Acabo de escuchar que Rajoy se vio con Adelson, supongo que
en Madrid y supongo que antes del viaje del presidente a la cumbre de los
populares europeos en Bucarest. Tengo que suponerlo, porque el encuentro,
incluso la propia presencia del magnate del juego, se mantuvo en secreto hasta
última hora ¿Dónde se vieron, en Barajas, como una pareja de amantes furtivos,
en casa de él, en un hotel discreto, en un apartamento? No lo sé, porque no nos
lo han dicho, pero me preocupa y me preocupa mucho.
Me preocupa, porque el presidente que no tiene tiempo para
verse con algunos presidentes de las comunidades autónomas, ni para recibir con
la asiduidad que sería preciso a los sindicatos, ni, mucho menos, para rendir
explicaciones en el Congreso de los Diputados en el que están representados
todos los españoles, los que le votan y los que no, los que protestan en las
calles y los que se quedan en casa para no salir en los telediarios ni en las
portadas, ese presidente huidizo y guadiana haya tenido el tiempo que necesitaba
el sospechoso Adelson para explicarle su proyecto y chantajearle con sus
exigencias, hoy por hoy más allá de las leyes que rigen en España.
Casi al tiempo y también casi por sorpresa me entero de que
la Comunidad de Madrid, que aún no sabe dónde se ubicarán los casinos y los
burdeles de Adelson, ni sabe de dónde van a salir los miles de millones
necesarios para cubrir la apuesta de tan siniestro personaje, sacará a concurso
el proyecto, como se sacan a concurso las obres públicas o los hospitales, y
tiene el descaro de asegurar que tal concurso no se convocará a la medida de
Adelson y que, si se plantea, es para que quede claro que el proyecto no es
fruto de una asignación a dedo. Pensarán que aún queda alguien en este país
dispuesto a creerles.
Espero que el presidente Rajoy demuestre un poco de esa
dignidad que parece faltarle para casi todo, no es lo mismo el mal genio que la
dignidad, y no consienta que tan peculiar personaje se haga un traje a medida
con nuestras leyes. Ha costado mucho y ha sido muy beneficioso para el país concienciarse
de que no se debe fumar en espacios públicos cerrados y que es bueno no
hacerlo. Ha costado mucho, también, mucha sangre y sacrificios, incluso, contar
con una legislación laboral que proteja, menos ahora que antes, a los
trabajadores. Ha costado mucho, en un país en el que los niños bebían cerveza y
vino con sus padres y se sentaban en los tendidos de las plazas de toros,
prohibir su acceso a determinados recintos y espectáculos y eso es lo que
Adelson quiere cambiar en Eurovegas. Lo malo es que o bien el complejo se
convierte en una reserva india en el páramo castellano o, a no tardar, el
Tribunal Constitucional se verá anegado con reclamaciones de hoteles, bares y
restaurantes para, invocando la igualdad ante la ley, disfrutar de las mismas prebendas
que Adelson.
Y, mientras se exime de pagar impuestos a una actividad tan
puramente mercantil como esa, quienes han apostado por hacer del espectáculo y
la cultura su medio de vida ven como, poco a poco, se hunde el sector, un
sector que ha dado dinero y prestigio a España, con esa perversa subida del IVA
que está dejando vacíos, teatros y salas de cine conciertos.
Como estoy convencido que ni el gobierno madrileño ni el de
la nación se creen las fabulosas cifras de Adelson y como creo que nada se hace
por nada, me gustaría saber qué correa o que bigotes se esconden tras el
proyecto. Hay hay tarea para esa prensa de excelencia de que tan escasos
andamos ahora.
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