No sé si es el catarro que definitivamente ha hecho presa en
mí o qué, pero esta mañana lo veo todo mucho más negro de lo que lo veía ayer.
Si lo pienso, creo que no es la congestión de nariz, ni esta tos persistente
que va cada vez a más y acabará cabreándome y agotándome, todo en uno, ni
siquiera esa desgana que va dominándome poco a poco y que, como mucho, me
dejará bajar a la calle a hacer algún recado y poco más... no, lo que me pasa
es que cada vez le veo menos sentido a este país y a todo lo que está pasando.
Tenemos un gobierno que con una mayoría absoluta al que ya
casi nadie defiende, un gobierno del partido que, a su vez, tiene la mayor
parte de los gobiernos autonómicos, que, sin embargo, se rebelan contra él, un
gobierno que hace todo lo que le pide Alemania, de la que, sin embargo, recibe
patadas en las espinillas, en lugar de las palmaditas en la espalda que cree
merecerse. Tenemos un gobierno tan pasmado como lo estaba el Felipe de Torrente
Ballester, ese que Gabino Diego bordó en la pantalla, que se asombra de todo y
no da una a la hora de tomar decisiones.
Es ésta una situación por la que ya habíamos pasado antes.
Lo que ocurre es que, en todas esas otras ocasiones anteriores, teníamos el
consuelo de que existía una fuerza coherente y opuesta a la de ese gobierno en
mayoría, capaz de generar esperanzas y, sobre todo, capaz de dar mensajes
claros y de tomar iniciativas en torno a las cuales podíamos aglutinarnos
quienes queríamos acabar a la situación.
Pero, ahora, la oposición, el PSOE en concreto, está más
pasmado que el propio Rajoy o el Felpe IV de Torrente. Lo está o, no sé que
será peor, parece estarlo. No da, al menos a mí no me las da, esas respuestas
que esperamos ansiosamente. No supo, por ejemplo, escoger su lugar la tarde
noche del martes pasado, 25-S. Le hubiese bastado con un gesto, le hubiese
bastado sacar a sus diputados a la puerta del Congreso para demostrar que, si
no estaban con quienes querían mostrar su descontento rodeándolo, tampoco
estaban con quienes realmente lo han ocupado, acogotando a toda una sociedad a
base de decretos.
Creo que esto que les ocurre a los socialistas, mejor dicho,
al partido de los socialistas, tiene mucho que ver con la mala conciencia de su
pasado más reciente. El PSOE, por seguir con los parecidos en la pantalla, se
ha convertido en una especie de "balarrasa" ese cura de pasado
militar y mujeriego, empeñado en salvar a esos hermanos descarriados por los
que llevaba tiempo sin preocuparse. O tienen mala conciencia o viven en un
estado de depresión permanente, me temo que las dos cosas, que le impide
levantar la bandera, o la pancarta, como prefieran, tras la que pueda colocarse
este pueblo tan dolido y tan cansado.
No sé qué le pasa al PSOE, pero lo que sí sé es que cada vez
me cuesta más trabajo, la última vez lo hice junto a las vallas que blindaban
el Congreso, argumentar contra quienes gritan eso de "PSOE y PP la misma
mierda es". Ojalá lo que me pasa, el verlo todo tan negro, sea un efecto
secundario del catarro, porque el catarro, al final, acaba pasando. Ojalá sea
el catarro, porque duele.
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