Hoy, mi entrada se va a limitar a una sola pregunta, mejor
dicho, a dos preguntas
¿Por qué el diario EL PAÍS niega a sus lectores, o, al
menos, no da el relieve adecuado, a la información revelada por eldiario.es
sobre la existencia de un informe secreto de la Comisión Nacional del Mercado de
Valores en el que se denuncian prácticas irregulares en la comercialización de
participaciones preferentes y subordinadas a pequeños inversores de entre sus
clientes, a los que, además de ocultarles información en la operación de
venta, se les revendió ese "producto financiero" hasta
entonces en poder de clientes más expertos y profesionalizados, al mismo precio
que pagaron éstos, pese a su depreciación en el mercado secundario?
¿Por qué EL PAÍS fue uno de los últimos, si no el último,
medio de comunicación en informar de la estafa de las preferentes y no lo hizo
hasta varios días después de que la estafa fuese ya un clamor popular?
Ese informe da un vuelco a la situación de los clientes
de Bankia afectados por el fraude, porque, según los abogados que lo
manejan, que piensa llevar el asunto a la Audiencia Nacional,obligaría a la entidad a devolver el importe y convertiría en
responsables civiles subsidiarios a las directivas de Bankia, sus cajas
matrices y la CNMV.
Sólo se me ocurre una respuesta para ambas preguntas,
y es ésta: EL PAÍS se debe más a sus clientes y acreedores, Bankia entre otros,
que a la verdad y a sus lectores.
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