Cuentan que los ciudadanos de Corea del Norte, yo no lo
sé, sumidos en el hambre, el miedo y el adoctrinamiento, no han oído nunca
la voz de su líder "supremo", Kim Jong-un, algo parecido a lo
que les ocurría a los japoneses con la del emperador Hiroito que les
llevó a la II Guarra Mundial y al que sólo escucharon, obligado por los
vencedores, para comunicarles la derrota y la consiguiente rendición. Son
dos ejemplos claros de silencio, de falta de diálogo, de ruptura de
la comunicación que es exigible a cualquier gobernante que se precie de
administrar el poder en democracia. Pero, más aun, lo que denota ese
silencio es que poco o nada les importa lo que pueda decirles su
pueblo.
Los japoneses, antes de la derrota, no habían oído
nuca a sus emperador, los norcoreanos no conocen la voz de Kim Jong-un y
nosotros, ciudadanos de un país europeo y democrático, estamos a punto de
olvidar la de nuestro presidente, encerrado a cal y canto entre los pixeles de
una pantalla. Y es muy triste que así sea, porque el silencio y la distancia
que Rajoy pone entre sí y los periodistas, que al fin y al cabo representan a
la opinión pública no sometida a la mayoría absoluta del parlamento, no puede significar
otra cosa que miedo, pánico, a lo que podría escuchar de ellos.
Eso por un lado, que ya es bastante. Porque a don Mariano se
le acumulan los problemas y se le amontonan las explicaciones debidas y por dar
de su extraña relación con el innombrable Bárcenas y lo que a todas
luces permite suponer de financiación ilegal de su partido. Tampoco
sabremos qué tiene que decir de la marcha de la economía española,
que, pese a las euforias histéricas y nada creíbles de algún ministro, no
termina de ponerse en marcha ni tiene visos de hacerlo a corto plazo. Mucho
menos, sabemos sus previsiones a propósito de la crises chipriota, ni su
posición frente a los escraches o a las oscuras cuentas de la
Casa Real. Tampoco podremos saber qué tiene que decirnos del fracasado,
o no, intento de acercamiento a CiU, ni de la sorda ruptura de
puentes con ETA que aún falta por calibrar o, por qué no, qué le parecen las
fotos en malas compañías del intrépido Núñez Feijóo, seriamente tocado para
seguir ejerciendo de Pepito Grillo del PP. En fin, toda una panoplia de
preguntas que de un modo u otro preocupan a los ciudadanos y que una y otra vez
quedan sin respuesta.
Pero, con ser malo ese silencio de Rajoy, peor que malo es
que los periodistas y, fundamentalmente, los medios para los que trabajan se lo
consientan ¿Para cuándo un plante como el que le iban a hacer
los corresponsales en Nueva York a la ministra Mato por no
admitir sus preguntas? Aquel plante no llegó a consumarse,
porque alguien debió explicarle a la ministra que no merecía la pena ir
hasta la sede de la ONU, para no salir en los telediarios o que el mismo plante
se convirtiese en la noticia de su visita. Pero, claro, un corresponsal, y más
en Nueva York, tiene una cierta autonomía y no menos prestigio y su sustitución
no se improvisa.
Otra cosa es esta jodida -sí, he escrito jodida-
costumbre de acudir a comparecencias sordas, me niego a llamarlas ruedas de
prensa sin preguntas, de las que la mayoría de los redactores salen con
unos apuntes tomados deprisa y corriendo de una declaración cerrada,
a veces, incluso, se la llevan impresa en papel o grabada, mientras
unos pocos tienen la suerte o el privilegio de arrancar algún "of the
record" del compareciente o sus allegados. Malas costumbres que se
están cargando, son sólo el periodismo libre, sino, con él, la
democracia en sí misma.
No sé si a quienes dirigen los medios les basta con las
comidas y las cenas a escondidas o con las llamadas desde y a su despacho,
probablemente sí. Es de suponer que sale mucho más barata una cena o una comida
de la que salen dos o tres chismes con los que ir tirando, pero que no dejan de
ser filtraciones interesadas a mayor gloria y beneficio del que los filtra, que
mantener una plantilla de redactores expertos, con sus propias fuentes y ese
olfato que dan los años de profesión, pero que no se puede mantener con
salarios de apenas mil euros o, a veces, mucho menos. Probablemente lo hagan
por ello, por mantener la cuenta de resultados. Pero permitiendo a Rajoy que
nade tranquilamente en su pecera de plasma, alejado de la realidad y de los
ciudadanos, están acabando con la credibilidad de la prensa y la misma
democracia.
Nadie puede desear para su país un presidente mudo como
Kim Jong-un. Nadie que quiera defender la libertad y la democracia de sus
conciudadanos. Otra cosa son quienes comparten con él objetivos e ideología.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
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