Nuestro presidente, que por desgracia lo es, habla poco,
pero, cuando lo hace, sus palabras podrían fundirse en bronce. Qué frases, qué
pensamientos tan profundos. Lástima que el motor que mueve su verbo suba con
dificultad las cuestas y no esté pensado para circular por el espeso y pegajoso
tráfico de las ruedas de prensa y los "canutazos" improvisados. En
ellos, renquea, a veces se cala y, en ocasiones tiene que llevárselo al garaje
la grúa de la escolta. Pero cuando se arranca a hablar, como digo, nos suele
regalar pensamientos profundos.
Recordáis, por ejemplo, de aquella su primera entrevista en
nueve meses de gobierno, la sublime frase que lo explicaba todo, aquella que
rezaba "la realidad me ha impedido cumplir mi programa electoral".
Quién puede negarle la razón. Quién puede decirle que no desde el
convencimiento que tal cosa ocurre porque su programa era irreal. Quién desde
quienes le apoyan y aún se fían -y cada vez son menos- de su buena voluntad.
Quién, desde la indiferencia, puede no calibrar el peso, tremendo, de la
realidad.
Por eso, Rajoy y su gobierno han llegado a la conclusión de
que el enemigo no es la crisis, qué va, el verdadero enemigo, lo que puede
poner en peligro su continuidad en ese poder que tanto les ha costado alcanzar,
es la realidad. Y, si el enemigo a combatir es la realidad y la realidad es tan
tozuda y tan evidente, lo mejor es esconderla. Ocultarla bajo las alfombras, en
lo más profundo de los telediarios, tras las portadas y los titulares de los
periódicos o en las tertulias grandilocuentes y mentirosas de las radios.
Estos señores de la derecha no son más que el instrumento
del poder que impera que estos tiempos, ese poder económico que tiene por el
mango la sartén en que nos freímos los demás y el cucharón dispuesto para
devolver al fuego a quien pretenda escapar de él. No hay más que ver el
resultado de todo lo que han hecho hasta ahora, resultado que puede resumirse y
así lo resumen las agencias internacionales que se pronuncian, en "ricos
cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres y más numerosos". Por eso,
los sesudos propagandistas del Gobierno ya no se esfuerzan en manipular la
información, en maquillar la verdad. Sería una tarea inútil, porque nadie mejor
que los parados, los desahuciados, los padres de alumnos, los que han perdido
sus ahorros por culpa de la codiciosa ludopatía de los bancos, para saber lo
que está pasando sin matices ni maquillaje. Por eso en lo que consumen su
esfuerzo es en ocultar esa odiosa realidad, para que quienes se quedan en casa,
quienes no ven más que los telediarios de orden, quienes, si leen prensa, la
leen en el mejor de los casos con grapa, y quienes escuchan la radio prefieren
los cuentos de terror al sentido común, no sufran, para que crean que lo de la
realidad es algo pasajero y para otros, sigan confiando en la buena voluntad
del presidente.
Pero, todo el mundo lo sabe, la realidad es muy tozuda y
acaba por imponerse. Rajoy y sus palmeros se han pasado dos días, vendiéndonos
la importancia y lo crucial de la cumbre de la pasada noche en Bruselas,
hablando de ella como la gran esperanza, todo bien aderezado con la
intervención de Rajoy en Bucarest, para que, al final, todo sea otra vez
decepcionante y Rajoy no haya pasado de ser en la cumbre más que un convidado
de piedra.
Pero, ellos, erre que erre. Negando la evidencia de que,
ayer, la mayoría de las aulas se quedaron casi vacías y de que muchos de los
padres que mandaron a sus hijos al cole lo hicieron porque, trabajando los dos,
no tenían con quién dejarlos. Negando también lo concurrido de las
manifestaciones, así como la diversidad de quienes defendían en ellas la
enseñanza pública. Ellos tienen el poder, el sueldo, el coche oficial, la
escolta, los gabinetes de prensa y un futuro asegurado, al igual que Nacho
Vidal, en alguna tertulia o algún "reality show".
Ellos a lo suyo, a ocultar la realidad que, como todo el
mundo sabe, es perniciosa. Por eso y porque nada hay más peligroso para el
honor y la carrera de un policía que verle actuar en determinadas y recientes
circunstancias, el ministro más de la porra que hemos tenido desde que Fraga lo
fue en los tiempos de la matanza de Vitoria, auxiliado por su director general
de la Policía, que se como el marrón de proponerlo, quiere prohibir, bajo penas
quién sabe si de prisión, que se tomen y difundan imágenes de policías en plena
acción.
Parece que, como quienes, conscientes de su fealdad y de sus malas intenciones, apagan
la luz, quieren jodernos, pero a oscuras.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
Mizaru, Kikazaru, Iwazaru, «no ver, no oír, no decir»
Un saludo.
PS: ah, pero Nacho Vidal también habla...
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