Como en las malas películas de acción, cuando arrecia el
tiroteo contra el más "echao p'alante" de la banda, siempre hay
alguien que se ofrece para cubrirle mientras avanza o se retira, distrayendo a
los de enfrente, la ministra de Trabajo, la inefable Fátima Báñez, se
descolgaba ayer con una especie de José Ignacio yo te cubro, llevándose la
atención de la prensa en el día en el que el ministro más odiado del gobierno
se enfrenta al trámite de la moción de reprobación en el Congreso.
La ministra, quizá sin pretenderlo, porque no la creo tan
avispada, se las arregló para cubrir a su colega en una de esas comparecencias
ante humillados periodistas sin derecho a preguntar que los políticos se
permiten llamar ruedas de prensa, entre otras cosas porque esos mismos
periodistas o sus medios se lo permiten. El truco, la fórmula mágica capaz de
levantar la cortina de humo que esconda las machadas de Wert fue decir, sin
encomendarse a dios, al diablo o a su virgen del Rocío, que "España está
saliendo de la crisis" y que lo suyo "no es optimismo vacío".
Como no estaban permitidas las preguntas y no dio ningún dato más, tenemos
derecho a pensar que, una de dos, o la ministra miente descaradamente,
inventándose la realidad, o que Fátima Báñez tiene poderes que le permiten leer
el futuro o, cuando menos, transformarlo en su cabeza.
Lo que dijo la intrépida ministra lo dijo después de que todos
los indicadores económicos, uno detrás de otro pintasen un panorama espantoso
para nuestra economía y, lo que es peor, para nosotros mismos. El paro, la
actividad comercial, los datos del presupuesto nacional, los índices de pobreza
en España, en fin, todos los indicadores. Todos salvo dos que se acaban de conocer:
el del crecimiento de nuestra economía, que vuelve a ser negativo en tres
décimas y el del IPC que ha vuelto a subir una décima en octubre, se supone que
ya con el incremento del IVA asumido, y que deja la inflación interanual en el
3,5%.
De dónde ha sacado la ministra su optimismo, en qué basa sus
afirmaciones. Debería decirlo, De momento consigue que hasta sus propios
compañeros, como el presidente gallego, la desmientan. Núñez Feijóo quien por
cierto ha desmentido a la ministra pisando otro charco, porque ha dicho,
textualmente, que no hay que hacer caso a lo que digan los políticos, sino a lo
que dicen los datos de los indicadores económicos.
No sé cuánto podremos aguantar a esta pandilla que se siente
satisfecha porque nuestra caída, quizá la mayor de Europa, es uniforme, como
dijo Guindos, o es capaz, no sé si de creerse, pero sí de decir, lo hizo Montoro en sede parlamentaria, que los
presupuestos que presentan para el año que viene son "los más
sociales" de la democracia, o que Arabia Saudí, a la que queremos vender
carros de combate, no es una democracia pero puede llegar a a serlo, o cualquiera
de las paparruchadas neo conservadoras y fascistoides del ministro Wert, o, por
fin, este último delirio de la ministra de Trabajo. A la vista de toso esto y desde luego, lo dicho hoy por Feijóo es indignante, pero cierto, absolutamente cierto, porque los políticos mienten y parecen hacerlo sistemáticamente.
Por cierto, conviene saberlo, porque explica muchas cosas, Báñez, la ministra, nunca ha
trabajado para nadie que no sea su partido o un gobierno presidido por su
partido. No me extraña que personajes así crean en dios, la virgen o todos los
santos. A ellos les va así de bien.
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