Escribo esta mañana "tocado" por toda una serie de
circunstancias, propias y ajenas, particulares y generales, que, poco a poco,
aunque tarde, están abriéndome los ojos a un panorama negro y triste pero,
creo, no inevitable. Ojalá, como escuchaba hace dos días a un padre que ha
tenido que pasar por el dolor resignado de ver partir a su hija al extranjero
en busca de un futuro que su país le niega, ojalá, insisto, no hubiésemos
mirado hacia otro lado cuando la realidad nos cercaba poco a poco, vistiéndose
de lujo y modernidad. Pero mirábamos hacia otro lado y cuando quisimos
reaccionar ya nos lo habían quitado todo, incluido el futuro de nuestros hijos.
Yo he vivido en la SER y más de una vez lo he contado ese
proceso terrible y constante de deterioro de los puestos de trabajo, ese
desprecio hacia esos puestos de trabajo como un bien en su mismo, para mirar únicamente
el beneficio económico de la empresa que lleva tiempo optando por mucho y
barato, aunque no sea bueno, ante lo solvente y, en justicia, caro. Recuerdo
haber polemizado con mis jefes a propósito de le estafa de que estaban haciendo
víctimas a los becarios, a los que, por una miseria que ni siquiera les daba
para la comida y el transporte, sometían a horarios más allá de lo estipulado,
realizando trabajos repetitivos y rutinarios que nada les aportaban en su
formación. Y en eso consistía la estafa en no darles la parte de la retribución
que se les debía en formación, porque las retribuciones de las becas lo son en
euros, una miseria, y en formación, Pero las empresas han descubierto el chollo
de la mano de obra barata para tareas menores o penosas, a cambio de unos
salarios vergonzosos.
Yo lo dije en mi momento y lo dije porque conocía los dos
lados del asunto, desde la universidad y desde la empresa. Y, sin embargo, tuve
que sufrir la frustración de ver que, ni la universidad, ni el comité de
empresa, ni, mucho menos, la propia empresa hacían nada para evitarlo.
Esos becarios eran gente que o bien vivían
"subvencionados" por sus padres o lo hacían sirviendo copas o
hamburguesas, como dependientes en tiendas de ropa, perfumes o electrodomésticos,
admitiendo unos salarios que, poco a poco, iban expulsando del mercado a
quienes necesitaban más horas de trabajo y más salario.
Recuerdo que en esos días, viendo cómo iba cambiando la Gran
Vía, me preguntaba qué iba a ser de nosotros cuando todos trabajásemos en Zara,
Sfera o Springfield, Starbucks o Sephora. Ahora ya lo sé y no me gusta. Estas
cadenas basadas en el acoso a la competencia para llegar al monopolio y la
falta de interés de las autoridades por dignificar el comercio, con horarios y
condiciones dignas, se han comido todos esos establecimientos familiares que
permitían una subsistencia más o menos digna con la que rentabilizar o estirar
los ahorros.
Lo peor es que muchos empresarios han caído en las garras de
la economía especulativa, una especia de ludopatía que, en lugar de en casinos,
se sublima en el parqué de las bolsas y que lleva a apuestas increíbles en las
que se juega y se pierde el prestigio y el patrimonio de empresas como la que
mejor conozco, el grupo PRISA, que lleva a un goteo constante de despidos, en
tanto que el gran "capo", Cebrián, se lleva a casa en un año, los
ingresos publicitarios de dos meses de EL PAÍS.
Hablo de la prensa, concretamente de este periódico, porque
el daño que ha infligido a la sociedad alegre y confiada en que nos habíamos
convertidos es doble, porque contribuyó, en su medida, al deterioro de todos
los puestos de trabajo que existían en torno a la profesión periodística y,
casi peor, al adormecimiento, cuando no entontecimiento de la sociedad.
Siempre lo he pensado y los que seguís este blog lo sabéis.
Por eso me ha consolado escuchar hoy al periodista portugués, perdonad que no
recuerde su nombre, porque ha dejado meridianamente clara la responsabilidad de
los medios en la catástrofe que vivimos, al tiempo que me ha abierto una
ventana a la esperanza, al decir que las cosas están cambiando y que, es
evidente y este blog es una prueba, que los ciudadanos están pasando de los
medios como generadores de opinión.
Este colega, brillante y nada demagogo, ha concluido la
entrevista hablando de fútbol, de Cristiano Ronaldo y de Messi, y lo que ha
dicho acaba siendo una hermosa moraleja. De su compatriota dice que el suyo es
el fútbol fuerza, de Messi, del que se ha reconocido admirador, que crea a su
alrededor espacios de libertad y los aprovecha. Quizá por eso cree que la
crisis y el rescate en cierto modo han sido positivos para Portugal, porque
ante el fracaso de los economistas y los partidos tradicionales, la sociedad está
regenerando la política desde las bases. Ojalá tenga razón.
Eso es lo que tenemos que hacer, regenerar la política y
crear esos espacios de libertad a nuestro alrededor, aprovecharlos y sumarlos a
los de los demás, sólo así le marcaremos el gol que tanto necesitamos al
correoso equipo de especuladores y gobernantes autoritarios que quiere
"eliminarnos".
Ya por último, he de deciros que me duele ver a mi hija
entre deprimida y cabreada -a todo el que me habla así le digo lo mismo: sí hay
que elegir, elige el cabreo y rebélate- algo que no estaba en mis planes,
porque ella es mucho más brillante de lo que yo era a sus años y no se merece
el erial en el que, a ella y a tantos y tantos jóvenes como ella, les estamos
dejando. No sé qué haría si ella me hablase de emigrar, de elegir esa salida.
Probablemente no se lo desaconsejaría, pero me sentiría muy frustrado y
cabreado.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
Primero pasé por la negación y el aislamiento ante la situación que nos toca vivir. Poco a poco pasé a la ira desplazándose en todas las direcciones que cedió al pacto, para tratar de superar esta situación que nos supera. Ahora estoy en la etapa de la depresión, preparándome para la inevitable aceptación y esperando que prenda en mi sien, como flor de primavera anticipada, la desdeñosa esperanza.
Un saludo.
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