Ayer nos enteramos sin sobresalto -hasta que no empiecen los
tiros y los cadáveres, apenas queda nada que pueda sobresaltarnos en ese
partido- de que el principal cometido del ex tesorero del PP, Luis Bárcenas,
era el de "cortar el bacalao", entendiendo por tal todo el aporte
económico procedente de empresas "amigas" que permitían dispendios
impensables en un partido, por poderse que fuese, si tuviese que pagar
alquileres, nóminas y campañas, únicamente de las subvenciones del Estado y las
cuotas de sus militantes.
Lo que ayer hemos visto es que, según las
investigaciones que obran en poder del juez Ruz y que figuran ya en el
sumario Bárcenas era el receptor de los donativos que determinadas empresas
hacían, muy por encima de los topes establecidos por la ley para las donaciones
a los partidos políticos y que, después de tomar nota de ellos y, supongo, dar
alguna garantía a los donantes, troceaba las cantidades -cortaba el
bacalao en las correspondientes tajadas- en otras más pequeñas que pudiesen
disfrazarse de anónimas para hacérselas tragar al Tribunal de Cuentas.
Es evidente que ninguna de esas empresas, aunque quién sabe,
va a exhibir los recibos o las garantías que debe tener en su poder, pero
como el oficio de contable en esencia se reduce a tomar nota en un libro de las
entradas y salidas que se producen en la caja que dejan bajo su control
-esos viejos debe y haber de los libros-, en extender los
correspondientes recibos a quien le hace las entregas y exigir la firma
correspondiente a quien las retira. De modo que, como tonto no parece, Bárcenas
debe tener en su poder tal cantidad de documentos en su poder que no son de
extrañar los silencios ni los titubeos de Rajoy y sus colaboradores que, a
veces con sonrojo, otras con el aplomo que dan la inmoralidad o la
inconsciencia, cacarean las consignas que les da el gallo del argumentario.
Los partidos políticos en España, o son "de la señorita
Pepis" o tremendamente sobredimensionados. Es lamentable, pero PP, PSOE,
PNV y CiU, los que más poder tocan y han tocado en estos treinta y cinco años
de democracia, se han convertido en empresas de plantillas desbocadas que
consumen una enorme cantidad de recursos y tienen que hacer frente cada mes a
unas nóminas desorbitadas. Unos y otros, entre administrativos, asesores,
departamentos de prensa, publicidad, seguridad, abogados, oficinas de esto y
aquello, fundaciones y todos los etcéteras que se os ocurran, tienen un
montón de bocas que alimentar y sobres que llenar, que depende trágicamente de
los resultados electorales, no porque el Estado asigne a cada voto una
determinada cantidad, sino porque cuando se tiene poder se toman decisiones y,
siempre que se toma una decisión, se beneficia a unos y se perjudica a otros.
Luego, los perjudicados se resignan, o no, y los beneficiados invitan a
bacalao.
Aunque va a ser muy difícil, no ya establecer, que
establecida está, sino probar la relación entre el caldo y las tajadas, es
muy de elogiar la paciente labor de quienes investigan el caso, cruzando fechas
y cantidades, hasta establecer que, de cada una de las donaciones empresariales
"gordas" y por tanto ilegales que figuran de su puño y letra en los
papeles de Bárcenas, resultan varios ingresos que podrían pasar por anónimos y
que suman la cantidad a camuflar en el Banco de Vitoria. Una paciente labor que
también ha permitido establecer relación entre tan generosos donantes y
adjudicaciones hechas por gobiernos del PP en distintas administraciones.
Ahora les toca al resto de partidos tener la gallardía y el
sentido cívico de echarse al agua para sacar a la luz todo lo que de sucio ha
habido estos años en la financiación de los partidos políticos. Va a ser duro y
difícil, porque, probablemente, el agua que al PP le llega al cuello, a ellos
les llega a la cintura, pero está claro que así no podemos seguir.
Por eso y, mientras no se apruebe una nueva ley de partidos
que regule de una manera transparente y, sobre todo, decente la financiación de
los partidos, propongo que en las próximas convocatorias electorales, en
programas, papeletas y carteles figure, como figura en los de los conciertos y
demás actividades culturales, la ristra de patrocinadores que, tal y como parece, hacen
posibles los hacen posibles. Por ejemplo, la vaca satisfecha de Reny Picot que, en 2011, hizo
una donación de sesenta mil euros al PP, sin que se haya podido probar que lo
hace por ser contratista de la Comunidad de Madrid desde 2009.
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