Una vez más, el fútbol, mejor dicho, el mundo del fútbol se
ha convertido en una metáfora de la vida, una metáfora que, en apenas tres
días, nos ha ofrecido la oportunidad de entender a las mil maravillas qué es la
especulación y cómo acabar con ella. Tan benéfico servicio para la sociedad lo
ha prestado, muy a su pesar, la empresa alemana Sportfive, mayorista de
derechos televisivos de acontecimientos deportivos, especializada en comprar
"al peso" los derechos de determinados acontecimientos deportivos y
revenderlos con una importante plusvalía a las cadenas de televisión de los
países implicados.
Está claro que tales prácticas han resultado ser hasta ahora,
no sólo un negocio, sino un negocio muy lucrativo. En tiempos de bonanza la
fiebre por adquirir los derechos televisivos de acontecimientos deportivos,
especialmente los del fútbol, llevando a subastas delirantes que sólo han llevado
a un encarecimiento desorbitado de los precios de esos derechos, sino que han
llevado a muchas empresas prestigiosas y solventes a crisis lamentables, cuando
no a la misma ruina, por entrar en tan lamentable juego.
La codicia de Sportfive o la necesidad de rentabilizar su
apuesta -lamentablemente, en los últimos tiempos, la actividad económica se
reduce a poco más que un juego de azar en el que los escrúpulos son un estorbo-
llevó a la empresa de origen alemán y, por tanto, muy probablemente financiada
en condiciones óptimas a costa de los altos intereses que pagan los PIGS por
financiar su deuda, a tan triste espectáculo como el miserable regateo en el
que el precio de los derechos pasó de ofertarse por tres millones de euros a
venderse, sin éxito, por apenas ochocientos mil.
No sé si la crisis, un rapto de cordura por parte de los
directivos de las televisiones españolas o las dos cosas a la vez, pero lo
cierto es que Sportfive se ha quedado con sus derechos sin vender y los
aficionados españoles sin ver a su selección jugar un partido casi de trámite
frente a la "peligrosa" selección de Bielorrusia.
Y menos mal, que no se entró en el juego perverso y mafioso
de Sportfive, que a última hora intentó salvar los muebles trasladando su
chantaje a las radios, a las que exigió el pago "bajo cuerda" el pago
de cantidades no previstas ni negociadas previamente por narrar y comentar el partido
desde el estadio. Haberlo hecho, hubiese sido sentar un precedente, de no un
trágala probablemente asumido en otras ocasiones, pero que, en medio del
desastre económico que vivimos, hubiese sido casi como aceptar un insulto.
Ni las televisiones ni las radios aceptaron el chantaje
mafioso y en España supimos del partidos por la radio que por definición tiene
mucha más agilidad que la televisión para improvisar salidas a trampa tan rastrera
y, como digo, los españoles se quedaron sin partido televisado. La lección está
en que no pasó nada. La selección ganó su partido, los aficionados se fueron a
la cama contentos como siempre que gana su equipo y con el convencimiento de
que se hizo lo correcto. Hoy ha vuelto a amanecer y mañana volverá a hacerlo.
Estoy seguro de que rodará alguna cabeza en la alemana Sportfive y de que
alguien habrá aprendido la lección.
Lástima que sea tan tarde y que haya sido en algo tan
prescindible como el fútbol televisado. Lo malo es que esto que ha quedado al
descubierto de manera tan evidente se repite una y otra vez en mercados mucho
más trascendentes, como el de las materias primas o los alimentos, en los que el
acaparamiento, la especulación, el chantaje y la usura son práctica
habitual.
Por último y por cierto, qué tiene que decir ante este juego miserable la Federación Española de Fútbol, presunta propietaria de los derechos de la selección. Supongo que algo tendrá que decir, pero, de momento, y como casi siempre, da la callada por respuesta.
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1 comentario:
Estimado.
Muy interesant su texto. En Brazil, los derechos de futbol, es , un arroto. Vergonhoso, y, las autoridad, sí, aceita.
Invitación
Yo soy brasileño, y tengo un blog, muy simple.
Estoy lhe invitando a visitar-me, y se posible, seguimos juntos por ellos.
Fuerza, Alegría y Amizad.
Ven acá, y, deja, un comentario.
http://www.josemariacosta.com
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