y ha quedado claro que cobraban la pasta que cobraban por nada. A lo sumo, por hacerse fotos, presidir interminables reuniones, dejar que su cara aparezca en las memorias y los folletos de la entidad y, como mucho, echar alguna firmita al pie de documentos que no habían leído, Exactamente lo mismo que han hecho las víctimas de la estafa de las preferentes, aunque para ellos el resultado ha sido muy distinto.
No sé por qué soy tan cicatero. Si sólo son servidores públicos que ocuparon todos esos despachos como el bien merecido retiro a sus respectivas carreras políticas y, si aceptaron los cargos, fue para evitarnos el bochorno de mandarles el sueldo directamente a casa. No sé cómo he podido dudar de su honestidad, si han salido del Congreso tan impolutos como entraron o más.
El primer acto de la tragedia que están viviendo ya ha pasado. Y ha pasado con bien. Ahora tendrán que representar el segundo, con un personaje nuevo y distinto del coro de diputados que pisaron las tablas en el primero. Ese personaje es el juez y sólo espero que desentrañe el nudo de esta historia y que este segundo acto sea mucho más interesante, porque a lo mejor resulta que todos estos señores de mirada compungida y rostro cariacontecido no anduvieron haciendo el bien por los consejos de administración.
Lo que no acabo de entender es cómo mi Cajamadrid de toda la vida se ha quedado, sin que nadie hiciera nada, como se ha quedado

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